viernes, 14 de julio de 2017

DE LA SÓRDIDA REVANCHA ANTI-BELLISTA



De la putrefacción del lenguaje

Luis Barragán

Teniendo por hábito el día lunes para publicar nuestros modestos textos, nos adelantamos por obvias razones. La jornada cívica del venidero domingo 16, la que hará historia, requiere de toda nuestra atención.

Por lo pronto, aun naturalmente inquieta el consabido asedio, asalto y secuestro de la Asamblea Nacional (AN) que, a la semana siguiente, se convirtió en un cerco para evitar a todo trance la entrada de los periodistas, frustrando una sesión que debió – de todos modos – celebrarse. De una manera u otra,  luce inevitable la explicación por el oficialismo agresor, pues, a nadie engañó, engañándose a sí mismo, Maduro Moros al comentar su extrañeza y disposición para investigar lo acaecido en un pésimo acto histriónico que nos remite a situaciones más remotas que, alguna vez, dijimos superar.

Ampliamente difundida, la presunta comunicación radial entre los grupos paramilitares y los elementos de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) que perfeccionaron el delito en la AN, constituye todo un documento histórico al evidenciar la pérdida de cualquier escrúpulo, sentido político y, sobre todo, la del lenguaje. Éste, pútrido, sólo sirve para señalar y apuntar al enemigo cual mira telescópica, al que ni siquiera logran caracterizar excepto las obscenas coletillas de un revanchismo desprovisto del más mínimo pudor, amarrándose a las consignas,  imitando las arengas miraflorinas, sucio ya el tímpano de esas arengas que dicen adivinar a un gusano, a un apátrida, a un maldito ante la vista.

Quien se dice el coordinador nacional de un colectivo, aseguró recientemente que, el día 5 de julio, desearon mostrar su descontento a través de un plantón, manifestando “cívica, pacífica y lícitamente” frente a la sede legislativa, bajo la provocación de los “infiltrados dentro del parlamento”, retirándose porque les “estaban lanzando objetos contundentes”. Como si faltase otro detalle, aseguró que una persona de la seguridad de palacio les abrió la puerta para emboscar a tan pacíficos, serenos y monacales  manifestantes (http://www.noticierodigital.com/2017/07/jorge-navas-oficialistas-protestaron-pacificamente-frente-a-la-an-el-5-de-julio/).

De acuerdo a la nota, quizá  porque los suyos piden una mínima explicación u orientación – digamos – ética de sus actos,  el vocero del llamado colectivo no apeló a las coletillas acostumbradas, sino a un doble recurso no elevará demasiado la moral de los suyos. De un lado, maniobró con los términos que frecuentemente emplea el enemigo y, lejos de contaminarlos o vaciarlos de contenido, el hurto inadvertido los reforzó y condujeron al referente opositor; y, por el otro, sus partidarios saben que mintió descaradamente, haciendo del absurdo un acto de ridiculez en que no quisieran retratarse.

Descompuesto el lenguaje, insuficiente la producción de eufemismos del poder establecido, renunciando por un instante a los movimientos corporales que los auxilian, violentándose a sí mismos con el despliegue de una violencia inaudita, estos dirigentes pierden las palabras confiscadas por el propio régimen que defienden, quedando a la merced de los adversarios y condenados a la reinvención fantasiosa de los hechos transcurridos. Nos permitimos recordar el descubrimiento de  una entrevista digital realizada a Luisa Etxenike, devorando por aquellos días  dos de sus novelas, que influyó en la intervención que hicimos en una sesión plenaria de la AN a principios de 2015: la diferencia entre una democracia de 40 mil palabras y otras de un mil que, al perderlas, dejan de ser simplemente democracias.

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