De la putrefacción del lenguaje
Luis Barragán
Teniendo por hábito el día lunes para publicar nuestros modestos textos,
nos adelantamos por obvias razones. La jornada cívica del venidero domingo 16,
la que hará historia, requiere de toda nuestra atención.
Por lo pronto, aun naturalmente inquieta el consabido asedio, asalto y
secuestro de la Asamblea Nacional (AN) que, a la semana siguiente, se convirtió
en un cerco para evitar a todo trance la entrada de los periodistas, frustrando
una sesión que debió – de todos modos – celebrarse. De una manera u otra, luce inevitable la explicación por el
oficialismo agresor, pues, a nadie engañó, engañándose a sí mismo, Maduro Moros
al comentar su extrañeza y disposición para investigar lo acaecido en un pésimo
acto histriónico que nos remite a situaciones más remotas que, alguna vez,
dijimos superar.
Ampliamente difundida, la presunta comunicación radial entre los grupos
paramilitares y los elementos de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) que
perfeccionaron el delito en la AN, constituye todo un documento histórico al
evidenciar la pérdida de cualquier escrúpulo, sentido político y, sobre todo,
la del lenguaje. Éste, pútrido, sólo sirve para señalar y apuntar al enemigo
cual mira telescópica, al que ni siquiera logran caracterizar excepto las
obscenas coletillas de un revanchismo desprovisto del más mínimo pudor, amarrándose
a las consignas, imitando las arengas
miraflorinas, sucio ya el tímpano de esas arengas que dicen adivinar a un
gusano, a un apátrida, a un maldito ante la vista.
Quien se dice el coordinador nacional de un colectivo, aseguró
recientemente que, el día 5 de julio, desearon mostrar su descontento a través
de un plantón, manifestando “cívica, pacífica y lícitamente” frente a la
sede legislativa, bajo la provocación de los “infiltrados dentro del
parlamento”, retirándose porque les “estaban lanzando objetos contundentes”.
Como si faltase otro detalle, aseguró que una persona de la seguridad de
palacio les abrió la puerta para emboscar a tan pacíficos, serenos y monacales manifestantes (http://www.noticierodigital.com/2017/07/jorge-navas-oficialistas-protestaron-pacificamente-frente-a-la-an-el-5-de-julio/).
De acuerdo a la nota, quizá porque los suyos piden una mínima explicación
u orientación – digamos – ética de sus actos,
el vocero del llamado colectivo no apeló a las coletillas acostumbradas,
sino a un doble recurso no elevará demasiado la moral de los suyos. De un lado,
maniobró con los términos que frecuentemente emplea el enemigo y, lejos de
contaminarlos o vaciarlos de contenido, el hurto inadvertido los reforzó y
condujeron al referente opositor; y, por el otro, sus partidarios saben que
mintió descaradamente, haciendo del absurdo un acto de ridiculez en que no
quisieran retratarse.
Descompuesto el lenguaje, insuficiente la producción de eufemismos del
poder establecido, renunciando por un instante a los movimientos corporales que
los auxilian, violentándose a sí mismos con el despliegue de una violencia
inaudita, estos dirigentes pierden las palabras confiscadas por el propio
régimen que defienden, quedando a la merced de los adversarios y condenados a la
reinvención fantasiosa de los hechos transcurridos. Nos permitimos recordar el
descubrimiento de una entrevista digital
realizada a Luisa Etxenike, devorando por aquellos días dos de sus novelas, que influyó en la
intervención que hicimos en una sesión plenaria de la AN a principios de 2015:
la diferencia entre una democracia de 40 mil palabras y otras de un mil que, al
perderlas, dejan de ser simplemente democracias.
Ilustración: Andrés Bello, daguerrotipo tomado a la edad aproximada de 70 años.
15/07/2017:
http://venezuela.concentradonoticias.com/opinion/luis-barragan-de-la-putrefaccion-del-lenguaje/
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