De la nimiedad y de la tragedia
Luis Barragán
Sobrando los testimonios personales ante las atroces faenas de la
dictadura, atravesamos un amargo proceso de aprendizaje colectivo. Quedarán
profundas heridas y, además del cortejo fúnebre que la represión ha impuesto,
sentencias como las de la ex – canciller y ahora aspirante a la tal
constituyente, importándole un bledo el hambre que padece toda la población. E,
incluso, escuchamos a un ministro en funciones, suponemos que de ministro,
desestimar el asalto a las bolsas de basura, porque ocurre también en los
países desarrollados, mientras Telesur confisca las imágenes del exitoso plebiscito opositor para
estafar a sus cándidos usuarios a propósito del monumental fracaso del
simulacro que el CNE montó para competirle.
Nada ocioso reiterarlo, no siempre fue Venezuela la del siglo XXI. Y es
que, con todos los problemas, fallas y equívocos que hubo, jamás llegamos a
semejantes niveles de injusticias.
Banalizando el asunto, Maduro Moros y su flamante equipo creen una
nimiedad, una vulgar nimiedad, toda la tragedia que ha generado, hasta burlarse
de las víctimas. Por ello, es que este sufrimiento que el socialismo en curso,
no menos real que los históricamente conocidos, ha provocado, haciendo del
sufrimiento algo completamente innegociable: no debemos ni siquiera pensar en
una puñalada a escondidas, procurando sobrevivir una parcela, frente a la
ciudadanía que se resiste heroicamente. Ergo, debemos mantenernos en pie de
lucha renunciando a la vanidad de una promesa electoral para las regionales,
porque se trata de superar al régimen más allá de tal constituyente.
Ayer nos asaltó la reflexión en medio de la sesión plenaria de la Asamblea
Nacional, después de probar la otra modalidad de la filtración que hizo la portentosa
unidad militar que dice custodiarla. Solamente, permitieron el acceso por la
puerta este y, junto a la barrera de los efectivos de la Guardia Nacional
Bolivariana, colocaron sillas con personas menores y de muy avanzada edad que,
aleatoriamente, atacaron a los parlamentarios: intuimos que la tardanza en la
revisión de la credencial y de la cédula de identidad laminada obedecía a una
triquiñuela y, arrancándolas de la mano del uniformado, proseguimos nuestro
camino respondiendo a sus insultos; después, en el hemiciclo, nos enteramos que
al diputado Juan Pablo Guanipa le dieron con un palo por la espalda, mientras
cumplía con semejante trámite.
Otro ejemplo, a los diputados Juan Pablo García y Omar González de Vente
Venezuela, les negaron la noche anterior el alojamiento en el hotel ya
acostumbrado en los últimos meses, por las diligencias que una comisión del
SEBIN hizo ante la gerencia también de otros hoteles cercanos. A altas horas de
la noche, provenientes del oriente del país, luego de recorrer las carreteras,
pues, no hay línea aérea que les venda un boleto, hallaron un sitio para dormir
sorteando los peligros de la calle.
Aceptemos, es una tontería o nimiedad lo que nos ocurre a los
parlamentarios al compararlo con el resto de la ciudadanía, por más que no haya
salario y la exposición sea total. Lo que no es tontería o nimiedad, como
pretenden los burócratas de esta hora, es la tragedia de un pueblo que,
acuñando una épica cívica, responsable, limpia y ordenadamente plebiscitó a la
dictadura.
Falta camino por recorrer, pero superaremos todo esto con el favor de Dios.
Y, de nuevo, quedará una inmensa lección de alcance universal: nunca más
tropezar con la misma piedra.
19/07/2017:
Breve nota LB: Una curiosidad, pues, un portal que nunca había visitado ha reflejado tres entregas nuestras, pero - ¿será mexicano? - nos remiten al célebre arquitecto. Procurando un motivo gráfico distinto a la fuente de la cual tomaron la nota, le ha sido más fácil no hurgar en la galería.La fotografía de cabecera es nuestra, 05/07/2017, Palacio Legislativo. Por cierto, excepto Guayoyo en Letras, esta semana no publicamos el acostumbrado lunes. Fue inevitable hacerlo ayer: un texto para las redes. No sabemos si es lo adecuado, por su difusión, etc., liberándonos de los cuatro o cinco artículos semanales contentivos de errores y todo lo demàs. Aunque siempre hay mucha tinta pendiente.
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