sábado, 29 de octubre de 2011
LA OTRA BATUTA
EL NACIONAL - Lunes 24 de Octubre de 2011 Opinión/8
Diego Matheuz, orgullo nacional
Después de ser invitado por el maestro Abbado a dirigir su famosa Orquesta Mozart, esa agrupación lo llamó para que se desempeñara como su director principal invitado
PEDRO A. PALMA
Un joven venezolano de tan sólo 26 años de edad está causando sensación y admiración en Europa. Diego Matheuz, a pesar de su juventud, es ya un experimentado director de orquesta que es invitado regularmente a dirigir las más afamadas agrupaciones sinfónicas del viejo continente, con las que desarrolla de forma espontánea una estrecha empatía debido a su gran calidad artística y a la extraordinaria capacidad interpretativa que posee, que se expresa a través del toque personal y emotivo que le imprime a cada composición musical que dirige.
Diego se formó en el Sistema de Orquesta Juveniles e Infantiles de Venezuela, la maravillosa obra de José Antonio Abreu que tanta admiración despierta en el mundo entero, no sólo por la excelencia musical que la caracteriza, sino también por la maravillosa obra social que la misma representa.
Después de desempeñarse como primer violín en la orquesta Simón Bolívar y ser tutelado por Abreu en dirección orquestal, Diego rápidamente demostró sus grandes dotes, los cuales fueron percibidos de inmediato por los grandes maestros Claudio Abbado y Simon Rattle durante sus frecuentes visitas a Caracas, y quienes se transformaron en sus nuevos mentores y tutores.
Después de ser invitado por el maestro Abbado a dirigir su famosa Orquesta Mozart, esa agrupación lo llamó para que se desempeñara como su director principal invitado, lo que le dio una exposición y una oportunidad de primer orden. Rápidamente comenzaron a llegar las invitaciones de otras orquestas y directores, entre ellas la del legendario Antonio Pappano para que lo sustituyera como director de la famosa Orquesta de la Academia Nacional de Santa Cecilia en una gira por Milán, Turín y Lugano.
Desde entonces ha sido invitado a dirigir varias de las agrupaciones de mayor prestigio mundial, tales como la Filarmónica de Israel, el Maggio Musicale Fiorentino, la Orquesta Sinfónica de La Scala con la que se presentará próximamente en Berlín, la Orquesta de la Radio de Frankfurt y la Royal Philharmonic, entre otras. Recientemente fue invitado por el maestro Seijo Ozawa para dirigir la Orquesta Saito Kinen durante una gira por Japón y China.
En días pasados tuve la oportunidad de ver a Diego dirigiendo la Philharmonia Orchestra en el Royal Festival Hall de Londres, donde tuvo un rotundo éxito. En esa ocasión dirigió magistralmente dos complejas y bellas obras: las suits Peer Gynt de Edvard Grieg y Romeo y Julieta de Sergei Prokofiev. En esta última se puso de manifiesto, por una parte, la exuberancia y energía que Diego le imprime a la interpretación de partes de esa obra, y por la otra, el sobrecogedor y trágico pianissimo final, que hizo que el público guardara un prolongado silencio antes de dar una merecida ovación a tan magistral interpretación.
Después de dirigir Rigoletto en La Fenice de Venecia, uno de los teatros más afamados en el mundo operático mundial, donde se estrenaron óperas emblemáticas de Verdi, como La Traviata, Rigoletto y Simon Boccanegra, su directiva no dudó en ofrecerle a Diego la honrosa posición de director musical principal, cargo que desempeñará durante los próximos cuatro años. En ese período tendrá la responsabilidad de producir y dirigir varias óperas y múltiples conciertos con la famosa orquesta sinfónica residente de esa catedral de la buena música.
Realmente debe llenar de orgullo a todos los venezolanos que uno de nuestros jóvenes valores haya logrado a tan temprana edad atesorar tantos éxitos, y sea centro de múltiples reconocimientos en los círculos más exclusivos del mundo musical universal.
Ha nacido una nueva estrella que le dará realce y luz a nuestra querida Venezuela, y a la genial obra que aquí se ha desarrollado, la cual le ha dado y le seguirá dando al mundo grandes intérpretes de la música universal.
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