Érase el edificio
de Pajaritos
Guido Sosola
Ya para las postrimerías de la dictadura de Gómez, Caracas conocía una que
otra edificación que contrastaba con el paisaje tradicional que sobrevivió a la
cosmética francesa de la dictadura de Guzmán Blanco. No comportaba ninguna
reforma urbana, pues, buena parte de la ciudad prosiguió con el entramado de
calles y callejuelas desalcantarilladas, sin los servicios básicos que, después
de la caída de la dictadura de Pérez Jiménez, conoció al sanearse como nunca
antes.
A los llamativos edificios que sirvieron de sede al ministerio de Guerra y
Marina, o el de Correo y Telégrafos, luego, tan injustamente desaparecidos, se
sumaron otros como el del Museo Boliviano en el corazón de un referente
comercial, como el de la esquina de Pajaritos, familiarizado con ese acento del
art-decó de la Gobernación del Distrito
Federal. Ahí, en Pajaritos, por
1936, decidió Eleazar López Contreras, líder
de una dictadura que trató de no serla, levantar un inmueble que
homenajeara la memoria de El Libertador, que pudo mantenerse en pie a pesar de
la vecindad del hermoso y arrollador complejo del Centro Simón Bolívar.
Fueron muchas las décadas de abandono y, aún no sabemos por cuál vía, el
edificio de Pajaritos llegó a la jurisdicción del Congreso de la República.
Cierto, en este XXI, cuando es rescatado
y recuperado durante la gestión de Cilia Flores como presidente de la Asamblea
Nacional, adquiere una merecida prestancia, aunque, por muchas que sean las fallas estructurales
que puedan alegarse, sufrió una dramática remodelación mas no restauración,
injertándole una pantalla de concreto
que cambió su fachada y afecto un poco, por cierto, la entrada de la residencia
de los jesuitas que está al lado.
Se convirtió el inmueble en un modesto complejo de salones que, antes de la
victoria opositora en el parlamento por 2015, era de un exclusivo uso del
oficialismo para cualesquiera actos, incluso, partidistas. En el último año y medio, con el cambio de
dirección, por instantes, este siglo supo de una apertura a la pluralidad
política a través de numerosas reuniones, conferencias y foros.
El caso está en que la tal y
consabida constituyente echó mano del Museo Boliviano, aunque estuviese bajo la
autoridad de la Asamblea Nacional. La idea es que sirva como sede a la tal
comisión de la verdad, una instancia inquisitorial que puede deparar ingratas
sorpresas.
Entendemos, fue prácticamente tomado por asalto. Lo curioso es que el Museo
Boliviano sirvió para dejar o remitir a un personal administrativo decididamente
chavista que, de un modo u otro, aprendió de las ventajas de la convivencia,
pero todos – justos y pecadores – salieron del edificio: ese personal chavista
que creyó recibir y compartir con los suyos la posesión, uso y disfrute del
edificio, salió expulsado, excepto que alguna palanca le funcione a alguna
avispada individualidad que no quiera aprender la lección.
Érase el edificio de Pajaritos, un modesto referente arquitectónico que
sobrevivió al buldozzer de los años cincuenta. Ahora, será sede del orwelliano
ministerio de la Verdad.
24/08/2017:
https://www.lapatilla.com/site/2017/08/24/guido-sosola-erase-el-edificio-de-pajaritos/
24/08/2017:
https://www.lapatilla.com/site/2017/08/24/guido-sosola-erase-el-edificio-de-pajaritos/
No hay comentarios:
Publicar un comentario