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domingo, 26 de noviembre de 2017

ADEMÁS, SE DESPACHAN Y SE DAN EL VUELTO

Del ultrafraccionamiento de la moneda
Luis Barragán

La debacle económica está muy bien ilustrada por un fenómeno sin precedentes, por lo menos, en la Venezuela contemporánea: la del radical e incesante fraccionamiento que no, contaminado el lenguaje, fraccionalización, de la moneda de curso legal. E, incluso, solemos perder la idea misma de la unidad monetaria en cada marejada inflacionaria.

El precio básico de una pieza de pan, de la transportación pública, de una llamada telefónica o de un caramelo, se ofrece como insustituible marcador de la vida económica cotidiana. La golosina que, décadas atrás, costaba menos de cinco céntimos (la otrora y nunca bien ponderada “puya”), ha ascendido hoy a un mil bolívares (en realidad, un millón de bolívares), burlándose abiertamente de las políticas oficiales que, en venganza, la hará desaparecer aun tratándose de  la     doméstica o artesanalmente elaborada para las faenas de una buhonería desesperada, ambulante y de mera supervivencia.

Así, el bolívar realmente no está dividido en cien partes, porque cada vez se aleja más del céntimo como noción esencial, fragmentándose infinitamente. El numeral partitivo ha doblegado cualesquiera billetes de 20, 50 y 100 bolívares, prometiendo relegar muy pronto  al orondo papel moneda de cien mil bolívares (cien millones de bolívares).  De la centésima galopamos a  la millonésima que muy bien pueden disfrazar las transacciones electrónicas que aspira a monopolizar el Estado a través del llamado Carnet de a Patria, convertido también en medio de pago, quizá algo inédito en las experiencias socialistas de todo el planeta.

Precisamente, el ultrafraccionamiento de la moneda, por lo demás, sin el debido y aconsejable respaldo, por cierto, pretendiendo repletar las reservas internacionales con divisas igualmente tan abatidas como el bolívar mismo, se une a la tecnología ya apenas disponible, para liquidar – excepto el ideado por la dictadura –  todo medio de pago y, faltando poco, todo tráfico mercantil.  Sin embargo, no nos engañemos, pues, la liquidación no se debe al deliberado y exitoso propósito de sustituir las relaciones capitalistas más elementales, por otras de una superior racionalidad, comprobada eficacia y convencida equidad.

Al contrario, haciendo mil veces más pobres a los pobres, ha fracasado estruendosamente no sólo por la concepción de sus políticas económicas, sino por la propia gestión, instrumentación u operatividad que, al traducirse en novedosos modos delictivos, propios de un Estado – cada vez – más nominal, en proporción a su gigantismo, nos ha devuelto, asaltándola, a la premodernidad.  Queda muy atrás la peregrina ocurrencia de Chávez Frías sobre las fichas llamadas a sustituir a la moneda de curso legal que, ahora, sin un decimal respetable, simboliza muy bien el desastre de un siglo XXI que se dijo prometedor.

26/11/2017:
http://guayoyoenletras.net/2017/11/26/del-ultrafraccionamiento-la-moneda/

domingo, 3 de septiembre de 2017

(DES) ALINEACIÓN DE ALFILES

¿Cuán redonda es la pelota?
Luis Barragán


Un vistazo a las reservas internacionales de Venezuela, aún la no operativas, puede llevarnos a la consternación. La debacle ha sido gigantesca, gracias a un régimen que, insigne productor de papeles, tiene por único objetivo el de cumplir con sus pagos para evitar que se estreche aún más el cerco, sacrificando al resto  de la población. No obstante, el default, término ya entregado a la diaria jerga, se acerca como el indeseable detalle que faltaba.

Escasas las divisas, rasgadas las vestiduras por su pretendida vocación social, la prioridad ha sido – además – la importación de armas y equipos antimotines, mas no la de los alimentos y medicamentos que marcan nuestra más sentida urgencia. Y, luego, no por casualidad, se encuentra la preferencia por el espectáculo que también ayude a olvidar que las empresas aéreas y farmacéuticas, entre otros rubros, se han largado con sus  abultadas acreencias en pie.

Por ello, nada debe sorprender la concesión de más de nueve millones de dólares a la Liga Venezolana de Béisbol Profesional para que intente distraernos por breves meses, como tampoco ocurrió con los festivales musicales de la alcaldía menor de Caracas que no pudo – así -  neutralizar la indignación y rabia de sus sufridos habitantes, evaporando cuantiosos recursos. Poco o nada se sabe de las facilidades concedidas en otros ámbitos, aunque – valga la ocasión – nuestros atletas ya no tienen la oportunidad de viajar al exterior, ofreciendo el mismo Maduro Moros el avión presidencial como un inmenso favor a agradecer, para transportar – por supuesto – a una minoría de comprobados afectos a su causa.

Pocas dudan caben del fervor beisbolístico del país, pretendiendo la dictadura reanimarlo a cualquier precio para romper el ambiente generalizado de luto, tácito o expreso, tras las exageradas e injustas faenas represivas de los últimos meses y por la desesperada situación que reina literalmente en todos los hogares, excepto los de los privilegiados del poder.  Entendiéndola como propietaria, al parecer, la Organización Cisneros ha decidido que los Leones del Caracas no concursarán en el próximo campeonato,  bien porque tendrá que lidiar y sujetarse al cupo de divisas que reporte una intención adicional,  bien porque será una pérdida poco significativa en un mercado decaído o, en definitiva, porque no ha alineado sus supuestos alfiles políticos.

Lo curioso es que versamos sobre un espectáculo que tiene naturales vínculos con el capitalismo deportivo estadounidense que procuró no tocar ni con el pétalo de una rosa el Chávez Frías que, realizando un sueño enteramente personal, si mal no recordamos, enfundado con el uniforme reglamentario, hizo el lanzamiento inaugural de un juego en el norte, cosa de la que nunca se enteraría aquél gobernador carabobeño que se antojó con el Magallanes, años ha.  Valga acotar, no hay noticias del fondo creado por la Ley Orgánica del Deporte que, en el pasado período legislativo, fue aprobado con un entusiasta consenso, obligando al  suscrito salvar el voto.

Reproducción parcial: Otro país, otros protagonistas, otros tiempos. Portada Momento, Caracas, nr. 237 del 27/01/1961.
04/09/2017:
http://guayoyoenletras.net/2017/09/03/cuan-redonda-la-pelota/

jueves, 9 de febrero de 2017

QUEBRADURA

EL NACIONAL, 09 de febrero de 2017
Reservas y vulnerabilidad económica
Pedro Palma

Las reservas internacionales de Venezuela han caído sostenidamente durante los últimos tiempos hasta llegar a fines de la semana pasada a 10,5 millardos de dólares, nivel muy bajo que no se veía desde hace mucho tiempo; de hecho, es común escuchar que ese monto equivale al que existía a fines de junio de 1995, cuando estas se ubicaron en 10.548 millones de dólares. Esa comparación, sin embargo, puede llevar a conclusiones erradas, ya que la capacidad de compra de las reservas de mediados de 1995 era mucho mayor que la de las reservas de hoy. En efecto, tomando como referencia los precios al consumidor de Estados Unidos, en junio de 1995 se podía comprar con un dólar lo que hoy se adquiere con 1,60 dólares. En otras palabras, las reservas de mediados de 1995 equivalían a 16,9 millardos de dólares de hoy, nivel muy superior a las disponibilidades actuales. En conclusión, si queremos comparar las reservas existentes en la actualidad con las de fechas pretéritas, debemos expresar estas en dólares constantes de hoy, y no en dólares corrientes.

Ateniéndonos a ese criterio, las reservas actualmente existentes equivalen a las de noviembre de 1973, las cuales estaban alrededor de los 2 millardos de dólares de entonces, pero que al expresarlas en dólares de enero de 2017 equivaldrían a las reservas actuales. Ahora bien, ¿significa esto que la relevancia de disponer de 2 millardos de dólares de reservas en noviembre de 1973 era igual que contar en el presente con unas reservas de 10,5 millardos de dólares? Definitivamente, no. La dimensión y las obligaciones de la economía de hace 43 años eran mucho menores que las actuales y, en consecuencia, disponer de unas reservas de 2 millardos de dólares a fines de 1973 era de mucho mayor significación y solidez que contar en la actualidad con unas reservas de 10,5 millardos de dólares, máxime cuando en aquellos tiempos los ingresos de divisas crecían sólidamente debido al franco aumento que experimentaban los precios del petróleo por el embargo petrolero que lideraba Arabia Saudita en retaliación por el apoyo de Occidente a Israel en la guerra del Yom Kippur de octubre de 1973. Adicionalmente, los compromisos de pago por servicio de deuda externa eran bajos, y las reservas internacionales equivalían a más de 9 meses de importaciones.

Obviamente, la situación actual es muy diferente, pues, por una parte, los compromisos de pago por servicio de deuda externa son muy elevados, llegando estos a niveles próximos a los de las reservas internacionales existentes y, por la otra, las necesidades de importaciones son altas, ya que se depende de ellas para abastecer al mercado interno de todo tipo de productos, incluyendo los más básicos, como alimentos y medicinas. Esa situación, combinada con los mermados volúmenes de exportación petrolera, con los bajos precios de los hidrocarburos y con las escasas posibilidades de que estos se recuperen sólidamente en el futuro inmediato, lleva a pensar que los requerimientos de divisas para este año superarán con creces los ingresos de moneda extranjera, lo que generará un abultado déficit que no podrá ser cubierto con las bajas reservas internacionales disponibles, por lo que será necesario buscar un abundante financiamiento externo, por demás costoso y de difícil asequibilidad.

Durante varios períodos críticos de la economía venezolana en el pasado, como la crisis financiera de 1994, el desplome de los precios petroleros de 1998 y de 2008, y el paro petrolero de diciembre de 2002 y comienzos de 2003, las reservas internacionales expresadas en dólares de hoy estaban en niveles mucho más altos que los actuales, razón que refuerza el argumento de que en la actualidad nuestra economía está en una situación de altísima vulnerabilidad, a lo que contribuyen las bajas reservas internacionales existentes.

Fuente:
http://www.el-nacional.com/noticias/columnista/reservas-vulnerabilidad-economica_79977

lunes, 11 de julio de 2016

"PRODUCTO INTERNO INTELIGENTE"



De las otras reservas internacionales

Luis Barragán

De acuerdo al BCV, disminuyen nuestras reservas internacionales que hablan de los dólares, derechos especiales de giro y oro, entre otros renglones de mediata o inmediata disposición. No solemos advertir la existencia de los otros recursos públicos, depositados en las bóvedas – acaso – inseguras de las galerías o museos bajo la responsabilidad del Estado.

Una fórmula más exclusiva,  exigente y riesgosa de ahorrar,  nos remite al mercado de las obras plásticas. Las hay de una sorprendente cotización en el desarrollo lícito e ilícito del intercambio mercantil, incluyendo las más esmeradas copias que también requieren de una formidable inversión.

Los venezolanos disponemos de un patrimonio artístico considerable no sólo en las pinacotecas, sino en los bancos y otras dependencias oficiales, todavía no mensurado, por lo menos, públicamente,  que apunta a la grave responsabilidad de los directivos, gerentes o administradores que deben velar por esa otra herencia forjada aún antes de las grandes bonanzas petroleras.  Debida y públicamente constatadas, poco o nada se sabe de las inversiones, propiedades y préstamos de las obras de prestigiosos pintores y escultores en manos del Estado, a nivel nacional, estadal o municipal, distanciados del cálculo de una cifra consolidadas en este otro ramo de nuestras reservas.

Devuelta por las autoridades estadounidenses que tuvieron la honesta capacidad de  enterarse, investigarla y devolverla, tenemos el caso de “La Odalisca de Pantalón Rojo” de Henri Matisse, sustraída del Museo de Arte Contemporáneo de Caracas, cuya estridente y desvergonzada recepción logró frenar el debate que naturalmente debimos escenificar respecto al patrimonio que, por público, es común. No se trata de sospechar de todo aquél que vela por una pieza de apreciable importancia, pero la impunidad del suceso permite especular sobre la probable suerte de los originales, a modo de ilustración, la colección de Moore o Picasso, que a corto, mediano o largo plazo, pueden aparecer en una subasta de Londres o Nueva York, contando como ventaja inicial la de nuestro olvido así esté contabilizada en un catálogo relegado en la estantería hogareña.

Luce recomendable una  pronta y experta auditoría del fondo artístico de la nación de ojos muy abiertos, pues, recordemos, si repatriaron las reservas de oro para rematarlas poco a poco a fin de lograr los desesperados recursos para enjugar los déficits que dejarán como legado, nada extraña que surja un plan relacionado con piezas artísticas muy codiciadas en el exterior. Se dirá de una conjetura exagerada, ya que no solventará las cuentas nacionales, pero – convengamos – que la sola comisión puede auxiliar de largo las personales de burócratas y relacionados a los que les angustia el pronto colapso del régimen. E, incluso,  sin saberlo, podrán convertirse en protagonistas de una novela de Arturo Pérez Reverte o Leonardo Padura, llegando la tabla de Flandes a las manos de Mario Conde.

10/07/2016

viernes, 16 de marzo de 2012

SEGUIDILLA

EL NACIONAL - Lunes 12 de Marzo de 2012 Opinión/7
Argentina, siguiendo nuestros pasos
Se está estudiando una nueva política monetaria y se teme que con ella se pretenda utilizar las reservas internacionales para financiar gasto, de forma similar a lo sucedido en Venezuela
PEDRO A. PALMA

En una visita reciente a Buenos Aires noté entre los colegas, empresarios y académicos con los que conversé un gran interés por lo que sucedía en Venezuela. Ello se debía a una preocupación generalizada que los inquietaba por las múltiples similitudes en materia de políticas públicas entre los dos países, según las cuales el gobierno de la presidenta Kirchner estaba implantando, o intentaba aplicar, una serie de medidas muy parecidas a las tomadas por el Gobierno bolivariano. Adicionalmente, se habían materializado situaciones externas parecidas que se reflejaban en forma muy similar en ambas economías; destacaban el importante incremento de los precios de los productos básicos de exportación de ambas naciones durante los últimos años, el petróleo para nosotros y el maíz, el trigo, la soya y otros commodities agrícolas para ellos.

Como en nuestro caso, los notables incrementos de ingresos de exportación le permitieron al Gobierno argentino implantar políticas expansivas de gasto público, a través de las cuales se inyectaron a la economía los ingresos adicionales de la exportación, y se expandió así el dinero en poder del público, máxime cuando también se puso en marcha una política monetaria laxa.

Como resultado, la demanda interna experimentó un gran dinamismo, particularmente el consumo privado debido a la alta concentración de gastos en programas sociales dirigidos a personas de bajos ingresos y con alta propensión a consumir, el aumento del consumo se tradujo en estímulo productivo y alto crecimiento económico.

Tal fue el impulso del gasto público que rápidamente se obvió la necesidad de buscar recursos adicionales, y se echó mano de los fondos de pensiones de los trabajadores, que pasaron a ser controlados por el Gobierno; en la actualidad se está estudiando una nueva política monetaria y se teme que con ella se pretenda utilizar las reservas internacionales para financiar gasto, de forma similar a lo sucedido en Venezuela con la transferencia masiva de reservas del BCV al Fonden sin compensación alguna para el instituto emisor.

La implantación de aquellas políticas fiscal y monetaria francamente expansivas han contribuido a la materialización de fuertes presiones inflacionarias en Argentina, las cuales se han tratado de afrontar, al igual que en Venezuela, a través de controles de precios cada vez más estrictos, pero también ineficaces.

Incluso se ha intentado esconder la intensidad de la inflación a través de subestimaciones oficiales en las que ya nadie cree, y el convencimiento general es que ésta ya está por encima de 20%, y no por debajo de 10% como lo anuncia el Gobierno.

El tipo de cambio, por su parte, no ha mostrado un dinamismo cónsono con el diferencial inflacionario interno y externo, lo que hace que hoy el peso esté sobrevaluado, ya que lo que compra localmente el peso, que vale un dólar, es menos de lo que se puede adquirir con ese dólar fuera. En otras palabras, para el visitante extranjero Argentina está cara.

Esta situación, además de restarles capacidad competitiva a los productores argentinos, ha limitado la capacidad de compra de los trabajadores, pues sus salarios no suben al ritmo que lo hacen los precios, y ha estimulado la salida de capitales ante el convencimiento de que la corrección de aquella sobrevaluación de la moneda implicará una inevitable devaluación. Como respuesta a la fuga de divisas el Gobierno implantó recientemente un control cambiario que, se teme, podría seguir el mismo rumbo del que existe en Venezuela desde hace más de nueve años.

Ojalá los hermanos argentinos reaccionen y no sigan el ejemplo reciente de Venezuela, caracterizado, entre otras cosas, por las expropiaciones, el hostigamiento a la empresa privada, el desincentivo a la inversión, los controles irracionales y el financiamiento irrestricto de gasto público por el BCV, porque si siguen ese rumbo equivocado, a la larga los resultados les serán muy adversos.

lunes, 5 de marzo de 2012

RESERVACIÓN

EL UNIVERSAL, Caracas, 5 de Marzo de 2012
BCV sin reservas líquidas
ANGEL GARCÍA BANCHS

Tal y como pronosticamos, y alertamos reiteradas veces, las transferencias al Fonden, y la política de impresión de bolívares por parte del BCV para la compra de pagarés de Pdvsa, denominados en moneda nacional, ha conducido a la desaparición progresiva de las reservas líquidas de la institución. A la fecha, al BCV sólo le quedan aproximadamente de 1.500 a 2.000 millones de dólares en reservas operativas; y eso, en el mejor de los casos. De hecho, desde el mes de diciembre de 2008 al mes de febrero del año 2012, las reservas líquidas disminuyeron en más de 30 mil millones de dólares; sólo que, la revaluación del oro, que ha aportado a las reservas totales 17 mil millones de dólares, limitó la disminución de las mismas a tan solo 13 mil millones: las reservas totales pasaron de 40 mil millones de dólares al cierre de 2008 a los 27 mil millones en la actualidad.

De diciembre de 2008 a la fecha, el precio del oro pasó de 870$/onza a unos 1.700$/onza, lo que explica por qué los venezolanos no nos hemos percatado de este dilema monetario. Pero, basta con responder a la siguiente pregunta para entender la magnitud del problema: ¿a qué nivel estarían las reservas totales hoy si el precio del oro no hubiese variado? Estarían en 10 mil millones de dólares. Como ven, ya no sólo somos dependientes del precio del petróleo, y de nuestros bonos, sino, también, del precio del oro; lamentablemente, el día que vayan a caer, al estar positivamente correlacionados, disminuirán los tres simultáneamente.

La situación es lo suficientemente alarmante, toda vez que las reservas líquidas del BCV no cubren ya siquiera un mes de importaciones; las autoridades se han percatado de su desastre y por ello han modificado las leyes respecto a la entrega de divisas al Fonden, institución que ahora recibirá bolívares y emitirá en el proceso deuda en moneda nacional para que el BCV pueda coger aire y recuperar un poco sus reservas.

Pero aún así, siguen equivocándose, pues, si bien antes con los traspasos de las divisas disminuía el denominador del ratio Bs/$, ahora con la impresión de bolívares para la compra de pagarés de Pdvsa y Fonden por parte del BCV se incrementará el numerador. Con un truco o con el otro, la presión sobre las reservas seguirá y, por tanto, sobre las tasas de cambio e inflación.

lunes, 27 de febrero de 2012

RESERVACIÓN


EL NACIONAL - Lunes 27 de Febrero de 2012 Opinión/6
Reservas internacionales
Las reservas de oro han experimentando un incremento muy pronunciado durante los últimos años, no porque su volumen se haya elevado, sino por el notable aumento del precio de ese metal
PEDRO A. PALMA

Las reservas internacionales de un país son recursos financieros con los que éste cuenta para respaldar el valor de la moneda y para afrontar vicisitudes externas, tales como caídas abruptas de las exportaciones y encarecimiento de las importaciones; es decir, son el ahorro con que cuenta una nación para manejar situaciones externas adversas que pudieran aflorar. Éstas se dividen en operativas y no operativas. Las primeras son activos líquidos de inmediata disponibilidad, tales como dólares en efectivo, depósitos bancarios en divisas e inversiones en valores fácilmente liquidables. Las no operativas, a su vez, están formadas principalmente por oro monetario y reservas en el FMI. A fines de 2011, las reservas operativas en poder del BCV eran 5.586 millones de dólares, mientras que las no operativas se ubicaban en 24.303 millones de dólares, de las cuales cerca de 20 millardos eran oro monetario en lingotes.

Sin embargo, en lo que va de 2012 las reservas internacional del BCV han disminuido de forma importante, entre otras razones, porque el instituto emisor ha tenido que transferir 1,5 millardos de dólares al Fonden sin recibir compensación alguna, lo que ha hecho que a esta fecha las reservas operativas posiblemente estén por debajo de 4 millardos de dólares, monto muy bajo que no equivale ni siquiera a un mes de importaciones de mercancías. De hecho, es alarmante observar cómo esas reservas líquidas han experimentado una caída sostenida e intensa en los últimos años, al pasar de 32,2 millardos de dólares a fines de 2008 a los bajos niveles actuales. Esto se ha debido, entre otras razones, a las cuantiosas transferencias del BCV al Fonden, que ya superan los 42 millardos de dólares en forma acumulada, y a las limitadas ventas de divisas que le hace Pdvsa debido a las restricciones financieras que ésta padece, a pesar de los altísimos precios a los que se han estado vendiendo nuestros hidrocarburos en los últimos tiempos.

Como ya explicáramos tiempo atrás en esta columna, los apremios que padece Pdvsa se deben al práctico saqueo del que ha sido víctima, debido a las múltiples cargas que le ha impuesto el Gobierno.

Las reservas de oro, por su parte, han experimentando un incremento muy pronunciado durante los últimos años, no porque su volumen se haya elevado, sino por el notable aumento del precio de ese metal. Eso explica el cambio profundo que se ha operado en la composición de las reservas internacionales, ya que la pronunciada caída de las operativas ha sido mayormente compensada por un aumento del valor de las reservas de oro.

Creo que la notoria reducción de las reservas y el cambio en su composición no es conveniente para una economía como la nuestra, que requiere de unas reservas internacionales elevadas y altamente líquidas, dada su alta vulnerabilidad externa debido a la gran dependencia que tiene, por una parte, de las volátiles exportaciones petroleras y, por la otra, de las crecientes importaciones que realizamos para abastecer el mercado interno, ante la capacidad cada vez más limitada del diezmado aparato productivo local.

Muchos de los que lean estas líneas pensarán que mis temores no se justifican, pues los precios del petróleo y del oro no hacen otra cosa que subir.

Ojalá tengan razón, pero igual se pensaba a mediados de 2008 cuando se predecía que el petróleo llegaría a 200 dólares al fin de ese año, o a comienzos de los años ochenta del siglo pasado, cuando se creía que el notable aumento de los precios del oro de los años precedentes era irreversible. Esas predicciones probaron ser erradas, pues el petróleo a fines de 2008 llegó a menos de 40 dólares el barril, y en 2001 el precio del oro era 7 veces menor que el de comienzos de 1980.

Los precios de los commodities , de los que tanto dependemos, son volátiles y cambiantes, y debemos estar preparados para afrontar caídas pronunciadas de los mismos, razón por la cual es prudente y recomendable disponer de abundantes reservas internacionales líquidas.

Ilustración: Pedro León Zapata (El Nacional, Caracas, 27/02/12)

domingo, 21 de agosto de 2011

EMILIANOS


Atribuido a LV, nos llegó el siguiente correo electrónico:
"Estimados amigos y colegas:

Hay alguna gente confundida con el asunto de las reservas y el Oro. Me permito aclarar algunos puntos. Nada malo hay en diversificar las reservas en tiempos de elevado riesgo de precios en el mercado de monedas, en momentos de mucha volatilidad y de incertidumbre en el panorama. Tampoco es asunto cuestionable, realizados los análisis de riesgo de mercado y de crédito, el alterar la composición hacia el Oro, que es un refugio usual en momentos turbulentos. De hecho muchos Bancos Centrales están comprando Oro y eso explica, en buena medida, el rally de precios que se ha visto últimamente (28% de incremento en un año). Por décadas, el Oro ha demostrado ser un activo de reserva seguro. Pero Venezuela está cambiando la composición de las reservas hacia el oro muy rápidamente, al punto que la proporción es casi de 63% del total de reservas. Ahora se anuncia además que vamos a sacarlo de Europa (donde están los mercados OTC) para traerlo supuestamente a las Bóvedas del Banco Central, y si no cabe, según ha dicho el Presidente con bastante ligereza, ahí está el Palacio de Miraflores.

Un primer problema es que sigilosamente nos hemos ido quedando con un monto de reservas operativas muy exiguas (apenas 6.200 millones de US$) y aunque el oro es un activo líquido (pues tiene mercados) su uso como medio de pago no está exento de dificultades. No es común pagar importaciones y servicios financieros con onzas o toneladas de oro.

Un segundo problema es que mientras más bajo sea este nivel de reservas operativas más difícil será la vida para la economía doméstica pues frente a estos muy bajos niveles el Banco Central no es nada elástico en las asignaciones de divisas para los requerimientos de la economía. De manera que está política de extinguir a niveles mínimos las reservas operativas tiene un costo severo para la nación. Vale preguntarse, por qué se están extinguiendo las reservas operativas. El giro hacia el Oro puede ser una respuesta parcial. Las deviaciones de ingresos petroleros hacia el Fonden (un fondo de miles de millones de US dólares sin auditoria) es una explicación complementaria, pero los dólares petroleros están girando hacía algún otro lado y es sano que el Gobierno explique.

Un tercer problema, y aquí me temo que estamos en territorio muy delicado, es que la razón que parece mover al gobierno a refugiarse en Oro y traerlo a Venezuela no está asociada a un análisis de riesgo de mercado, sino más bien a un bien o mal percibido riesgo de confiscación y embargo ¿Por qué? valdría preguntarse… Cualquiera sea la respuesta dejo estas dos consideraciones:

(a) Como muchos deben conocer, el Oro no es pasivo monetario de nadie (a diferencia de las posiciones monedas). Por lo tanto es mucho más difícil de rastrear, de confiscar sus existencias o de congelar sus movimientos. El gobierno ha venido cambiado los activos de reservas a Oro porque se mueve en escenarios de este tipo y se ha metido esa idea en la cabeza.
(b) Para explicar por qué traerlo a Venezuela vale hacer la referencia a un trabajo del Financial Times http://www.ft.com/cms/s/0/588ce75a-53e4-11e0-8bd7-00144feab49a.html#axzz1VbnFb5lg donde se reporta (hace unos meses atrás) que aun con los dólares congelados de sus fondos soberános en EE.UU, y Europa, el coronel Muammar Gaddafi tenía almacenados unos 150 toneladas en lingotes de oro en el Banco Central libio en Trípoli, un recurso que le permitiría financiar un ejército de mercenarios por algún tiempo.

Lo realmente terrible es que el gobierno venezolano se esté paseando por esos escenarios y se considere de plano un gobierno paria y carente de crédito en la comunidad internacional.

Atentamente,

Leonardo Vera
UCV-FACES
Escuela de Economía
Caracas 1080
Venezuela.-

Fotografía: LB, CC Lido, Caracas.