lunes, 31 de octubre de 2011

ASTILLADURA DE POLVO


EL SOL DE MARGARITA, 31 de Octubre de 2011
Grano de Mostaza
A los militares patriotas venezolanos por el caso de Libia
William Fariñas

El espíritu y alma del pueblo venezolano no requiere de muchas explicaciones para descifrar las perniciosas intenciones del imperio norteamericano y sus acólitos para con nuestra patria venezolana. Nuevamente los poderes imperiales y sus cancerberos consideran que Venezuela es uno de sus objetivos futuros para invadir. En definitiva, la principal preocupación del imperio es que la patria venezolana se consolida cada vez más en su visión y actitud soberana, especialmente cuando se ha certificado a nuestra nación como la primera reserva internacional de petróleo del mundo, con aproximadamente 300 mil millones barriles; lo que amerita fortalecer nuestra defensa y seguridad ante las apetencias de esta maquinaria de guerra y gran glotón consumidor de hidrocarburos.

Respetamos al pueblo de los Estados Unidos y de la Comunidad Europea con sus problemas y circunstancias; no obstante solicitamos a la ONU en su precaria vocería, dejen que los pueblos del mundo vivamos en concordia. En julio de 2011 conmemoramos el Bicentenario de nuestra independencia. Después de 300 años de dominación colonialista, en ese momento epopéyico una generación asumió el liderazgo de todo el pueblo con los matices sociales tan diferentes y contradictorios de esa época. Era cierto que en la colonia, las profundas divisiones de clase atentaban con el espíritu de independencia; de hecho las más crueles batallas se dieron entre llaneros y esclavos nacionales contra la misma población caraqueña y oriental que abrazaban las ideas independentistas. La visión del Padre Libertador y su sensibilidad social captó estas profundas divisiones, y orientó el devenir de la lucha. Inexorablemente la humanidad avanza hacia mayores niveles de participación e inclusión.

La lucha por la fuerza y la razón nunca podrá justificar la destrucción y la muerte de los seres humanos y los pueblos, la floresta y la fauna. La voz del humilde Pastor de Galilea sigue vigente por la construcción de una civilización centrada en el amor y una cultura de la paz. Tenemos suficiente moral para exigirle a las Naciones Unidas y a todos los países firmantes de las resoluciones guerreristas, que nunca habrá justificación imperial para atacar y matar a ninguna población. Todos los barriles de petróleo y todos los millones depositados en los bancos del mundo no justifican la muerte de una sola vida; para Venezuela no es cuestión de apariencias, el clamor de nuestra patria es por la paz y libre autodeterminación de los pueblos.

Los abuelos aborígenes se batieron como los buenos contra la invasión europea, para luego convivir en relación multiétnica con nuestros ancestros afrodescendientes. Por supuesto que no fue una historia rosa ni angelical, menos de avenencia o conciliación. Nuestro legado de hermandad y amante de la paz como pueblo mestizo, se ha construido a partir de sacrificios y dificultades, de cruentas guerras y abominable matanzas, de dominación y luchas, de confrontación primigenia contra invasores, de dominación clasista, colonialista y esclavista, de guerras civiles y de una esplendorosa emancipación y ahora liberación. Venezuela es una tierra de gracia y honor para abordar estos delicados asuntos de conflictos bélicos sin ninguna vacilación; cimienta su doctrina de Estado en la conciencia, ideas y acciones de nuestros libertadores y ciudadanos ilustres como el valiente perpetuo Simón Bolívar, el universal Miranda, el Abel de América Sucre, el maestro eterno Simón Rodríguez, la heroica Luisa Cáceres entre centenares de hombres y mujeres combatientes e insignes patriotas.

Es una exigencia telúrica legítima del polvo y barro de nuestros ancestros; Es un canto hierático de la sangre derramada por amor a la libertad. Cada oficial, soldado y marinería que surcan a diario el suelo y aire patrio, ríos y mares, posee en su alma y espíritu, la sabia hierática de este pretérito glorioso. Hoy en sus unidades, tanques, buques, submarinos y aeronaves están prestos ante cualquier intención imperial. Eso lo sabemos, el próximo enemigo de la patria vendrá por el mismo mar de la conquista, con potentes naves como ayer. Somos una pequeña nación grande en dignidad y soberanía. Ahora, aquí los estaremos esperando con la sabiduría del tiempo, el espíritu de nuestros antepasados, con el favor y gracia del Dios de los Ejércitos. Somos seres amorosos y pacíficos, mezcla con herencia aborigen y magia africana. Somos hijos de libertadores y no de opresores. ¡Viva la heroica resistencia patriota del pueblo Libio! ¡Viva la autodeterminación de los pueblos! ¡Viva la patria bolivariana! ¡Viviremos y Venceremos!

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