San Mateo (4,1-11)
Nuestra gran tentación
José Antonio Pagola
La escena de “las tentaciones de Jesús” es un relato que no hemos de interpretar ligeramente. Las tentaciones que se nos describen no son propiamente de orden moral. El relato nos está advirtiendo de que podemos arruinar nuestra vida, si nos desviamos del camino que sigue Jesús.
La primera tentación es de importancia decisiva, pues puede pervertir y corromper nuestra vida de raíz. Aparentemente, a Jesús se le ofrece algo bien inocente y bueno: poner a Dios al servicio de su hambre. “Si eres Hijo de Dios, manda que estas piedras se conviertan en panes”.
Sin embargo, Jesús reacciona de manera rápida y sorprendente: “No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de boca de Dios”. No hará de su propio pan un absoluto. No pondrá a Dios al servicio de su propio interés, olvidando el proyecto del Padre. Siempre buscará primero el reino de Dios y su justicia. En todo momento escuchará su Palabra.
Nuestra necesidades no quedan satisfechas solo con tener asegurado nuestro pan. El ser humano necesita y anhela mucho más. Incluso, para rescatar del hambre y la miseria a quienes no tienen pan, hemos de escuchar a Dios, nuestro Padre, y despertar en nuestra conciencia el hambre de justicia, la compasión y la solidaridad.
Nuestra gran tentación es hoy convertirlo todo en pan. Reducir cada vez más el horizonte de nuestra vida a la mera satisfacción de nuestros deseos; hacer de la obsesión por un bienestar siempre mayor o del consumismo indiscriminado y sin límites el ideal casi único de nuestras vidas.
Nos engañamos si pensamos que ese es el camino a seguir hacia el progreso y la liberación. ¿No estamos viendo que una sociedad que arrastra a las personas hacia el consumismo sin límites y hacia la autosatisfacción, no hace sino generar vacío y sinsentido en las personas, y egoísmo, insolidaridad e irresponsabilidad en la convivencia?
¿Por qué nos estremecemos de que vaya aumentando de manera trágica el número de personas que se suicidan cada día? ¿Por qué seguimos encerrados en nuestro falso bienestar, levantando barreras cada vez más inhumanas para que los hambrientos no entren en nuestros países, no lleguen hasta nuestras residencias ni llamen a nuestra puerta?
La llamada de Jesús nos puede ayudar a tomar más conciencia de que no sólo de bienestar vive el hombre. El ser humano necesita también cultivar el espíritu, conocer el amor y la amistad, desarrollar la solidaridad con los que sufren, escuchar su conciencia con responsabilidad, abrirse al Misterio último de la vida con esperanza.
http://odresnuevos.wordpress.com/evangelio-domingos/evangelio-9-marzo-2014/
Cfr. José Martínez de Toda (SJ): http://radioevangelizacion.org/noticia/reflexion-al-evangelio-dominical-no-solo-pan-vive-hombre
Isabel Vidal de Tenreiro: http://elimpulso.com/articulo/buena-nueva-el-combate-espiritual#
Notitarde, Valencia, 9 de marzo de 2014
"Caminando con Cristo"
El camino cuaresmal (Mt.4, 1
Pbro. Lic. Joel de Jesús Núñez Flautes
El miércoles pasado, con el llamado "Miércoles de Ceniza", los cristianos católicos hemos iniciado el tiempo de cuaresma, cuarenta días que nos preparan a la celebración de la pasión, muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo; un tiempo especial para acompañar a Jesús camino al Calvario, para llevar nuestra propia cruz detrás de Él, para luego resucitar, encontrar la paz, la fortaleza, la alegría, la vida plena en este mundo y después la vida eterna, que de una vez para siempre, nos alcanzó Jesús en el madero de la cruz.
La cuaresma es un tiempo donde la misma Palabra de Dios nos invita a intensificar la vida de oración; es decir, nuestro diálogo amoroso y confiado con Dios, que sabemos nos ama y está atento a nuestras necesidades y nos acompaña en el caminar de nuestra existencia; también el ayuno, que significa privarnos de comer algo o hacer algo que nos causa placer o gusto y ofrecérselo a Dios como un pequeño sacrificio, poniendo delante de Él una petición especial, pidiendo que nos ayude a vencer algo que nos cuesta, a luchar contra el mal, para que Él en su infinita bondad se digne atenderla y si sabe nos conviene y es útil para nuestra vida espiritual nos conceda lo que le pedimos. Dice el mismo Jesús, que hay ciertos demonios que salen con oración y ayuno. Cuaresma también es tiempo para la penitencia; es decir, revisar nuestra vida, arrepentirnos del pecado cometido, del mal que descubrimos en nosotros y decidirnos a ser mejores; para esto Jesús ha dejado el sacramento de la confesión o de la penitencia, para perdonarnos los pecados y ayudarnos a vencer el mal. Sobre todo en la cuaresma se nos invita a intensificar la caridad, el amor, la misericordia para con el otro. Una fe sin obras de amor está muerta, un cristiano que dice tener fe y seguir a Cristo, pero que tiene su corazón endurecido, cerrado al perdón, indiferente a las necesidades de sus hermanos, lleno de egoísmo, de maldad y odio, no ha conocido realmente ni ha dejado que el amor de Dios lo llene y transforme. Por eso, la caridad es un llamado que de manera especial Jesús nos hace en este tiempo que nos prepara a la Pascua. La cuaresma, en fin, nos hace un llamado a convertirnos, a volver a Dios, a seguir los pasos de Jesús, a vivir un cristianismo auténtico, sobre todo en el amor a Dios y al prójimo, con el que más sufre.
Cuando un cristiano, llamado por Dios a vivir en su amor, decide seguir a Cristo, siempre en el camino encontrará tentaciones, situaciones, acontecimientos, personas, el mismo demonio que querrá apartarlo del camino de Dios. Tal como le sucedió a Jesús en su vida pública y que en el momento de prepararse para manifestarse a Israel, fue al desierto en oración y ayuno y allí se le apareció el demonio poniéndole una serie de tentaciones, en el placer, el poder y el tener, las cuales fueron superadas por Jesús, por estar en todo momento en encuentro profundo con su Padre Dios. No olvidemos que Jesús fue plenamente humano también, el Hijo de Dios, pero humano, menos en el pecado y fue sometido a la tentación, como le sucede a cualquier persona; pero Él claro de quién era y unido a su Padre eterno, pudo vencer y ahuyentar al mal, al mismo demonio y salió fortalecido. No será la última vez que el demonio viniera a tentarle, burlarse, ponerle pruebas, zancadillas, venderle mentiras como verdades; serán muchas veces, pero siempre Jesús venció, hasta que definitivamente en el madero de la cruz venció a la muerte, al pecado, al mal y al demonio para siempre. Desde allí y por Él, con Él y en Él, es que el cristiano, su discípulo puede vencer al mal, al demonio, puede superar las tentaciones y alcanzar realmente lo que llena la vida y le da auténtico sentido. Desde el bautismo, cuando Jesús nos donó su Espíritu Santo, tenemos la capacidad, el poder espiritual para vencer las tentaciones, para ahuyentar al mal y salir victoriosos en Cristo.
Aprovechemos este tiempo de cuaresma para orar, hacer ayuno, acercarnos al sacramento de la confesión y vivir la caridad y así iremos creciendo y fortaleciendo nuestra amistad con Dios.
IDA Y RETORNO: Agradezco al Señor porque el pasado viernes 7 de marzo, mi querida mamá Evangelia cumplió 77 años. Jesús la siga bendiciendo, junto a mi papá y toda la familia.
El Seminario de Valencia, junto a mi persona y otros hermanos sacerdotes del Equipo formativo, participamos, días atrás, en dos encuentros de oración ecuménica por la paz en Venezuela, guiados por la Iglesia Católica y promovido por la Alcaldía de San Diego, en el Parque Metropolitano de ese municipio. Asistieron muchas personas, pastores de algunas iglesias evangélicas y tuvimos la oportunidad de encontrarnos y pedir a Dios por nuestro país que vive momentos difíciles. Agradecemos al Alcalde Enzo Scarano por ésta iniciativa y a todas las personas que con fe y devoción asistieron a éste encuentro espiritual.
Fotografía: Postrimerías de la misa del Padre J.V. Ramírez Meza, muestra los niños de la catequésis con sus dibujos llamando a la paz entre los venezolanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario