lunes, 17 de marzo de 2014

MIEDO

NOTITARDE, Vañencia, 16 de marzo  de 2014
"Caminando con Cristo"
"Levántense, no tengan miedo" (Mt.17, 1-9)
Pbro. Lic. Joel de Jesús Núñez Flautes

El texto del evangelio, en este segundo domingo de cuaresma, nos presenta la escena de la Transfiguración del Señor, que es recogida por los tres evangelios sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas) y que deja ver que fue un acontecimiento muy importante en la vida pública de Nuestro Salvador y que marcó la vida de sus apóstoles y discípulos. Este acontecimiento sucedió en el marco de los anuncios de la pasión, muerte y resurrección que Jesús manifestó ante sus apóstoles y que ellos en un principio no llegaron a entender, porque dentro de sus esquemas no se concebía la idea de un mesías que sufriera derrota, sino al contrario que con poder político viniera a librar al pueblo de Israel de sus enemigos extranjeros, en este caso los romanos.
La Transfiguración, por tanto, viene a ser un acontecimiento a favor de los apóstoles y discípulos; viene a ser como un bálsamo en el camino hacia el Calvario; un llamado a la esperanza, a confiar en Cristo, en creer en Dios y creerle a Dios a pesar que los vientos se sientan contrarios y que se piense que todo está perdido. Jesús enseña a sus discípulos que hay una esclavitud peor, más aguda que la de los romanos y es la esclavitud del pecado que lleva a la muerte eterna y de esa es que vino a liberarnos y por eso toma y acepta el camino de la cruz, para rescatarnos, de una vez para siempre, del pecado y de la muerte. Jesús sabía que los tiranos, los que oprimen a los pueblos son una expresión más del mal en el mundo, que hunde sus raíces en el pecado, en la raíz de todo mal que es pretender sacar a Dios de nuestras vidas, de darle la espalda y buscar la idolatría del poder, el tener y el placer, como no los recordaba el texto del evangelio del domingo pasado con las tentaciones de Jesús en el desierto.
Jesús, en lo alto del monte, muestra su condición divina a sus discípulos acobardados, desesperanzados, llenos de perplejidad y dudas. Se transfigura delante de ellos para que sepan y comprendan cuál es la meta, el fin y puedan tener fuerzas cuando llegue el momento de la crucifixión. Tan extraordinario sería aquel momento que Pedro expresó lo bien que se estaba allí cuando vieron al lado de Jesús a Moisés y Elías y les bastaba con contemplar aquello; escucharon la voz del Padre, que al mismo tiempo les invitaba a escuchar al Hijo y a seguirlo con fe. De la escucha a la acción.
Los apóstoles, como es comprensible, sintieron miedo ante aquel acontecimiento; pero este miedo era de contemplar cuán grande es la Gloria de Dios que nos desborda; ellos traían otro miedo; la angustia de no entender al Señor, de no comprender sus caminos, de renunciar a sus esquemas y asumir los de Jesús y seguirlo hasta el final. Por eso Jesús les dice que no tengan miedo, que se levanten, que no se acobarden, que perseveren, que sabiendo la Gloria que nos aguarda vale la pena seguir adelante a pesar de lo duro del camino, de las adversidades, tentaciones o de lo fuerte que sea la crisis. Dios vence y quien lo sigue alcanza la victoria y la gloria que Él nos alcanzó en el madero de la cruz. Por su pasión y muerte hemos sido salvados y su Transfiguración nos recuerda el poder de Cristo, la Gloria del Padre y cuál es nuestro destino cuando seguimos con fe a Cristo, cuando ponemos en Él nuestra confianza.
La Transfiguración nos anuncia y recuerda que Jesús es Dios, el Hijo del Padre eterno que tiene poder sobre el pecado y la muerte; que Él es nuestro único Mesías y Salvador y que seguirlo y creer en Él disipa el miedo y la desesperanza. Con Jesús el creyente supera cualquier adversidad, incluida la muerte, porque Él ofrece vida eterna, vida junto a Dios para siempre, en su Gloria.
Dejémonos transfigurar por Cristo, por su amor; que su luz nos alcance y nos ayude a vencer la oscuridad del pecado, el camino del mal. Dios vence y promete al cristiano victoria y gloria.
IDA Y RETORNO: Muy triste y condenable las muertes que han sucedido en este mes de protestas en Valencia y todo el país. Son venezolanos los que han perdido la vida, han sido asesinados y esto no puede quedar impune. Los cristianos católicos no podemos ser indiferentes ante esto; no podemos acostumbrarnos al mal, al contrario, necesitamos ser predicadores de la Buena Noticia del Evangelio que es vida, amor, paz, unidad, reencuentro, perdón, justicia, libertad y luz de Dios para el camino. Oremos por Venezuela, pidamos al Señor que nos regale una Venezuela en progreso, en bienestar para todos, sin importar color político o condición social o creencia; que disfrutemos de una país en plena democracia y donde los pobres, los que menos tienen puedan aspirar y lograr vivir mejor, crecer integralmente y así tener un país donde todos nos encontremos como hermanos, como siempre hemos sido los venezolanos. Jesús y María nos bendigan.

Cfr. Isabel de Tenreiro:
http://elimpulso.com/articulo/buena-nueva-transfiguracion-y-entrega#
Fotografía: LB, Iglesia de La Coromoto al finalizar la tarde  (Caracas, 16/03/14).

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