lunes, 17 de marzo de 2014
NUEVO COMIENZO
De la (in) sinceridad gubernamental
Luis Barragán
“Nuestro tiempo es el fin de la
historia como futuro imaginable
o previsible. Reducidos a un
presente que se angosta más y más,
nos preguntamos: ¿a dónde vamos?; en
realidad deberíamos preguntarnos:
¿en qué tiempo vivimos?”
Octavio Paz (*)
Planteado como un proyecto benigno, decoroso, limpio y rayano en la ingenuidad, década y media después deja ver los gruesos colmillos de una colosal estafa política. Mil veces denunciado y resistido, logró las grandes maniobras circenses del engaño hasta que se impuso el dramático peso de la sinceridad, inevitable en toda crisis.
Curiosamente, el ocupante de Miraflores ahora invoca la majestad presidencial que, décadas atrás, burlaba su antecesor, como respuesta al estudiantado. Mientras se ejerza, hay una concepción primaria del poder que tiene una escasa distancia con el derecho divino alegado por los reyes medioevales en apuros, empleada la fuerza bruta ante el natural y desesperado reclamo que generan los extraordinarios índices de criminalidad y desabastecimiento. E, incluso, por la sórdida relación con la dictadura que agobia a los cubanos.
En efecto, una relación que jamás fue la del gesto circunstancial de solidaridad, como al principio quiso apañarse, sino – más confidencial que abierta – ha estructurado un compromiso que lesiona gravemente nuestra soberanía. Materias como la de seguridad y defensa, junto a la comercial, subordinan y dejan como letal distracción las de salubridad, deporte y turismo, hipotecando nuestro destino como país – hay que subrayarlo – precursor de la independencia americana.
El nuestro es un socialismo que se perfecciona con el parasitaje de La Habana, obligando al alza de la gasolina para mantener el generoso subsidio a la refinería de Cienfuegos. Acerbamente criticada, puede decirse que la vieja relación con la Misión Militar estadounidense se parece más a la aplicación de un manual de los buenos modales, al lado de la humillante y palpable penetración cubana de nuestra Fuerza Armada.
Negado con antelación respecto a los celebérrimos círculos bolivarianos, hoy los llamados colectivos asumen el terrorismo de Estado que, más adelante, intentando las comunas, dibujarán el equivalente de los insulares comités de defensa de la revolución. Anunciado en enero próximo pasado, la reforma a las leyes electorales promete la realización de la democracia participativa de masas, según el eufemismo que garantiza la sofocante hegemonía de un partido.
El del siglo XXI, según la febril imaginación bautismal de sus impulsores, en nada se diferencia del socialismo real que se derrumbó tiempo atrás, excepto la corajuda resistencia que provoca. Hemos arribado a una propuesta arqueológica, malvada, indigna, marrullera y aciaga, que dijimos superar debido a la evidente e infausta experiencia acumulada en otras partes del mundo que se angosta.
Comenzando de nuevo, Venezuela vive tiempos de reivindicación de la democracia, las libertades públicas, la justicia social y el desarrollo económico que supusimos definitivamente reconocidas y conquistadas acá y en el mundo entero. De nada valen las trampas del lenguaje, pues, al sincerar su vocación totalitaria, el régimen ha recibido la bofetada de la activa denuncia juvenil que se convierte en ejemplo universal.
(*) “El arco y la lira”, 1956, p. 265
http://www.noticierodigital.com/2014/03/de-la-in-sinceridad-gubernamental/
http://www.noticierodigital.com/forum/viewtopic.php?t=1022433
Fotografía: VENTE, marcha de Ciudad Bolívar (Caracas, 14/03/14).
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