La casa tomada
Luis Barragán
Celebérrimo cuento de Julio Cortázar, el caserón fue poco a poco tomado por
los fantasmas para el desconcierto y, luego, resignación de sus vivos
ocupantes. Finalmente relegados a un reducido espacio, el lector mismo queda
desconcertado.
Huérfano de todo talento para concebir y desarrollar una trama de suspenso,
la dictadura ha asediado y atacado la sede de la Asamblea Nacional, optando
ahora por una invasión calculada de sus espacios. Comienza por la toma del
Salón Elíptico que está bajo su jurisdicción, toda una reminiscencia de la
concepción guzmancista del inmueble, para – después - ocupar el hemiciclo protocolar, donde aprietan
las asentaderas los tales constituyentes, hacinándolo, ya que no les bastan
teatros como el Municipal, el Nacional, el Teresa Carreño o el patio de la Casa Amarilla.
El régimen se siente dueño del histórico Capitolio Federal y procede, en
consecuencia. Hoy invade el protocolar, mañana lo hará con el hemiciclo de
trabajo, la secretaría o cualesquiera otras dependencias, con la aceptación
pasiva de los diputados que resultaron – apenas año y medio atrás – de una
elecciones universales, directas y secretas.
A diferencia del cuento citado, la minoría oficialista trepa cada
centímetro del Palacio Legislativo con el franco y abierto empleo de la fuerza,
mediando los efectivos y las armas de fuego de la Guardia Nacional que, se
supone, deben acatar la autoridad legislativa. Quizá evitando que el mundo los
vea en tales afanes, a deshoras cumplen con la encomienda y, mientras tanto,
van imponiendo una cohabitación inaceptable que – esta vez – desconcierta a la
ciudadanía que mayoritariamente rechaza a la dictadura.
Por lo menos, en 1999, el otrora
Congreso de la República hizo una mayor resistencia ante la – por entonces –
Asamblea Nacional Constituyente que quiso impedir el paso de senadores y
diputados a su natural lugar de trabajo, con la ayuda de un régimen que se
estrenaba, pletórico de popularidad, y la violencia ejercida por los llamados
Guerreros de La Vega en el centro
histórico caraqueño. A los parlamentarios del presente, no nos queda otro
camino que el de resistirnos y, aunque ella no es la que concede nuestra
legitimidad, pudiendo sesionar en otro sitio, pública o clandestinamente,
importa dejar constancia de la defensa de la sede parlamentaria, constante y
sonante.
14/08/2017:
Fotografía: LB (Asamblea Nacional, Caracas, 09/08/2017).
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