Del plazo esequibano
Luis Barragán
La dictadura hace lo indecible para prolongarse, incurriendo en un fraude
constituyente que devoró – además - un
enorme dineral, mientras la población sufre los embates del hambre,
pretendiendo humillarla a todo trance. Narcisista, no ofrece otro relato que el
de sí misma, olvidando los inevitables asuntos que comportan el ejercicio del
poder.
Espinoso e impostergable, uno de esos asuntos es el de la histórica
reclamación del Esequibo. Apenas faltan cuatro meses y muy pocos días para que
venza el plazo dado por la Secretaría General de la ONU para remitirla a la
Corte Internacional de Justicia, sin que oficial ni oficiosamente se sepa algo
al respecto.
Nada se conoce de las diligencias realizadas por la cancillería o de las
que, presumimos, adelanta el representante del organismo internacional, D.H.
Nylander, pues, faltando poco, obran algunas circunstancias que favorecen el
silencio. La muy obvia, la crisis existencial que vive el pueblo venezolano
y la república, al lado de otras menos
visibles, como la desinstitucionalización galopante del régimen, la pasividad
de las organizaciones de la sociedad civil especializadas en la
materia, salvo las honrosas excepciones, o la misma orfandad de una comisión
especial o mixta del parlamento que, propuesta por Vente Venezuela en numerosas
ocasiones, incluyendo la plenaria de la Asamblea Nacional, ha podido
sistematizar el debido seguimiento del caso, procesar las propuestas más
adecuadas y, en última instancia, evitar que el reclamo desapareciera de la
agenda pública. Sin embargo, es necesario
reconocerlo,, la omisión ha pasado por cuidar el voto de Guyana y los
países que les son aliados, en las
instancias internacionales tratándose de la oposición o del gobierno, cuya mayor
responsabilidad es evidente por a ausencia de una política de Estado para decir
lo menos.
Aceptemos, no la hay porque tampoco hay Estado ni una política que lo
reivindique. Nada más y nada menos que el mayor general Alexis López
Ramírez, secretario saliente del Consejo de Defensa de la Nación, admitió que no tenemos Estado en Venezuela y,
por más constitucionalización que se diga u ofrezca de los CLAP, propuesta
vergonzosa de la campaña de uno de los constituyentes cubanos, esta dictadura
se afinca en un gran promontorio de iniciativas y operativos efímeros, espasmódicos
y también presupuestívoros que están demasiado distantes de una elemental
política pública.
El plazo esequibano va
agigantando una densa sombra sobre el lomo del socialismo que se dice de este
siglo al que, por cierto, no hemos llegado en este rincón del planeta. A nadie
puede contentar la pérdida definitiva del territorio a manos de un gobierno que
nunca lo fue, salvo para sus directos beneficiarios.
14 y 15/08/2017:
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