Los jartos
Luis Barragán
De acuerdo a la expresión popular, únicamente
los que están jartos niegan la realidad. La Venezuela que cívicamente se
ha levantado, está hambreada, censurada y reprimida, pero la flamante
presidente de la supuesta asamblea constituyente, fruto del fraude que
escandaliza al mundo, nos la pinta como la del Toboso.
El discurso inaugural, después de violentadas
las puertas del histórico Salón Elíptico, colgó un mensaje muy propio de la
indisgestión de los que ejercen abusivamente el poder. El hartazgo los lleva a
los extremos del absurdo y del cinismo, negando el hambre ajena en Venezuela.
Legendario es ya el recuerdo de la otrora
cancillerísima que nos pintó como el granero capaz de alimentar a tres países,
porque la comida sobra en estas latitudes. Los jartos se burlan con un
descaro que no tiene nombre, frente al más de centenar de muertos con los que
ha rubricado las protestas a calle llena de las grandes mayorías que los
protestan y rechazan con coraje.
De la instalación de la constituyente de 1999,
con Luis Miquilena oficiando el revanchismo que pacientemente tejió por
décadas, a la de una espuria constituyente, como la de 2017, reconozcámoslo,
media una distancia que no debe asombrar. Ésta es el resultado de los viejos y
obscurecidos propósitos que hoy alcanzan una sinceridad plena, acortada la
distancia por la purga que impuso el cansancio, la deserción que provino de una
vulgar evasión, el arrepentimiento que se hizo tardío: todo se redujo a lo que
hay, una minoría de comunistas atrabiliarios que quebraron al país y desean
hacerlo con la misma voluntad de los venezolanos que los padecen.
Los jartos alzan la voz, sabiéndose
escudados por la pólvora. Están orgullosos de las faenas represivas que les
allanan el camino a La Haya, ostentando premios como los de la FAO que no serán
suficientes a la hora de enfrentar la justicia.
07/08/2017
http://www.analitica.com/opinion/los-jartos/
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