República de niños
Luis Barragán
Frecuentemente apuntamos, con sobrada razón y angustia, a la situación de la infancia en Venezuela. Huelga comentar que la catástrofe humanitaria del socialismo en curso, se ha cebado criminalmente en nuestros niños, los inocentes que mueren por desnutrición, falta de medicamentos y demás insumos médicos, violencia callejera, entre las otras vicisitudes indeseables. No obstante, hay una incidencia psicológica no menos criminal que los atenaza.
Pareciera que la afición o inclinación principal hacia los video-juegos o la televisión, por citar un par de ejemplos, solamente la ofrecen las sociedades libres y tecnológicamente avanzadas y, aunque tengamos testimonios inevitables de ello, incluyendo el suicidio de infantes por juegos que los inducen, como ha ocurrido, la distracción y recreación de todos estos años ha sido francamente limitada y deplorable. Consabido, no existe la industria o la comercialización juguetera que alguna vez tuvimos, los implementos y espacios deportivos tampoco, ni siquiera los espectáculos teatrales y musicales por inadecuados que se digan, las incursiones al cine tienen precios prohibitivos en las salas que sobreviven, las golosinas por artesanales que fueren y las frutas constituyen una hazaña para los padres, las plazas y parques públicos tienen una vocación para el desaseo y el peligro, mordidos todos por los colmillos de un lenguaje degradante del poder establecido.
Muy raras veces, vemos a los niños divertirse alrededor de una pelota que, aún la más modesta, es costosa; o una muñeca o un carro, un triciclo o una bicicleta, metras o trompos que reivindiquen la tradición, siendo escaso el papel, la cabuya y las veras para soñar con un papagayo. Dos o tres años atrás, esta dictadura masificó o dijo masificar los toboganes, columpios y otros aparatos, en plazas, sustituyendo el aluminio de aquellos que hicieron nuestra propia infancia, por el plástico, pero – sobresaliendo el negocio de oportunidad – nunca supuso el más elemental mantenimiento, expuestos hoy al irremediable resquebrajamiento y a la más insólita suciedad.
Un inquieto periodista, Carlos Díaz Sosa, se refería décadas muy atrás, a la influencia de las películas que convertían en héroes a los bandoleros (“A lo que juegan ahora los niños”: El Nacional, Caracas, 21/08/1953; disponible, en: https://lbarragan.blogspot.com/2019/02/y-os-bandoleros-de-hoy.html). Hoy, observándolos, reflejan directamente nuestros dramas sociales y, así, en no pocos sectores, tienden a imitar los ademanes y el verbo agresivo del malandro o el azote del barrio que tienen por temible vecino, los desplantes y el cinismo de las figuras más llamativas del poder, dejando atrás célebres patrones de conducta, como el de los antiguos bomberos que, ahora, sólo cuentan con la abnegación y el coraje, sin los equipos, la seguridad social, la remuneración y la preeminencia social que alguna vez tuvieron.
República para los niños, es algo más que una consigna de ocasión, pues, la superación del presente régimen significa reencontrarlos en familia para procurarles la felicidad negada en dos décadas, apenas destacando la prole de los victimarios por los privilegios indecibles que los afectaran para toda la vida y que no soportan la más mínima diligencia en los tribunales de la LOPNA. Todo el esfuerzo que ha de llevarnos del quiebre a la transición es para salvar a todos los inocentes, haciéndolos portadores de principios y valores que espiritual y materialmente realicemos en los tiempos por venir.
Fotografías: Plaza Washington, Caracas (20/01/2019).
Cfr.
http://lbarragan.blogspot.com/2019/02/y-os-bandoleros-de-hoy.html
11/02/2019:
http://www.noticierodigital.com/2019/02/luis-barragan-republica-ninos/
http://www.noticierodigital.com/forum/viewtopic.php?t=120215
https://notifeed.net/article/5bae38d5304e8446cf58dfe83df1594f
http://venezuela.shafaqna.com/ES/AL/1764589
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