Aures habent et non audient
Guido Sosola
La tal constituyente dice
acercarse y, aunque tienen oídos, sus envalentonados promotores dicen no
escuchar. Al violentar la Constitución que los legitimó alguna vez,
independientemente de lo que creamos respecto a aquél 1999, pierden lo poco que
les queda en esa rifa lanzada por Nicolás Maduro para mantenerse a como dé
lugar en el poder, abrir algunas puertas para que otros de los suyos regresen
al ruedo político e, incluso, los más ingenuos partidarios prueben la pequeña ventana
que se les ofrece para acceder o intentar acceder a todo lo que se les ha
negado por estos años, por más que el fanatismo haya sido su mejor estandarte.
Las grandes mayorías del país,
firmes y decididas, aunque sientan el peso macabro de la represión, saben que
están ganando la pelea, a un precio demasiado alto, comprendiendo que la
existencia misma de la República está en juego, ya que – en definitiva – es la
existencia propia. Al momento de
suscribir estas notas, no está clara la programación de los actos oficiales,
añadido el desfile militar que, con todo, fue tradición por esta fecha. Y es
que poco importa, ya a que los sordos del poder establecido nada
les importa, siendo los que han ultimado la independencia venezolana sobre la
cual huelga comentar en un siglo XXI al que nos falta todavía por llegar.
El plebiscito convocado por la
oposición para el 16 de julio venidero, está acuñado por un 5 de Julio que
estamos aprendiendo a reivindicar, ya lejos de los privilegios y comodidades que
el petróleo prodigó. Venezuela no nació de un barril de pólvora, sino – precursora continental – lo
hizo a través de un Congreso General. Vale decir, nació de un acto de
deliberación. Y, con todas sus fallas, con una Constitución que, a nuestro
juicio, esencialmente ha sido la misma, modificada veinte y tantas veces a lo
largo de la historia, de las más avanzadas para la época: ¿quién puede pedirle que ipso facto la Carta de 1811 permitiese
la elección universal, directa y secreta de los gobernantes, que superara por
decreto el modo de producción esclavista, que previera el cambio climático y el
habeas data?
Disculpándonos por la
digresión, fue un paso fundamental de la civilidad de entonces, la que luego se
tragó la guerra, extraordinariamente valiente, e, incluso, con un diputado
disidente, como José Vicente de Maya, proveniente de La Grita, que interpretó
su representación como un simple y estricto mandato. Quienes declararon la
independencia, no cupieron todos en el celebérrimo cuadro de Juan Lovera, hecho
muy después, mas hicieron historia. Y quizá porque, en un momento determinado,
en la vida política no están todos los que son ni son todos los que están.
El acto unitario de la oposición
por el cual convoca al plebiscito, con sus Maya agazapados o abiertos, se
acerca bastante al de aquél 5 de Julio y, cuando la historia consiguiente
hable, estarán todos los que son y serán todos los que están, en la calle y en el tintero
infatigablemente, pensando y haciendo. Demasiado diferentes a los realistas de esta hora, sí, los que
pelean por los reales que quedan en las bóvedas del Estado, que ensayan con una
lotería destinada al fracaso: la tal constituyente. Demasiados cercanos a los
presos y perseguidos de ahora.
Reproducción y breve nota GS: Desfile militar en
el hipódromo de El Paraíso. El Universal, Caracas, 1913. Evidentemente, la Oradora de Orden, Inés Quinterro, erró al referirse a los desfiles milutares alusivos del 5 de julio, propio de los años '40.
05/07/2017:
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