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sábado, 7 de mayo de 2016

INADVERTIDO RANGO MILITAR



De nuevo, la Ley del Monopolio Estatal de la Cultura (y la limpieza de un maltés)

Luis Barragán

Recientemente, aceptamos la invitación que nos hiciera la Secretaría Nacional de Cultura de Acción Democrática para intercambiar ideas en torno a la – curiosamente – vigente Ley Orgánica de Cultura. Nos llevamos una grata impresión por el interés y dominio de la materia de un equipo que la está trabajando y, aunque no constituye una prioridad frente a otras (permitido el plural), como las leyes del TSJ, de Amnistía o del Bono, tarde o temprano debemos afrontar el reto de su actualización.

A principios del presente año, dejando constancia por escrito en  la Comisión Permanente de Cultura de la Asamblea Nacional, entre otras propuestas, sugerimos la necesidad de revisar la citada Ley Orgánica, la cual consagra el monopolio cultural del Estado.  Grosso modo, por la brevedad de una normativa de la que escapan otros  ámbitos del fenómeno cultural, ampliando la  potestad reglamentaria del Ejecutivo Nacional; por la marcada, sectaria  y reduccionista perspectiva político-ideológica del texto legal que, a contra-natura, violenta las más mínimas nociones de  libertad y pluralidad,  claves de todo esfuerzo creador; y por la razonable duda que tenemos respecto a su vigencia, ya que el origen del instrumento radica en una sanción parlamentaria, incumplida su promulgación o devolución por el presidente de la República, como incumplida la diligencia que debió realizar la directiva asamblearia en el plazo constitucional correspondiente, reapareciendo - año y medio después - mediante una decreto-ley, aunque no constituía materia de la entonces habilitación presidencial.

Luce doblemente significativo que una entidad partidista aborde tan importante labor, orientada a la propia definición de una política pública, valorando una materia pretendidamente subestimada, al igual que invite al suscrito, militante de otra organización, en atención a las responsabilidades parlamentarias que le permitieron cuestionar las intenciones y pretensiones del gobierno, dejando un modesto testimonio en las redes. Valga acotar, con todas sus fallas y equívocos, la gestión cultural de las décadas que lo precedieron, luce muy superior al desempeño del actual régimen, aunque – nada difícil de descubrir – no pocos de sus figurones fueron sus beneficiarios a pesar del discurso de ocasión que no ahorra denuestos para con sus mismos benefactores del pasado.

Importa que las organizaciones partidistas asuman el problema, recobrando toda su trascendencia, al igual que la sociedad civil. Por cierto, con motivo de la discusión del entonces Proyecto de Ley Orgánica de Cultura supimos del contraste entre determinadas individualidades y comunidades culturales organizadas e independientes, pues, mientras recibimos el decidido apoyo y asistencia de unos, otros poco o nada hicieron y, una vez aprobado el instrumento, clamaron a los cielos rasgándose las vestiduras, como aquél escritor reconocido que temió – antes – compartir una rueda de prensa o la consultora legal que se quejó de un texto al que nunca contribuyó para su enmienda.

Finalmente, nos satisfizo mucho que, entre otros valiosos venezolanos, fuese designado el rector Giuseppe Giannetto como miembro de la Soberana Orden militar y hospitalaria de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta. Una distinción significativa que, valga la humorada, habla un poco de su edad (la Orden data del siglo XI),  y apunta al más limpio de los malteses (como él mismo lo comentó). Enhora buena.

02/05/2016

sábado, 17 de agosto de 2013

REFERENCIAS DE LEY (1)

TAL CUAL, Caracas, 15 de agosto de 2013
Una ley que castra
El instrumento legal que normaliza la cultura fue el punto 23 de los 26 en agenda. El oficialismo asegura que el Estado no prohíbe hacer rock lo que busca es salvaguardar lo nacional
SCARLE GARCÍA

Una Asamblea Nacional polarizada y con debates como los ocurridos el pasado martes, solo produce leyes llenas de críticas.

El diputado de la bancada de la oposición Luis Barragán e integrante de la Comisión de Cultura y Recreación de la Asamblea Nacional señaló que, además de la discusión veloz tras las consultas regionales que se establecieron para nutrir la Ley Orgánica de Cultura, el contexto en el que se desarrolló la segunda discusión demostró el triunfo de los antivalores y la descalificación de los adversarios. "Fue un mal debate: de 26 puntos en la agenda parlamentaria, esta normativa fue el 24. Eso es increíble".

La presidenta de la comisión, integrada por once diputados (seis del oficialismo y cinco de la oposición), Gladys Requena, aseguró que sus colegas de la Unidad Democrática no asistieron a las reuniones y mucho menos a las consultas hechas en el interior. Aunque reconoció que Barragán fue el único que estuvo pendiente de todos los procesos para aprobar la ley.

El diputado en cuestión dijo que asistió a al menos tres consultas y que solo vio opinando personas relacionadas con el oficialismo.

Al final, los parlamentarios del Partido Socialista Unido de Venezuela no ofrecieron los números y datos de las consulta para ver la calidad de la muestra, solo un cuadro comparativo. Pese a esto intentaron dar propuestas y no asumieron ninguna. "La idea es consagrar los 14 años de sus practicas culturales", indicó.

Requena, por su parte, asevera que la ley viene a desmontar la idea que tiene la oposición de que "la cultura es una mercancía y no está planteado estatizarla".

"El Estado no prohíbe que las agrupaciones cultiven y promuevan el rock, que forma parte de la cultura norteamericana. Lo que busca es salvaguardar y promover políticas públicas que fortalezcan la identidad nacional, no una identidad extranjera. Estamos en un concierto mundial: reconocemos otras culturas, pero buscamos que a nosotros también se nos reconozca. No puede atentar una cultura contra la otra", explicó la presidenta de la comisión ante los comentarios que enfatizan que no se reconocerán expresiones foráneas.

ADIÓS MECENAZGO
El mecenazgo privado desaparece de esta normativa que tiene 180 días para ser reglamentada por el Poder Ejecutivo, que precisará conceptos y procedimientos.

"Esa es una figura perversa creada por la empresa privada que busca no ayudar a los creadores, sino reducir sus impuestos para acumular más capital", destacó la diputada del PSUV. Si las compañías producen ganancias superiores a 20 mil unidades tributarias deberán otorgar el 1% al Fondo Nacional para la Cultura.

El problema en esencia radica en que "esos fondos escapan de todo control", señaló Barragán basándose en experiencias anteriores. La oposición reveló que estudian solicitar la nulidad parcial con recursos afinados jurídicamente.

Además, ante la hipótesis de que el presidente Nicolás Maduro no firmará la ley, como lo hizo Hugo Chávez en algunas ocasiones, dice que "sería un arrebato de genial inspiración que el Ejecutivo regrese la ley al Parlamento, y si eso ocurriera, el ministro tendría que renunciar y los defensores de la norma quedarían en ridículo".

SIMÓN BOLÍVAR EN LA LEY
El artículo 5 plantea los principios rectores del instrumento jurídico. Al iniciar la lectura parece muy acertado pero remata con la "consolidación de la unión latinoamericana y caribeña fundamentada en el pensamiento del Libertador Simón Bolívar".

Para el sociólogo y profesor de la maestría de Políticas Culturales de la Universidad Central de Venezuela esto es "un exabrupto porque la cultura es libre y no debe acceder al intervencionismo e ideologización del Estado".