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lunes, 3 de septiembre de 2018

BYTES EN UN PAÍS COLAPSADO

Una dictadura de sondeos
Luis Barragán


La Sudeban ha ordenado limitar el acceso a las plataformas bancarias, desde el exterior. Así lo refiere una nota de prensa,  interesadas tanto o más las autoridades en la data personalísima de los usuarios, que en la tramitación de las remesas del exterior por las casas de cambio.

Data a la que no ha podido acceder o tiene algunas dificultades para lograrlo, pues, si algo ha prosperado en Venezuela, son los servicios de (contra) inteligencia del Estado que, bien presupuestados, no debemos subestimar, aunque los presumamos por momentos colapsados. En regímenes como el que transitamos, está negada toda privacidad excepto tratemos de los prohombres del poder y sus relacionados.

Precaria, quizá la era de la abierta interconectividad no ha finalizado por estos lares, debido a la provechosa manipulación que le da un vuelo distinto a la dictadura, comparándola con otras obscurantistas del pasado y del presente, más allá de las fronteras; al indispensable pulso de la opinión pública que le permite acertar en sus más variadas maniobras, pues, al fin y al cabo, se trata de una dictadura de sondeos que no pudo imaginar Lenin; y, un elemento decisivo, ensaya un vasto drenaje emocional que, de otro modo, convalidaría y reforzaría la protesta real, viva y palpable que no ha podido neutralizar  o derrotar. En éste último caso, es el mayor temor, no cabe duda que la brutalidad represiva ha de darle alcance a sus propios y minoritarios partidarios, a  los que sabe inconformes y desesperados, intentando administrarlos por una múltiple bonificación: pronto a deshacerse el dinero selectivamente depositado, por la realidad hiperinflacionaria, sólo desea ganar días o meses para el zarpazo final.

Hubo intentos muy serios de condicionar y controlar hasta el correo electrónico, por 2015, a través de la Asamblea Nacional que monopolizaban, so pretexto de regular el comercio electrónico, pero – advertida – la oposición tuvo el tino de preverlo y abortarlo, a pesar de la conducta pasiva y resignada, difícil de igualar con la prudencia, en relación al sector privado especializado en el ramo. Por lo demás, vocacional y vorazmente mercantilista, las camarillas del poder prefieren hacerse del negocio, en lugar de confinarlo a un Estado que dividendo alguno les reportará. Acotemos, ha sido más útil y eficaz la compra de una televisora de noticias de la que se sirven, sirviéndole al régimen que desea aparentar el libre juego de las ideas, que los canales absolutamente en manos de la burocracia del Estado que nadie ve, salvo los programas que convierten los informes de (contra) inteligencia en un espectáculo.

Medidas, como las adoptadas por las autoridades bancarias, se extenderán de un modo u otro, pero arriesga demasiado la dictadura de generar una masiva desconfianza hacia los medios que les son políticamente útiles, mejor dispuestos para vociferar la guerra económica, prever reacciones de la población y, estigmatizando a la oposición, bajar la  línea de acción a sus seguidores. Cierto, buena parte de la población no está directamente conectada, en las postrimerías del mercado de la telefonía móvil celular, pero las noticias corren y llegan a punta de bytes, siendo más peligroso que lo hagan por radio-bemba, la emisora que anuncio la luminosa madrugada del 23 de enero de 1958.

02/09/2018:
http://guayoyoenletras.net/2018/09/02/una-dictadura-sondeos/
Piezas: Baptiste de Bombourg.

domingo, 29 de julio de 2018

LENGUAJE CIFRADO

Telefonía de una etapa histórica
Siul Narragab


Ya no hay espacio para la conversación privada, preferido  un lenguaje cifrado o, al menos, el que tenemos por tal, con sus habituales alusiones, eufemismos y metáforas. Y, aunque creamos que la autocensura sólo se debe a motivos estrictamente políticos, una somera revisión de la vida rutinaria nos  remite a la imposible conversación libre y espontánea, no sólo por obra del hampa que la modela, tupiéndonos de precauciones, sino por una cada vez más reducida esfera de una privacidad asfixiada.

Relegados al hogar doméstico o al laboral que, a veces, es tan hogar como el que más,  si de compartir el espacio se trata,  solemos incomodar con un diálogo que se empeña en lo banal para disimular alguna gravedad de las tantas que sorteamos en el mundo cotidiano, frente a terceros que viven su propia experiencia. Reducidas las oportunidades para compartir un modesto café, por los costos y el peligro mismo de la calle, evacuamos asuntos amistosos, profesionales o amorosos, empuñando el móvil celular en la disputada sala de baño, cocina u otra dependencia de la casa o del trabajo, competida por otros llamantes.

El promedio de las personas que trilla la ciudad, está relegado a pocos metros cuadrados y, aun disponiendo por herencia de espacios más holgados, es una temeridad habitarlos o frecuentarlos, pues, solemos optar por sitios lo más modestos posibles y  obedecer al horario que es propio de un estado de sitio, antes que exponernos a cualesquiera de las impredecibles intenciones de los extraños. Nos reprimimos al charlar en una mesa de restaurant, por temor a los comensales vecinos, o de soltar un libérrimo sentimiento, por respeto al vecino residencial, aminorando la posibilidad de un secuestro para vaciar las humildes cifras bancarias, a través de una tarjeta de débito, o de hacer el ridículo por usar un diminutivo que no compete a nadie más.

Convengamos, no había mejor escenario que la calle para nuestras llamadas telefónicas, quizá por aquello del secreto mejor guardado es el que se hace público, sentenciado por un personaje de “La cabeza de la hidra” de Carlos Fuentes. Dándole utilidad al desplazamiento automotor o a pie, solíamos vomitar una procacidad, aventurarnos con un verso, o revelar algún dato, ante la indiferencia generalizada de las otras y bulliciosas personas que hacían lo mismo, pero – desde hace ya bastante tiempo – es todo un  atrevimiento demencial el de asomar algún rudimento electrónico, por siempre asombrados porque en otros países es normal andar en un tren subterráneo con una tableta al aire.

En las callejuelas, veredas, calles o avenidas de cada caserío, aldea, pueblo y ciudad,  no hay una caseta telefónica dispuesta,  convertido el sanitario de cualquier lugar en un área especializada para ensayar los hilos invisibles del teléfono. Modismos aparte, hablar en clave seguramente conoce de venezolanismos que esperan por el filólogo, el novelista o el cronista tan urgidos, ya que, superada objetivamente la actual etapa histórica, ésta quedará sembrada  por un lenguaje que se prolongará mucho más a la espera de los intérpretes.

Reproducción: Reventón, Caracas, nr. 13 de 1971.
29/07/2018:
http://www.opinionynoticias.com/opinioncultura/33192-narragab-s

sábado, 2 de diciembre de 2017

PEPE GRILLO

Conversaciones privadas
Nicomedes Febres

* Ayer mientras me dedicaba a mis planes de futuros trabajos Anapina mi esposa, mi ángel guardián y a veces también mi Pepe Grillo, me preguntaba si no era disparatado estar dedicado al futuro cuando el país se está hundiendo en el presente. Ella como mujer brillante, comprometida y luchadora tenía dudas por el presente y entonces le conteste y sin mucho meditarlo: es que luchar por el futuro es una manera de luchar por el presente para que no se prolongue en el tiempo y que más pronto sea el pasado. Además, para que el futuro sea mejor que el presente debe ser previsto y estamos como estamos porque en el pasado en Venezuela nunca se previó el futuro. Por convicción detesto con toda mi alma a la utopía que es creer en pajaritos preñados de cualquier tipo y eso me torna al realismo más descarnado, más torvo, pero huyendo del escepticismo y del nihilismo que son las etapas previas a la muerte del alma. Y la esperanza siempre debe acompañarnos y uno debe luchar por ella, pero a conciencia que es caminar por un desfiladero delgado con dos inmensos precipicios a los lados, que son, a la izquierda la utopía, y por el lado derecho el escepticismo. No, hay que ser realista pero con esperanza porque el que carece de esperanza está derrotado de antemano. De esta vamos a salir, no lo duden.
* Antier en la reunión de navidad de mi entrañable amigo Ramón Rivero, reunido con gente inteligente, preparada y buenas personas, que son las virtudes cardinales de mis amigos, porque nada es peor en la vida que tener amigos mala gente o brutos, entonces conversando sobre la situación del país apunté que las únicas características diferentes de este comunismo venezolano a todos los demás de la Historia eran, primero, que este es el único comunismo posterior a la caída del Muro de Berlín y segundo, que aquí el sector militar estaba formado en el anticomunismo antes de la llegada al poder de los comunistas, a diferencia de los viejos partidos comunistas que eliminaban al viejo aparato militar previo y formaban uno nuevo con sus militantes y luego por un proceso antidemocrático natural eliminaban a los civiles y esto aquí, necesariamente debe ser un arroz con mango donde ni ellos mismos saben para donde van, más allá de mantenerse en el poder como casta armada. Pienso que esta purga de los chavistas-ramiristas por rafael ramirez, terminará en un guiso y en un silencio porque a todos les conviene más el silencio que estar prendiendo el ventilador de sus vagabunderías. Advertí que estuviéramos pendientes de que se tratara más bien de una típica jugada de distracción militar donde los perdedores quedarían sentenciados como inocentes, buchones, pero desplazados y viviendo en paz aquí o en el exterior. Al final entre ellos no hay principios sino puro billete. Si alguien quiere conocer de manera amena como eran de amañados los juicios en la antigua Unión Soviética les basta leer el libro El Hombre que amaba los Perros de Leonardo Padura quien hace un retrato magistral de esos juicios.
* En la foto del día están dos entrañables amigos que en medio de las conversaciones de la reunión se dedicaron a cantar un rato. Con el brazo en alto está Carlos Martín La Riva el director de la Escuela de Antropología de la UCV y con chaqueta de cuero Fernando Falcón quien es director del Post Grado de Ciencias Políticas de nuestra universidad. Ambos son unos tipazos buena gente, inteligentes y preparados. Como decían antes los galleros de verdad: son canela fina.

Fuente: