Hacia la sociedad ágrafa
Luis Barragán
En todo lo que le es posible, las novelas de Leonardo Padura reportan la
viva cotidianidad cubana. A la implacable dictadura se suman las estrecheces
que ya no sorprenden al venezolano, respirándolas con la tristeza que suele
amasarlas.
Un título en particular, “El hombre que amaba a los perros”, trata de la conocida
tragedia de Trotsky. El autor rinde testimonio de todas las limitaciones
bibliográficas que sorteó para concebir y desarrollar una obra interesante, sobre
todo por la recreación de Mercader, agradecido y condecorado en privado, en la
Unión Soviética de sus postreros años.
El lector más o menos avisado, puede percatarse de esas limitaciones y
dibujar la situación real del mercado editorial cubano, si es que puede
llamársele tal. Excepto los textos escolares de dudosa calidad, interesadamente
ideológicos, las bibliotecas públicas y privadas deben velar por un promontorio
gigantesco de propaganda por el que se cuela uno que otro viejo e insigne
libro.
Ya no es mucha la distancia con la Venezuela actual, galopantemente aislada
de cualquier novedad científica, técnica o literaria, quebradas cada vez más
las librerías, por cierto, también reducidas a precarias papelerías de ocasión.
Las bibliotecas públicas están atiborradas del basural oficialista que rinde
culto a la personalidad del consabido antecesor en pugna con un sucesor que no
aporta las más elementales ideas que el mero ejercicio del poder suscita.
El régimen que dijo superar el analfabetismo en tan corto tiempo, todo un
decir, aspira y nos conduce a la sociedad de ágrafos que le es tan
indispensable. Por ello, en el momento
más inesperado, cortará o reducirá dramáticamente la interconectividad,
privándonos de los magníficos PDF gratuitos que todavía llegan a través de la
red de redes, pues, no hay divisas para otras exigencias.
28/08/2017:
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