lunes, 24 de marzo de 2014

PRECISIONES

EL NACIONAL, Caracas, 24 de marzo de 2014
Montaje: Desborde militarista
Diómedes Cordero

César Cansino, en el prólogo a En los bordes de la democracia. La militarización de la política venezolana (Mérida: Centro de Investigaciones de Política Comparada y Consejo de Estudios de Postgrado, Universidad de Los Andes, 2010), del politólogo y académico, escritor, ensayista y editor, José Antonio Rivas Leone, excede, desborda, la definición de la lista de para sinónimos del prefacio, de la que forma parte el prólogo: “toda especie de texto liminar (preliminar o posliminar) autoral o alógrafo, que constituye un discurso producido a propósito del texto que sigue o que precede”, como señala Gérad Genette. Cansino no sólo asegura “al texto una buena lectura”, sino que a partir de las condiciones del contexto de la escritura del texto: “De entrada me queda claro que escribir con objetividad sobre la Venezuela de hoy y desde Venezuela es una tarea complicada y arriesgada, sobre todo para un venezolano, pues los tiempos no son favorables para el pensamiento crítico y honesto”, reconoce el rigor y el carácter académico y la valentía intelectual de Rivas Leone: “no dudo que el presente libro sea señalado por los partidarios del régimen chavista como un panfleto reaccionario, y su autor, como un enemigo de la revolución y el pueblo”, independientemente de que Rivas Leone “no hace más que presentar, con las herramientas que le provee su sólida formación científica, los resultados de sus investigaciones sobre la realidad política de su país”. Cansino destaca el celo científico de la escritura de Rivas Leone, al tiempo que observa la paradoja de la verdad develada: “Rivas Leone se cuida, quizá demasiado, de utilizar adjetivos o expresiones altisonantes para descalificar o denostar a ciertos actores o acciones. En ese sentido, su prosa no puede ser más mesurada y aséptica. Es la prosa de un científico. El problema está en que el científico no puede renunciar a buscar la verdad, y en esa búsqueda Rivas Leone exhibe una instantánea de la Venezuela de Chávez sin concesiones ni retoques, una fotografía que muchos preferirían no ver y que otros simplemente negarán antes que perder su fe ciega en el caudillo providencial”.
Los seis ensayos que conforman En los bordes de la democracia: El Pacto de Punto Fijo y la formación de la democracia en Venezuela; Gobernabilidad e ingobernabilidad democrática en Venezuela; Antipolítica y populismo autoritario. Hugo Chávez Frías (1998-2009); Decadencia de los partidos y militarización de la política en Venezuela;  Asedio y transfiguración de la democracia en Venezuela; y, Venezuela actual: en los bordes de la democracia; “leídos en conjunto” –según Cansino– permitirían esclarecer las interrogantes como las causas que pudieran hacer inteligible “el ascenso al poder de un personaje tan controvertido como Hugo Chávez, las razones que explican su permanencia en el gobierno, las implicaciones devastadoras que su paso por la presidencia ha supuesto para la democracia venezolana, las características de la creciente militarización que ha experimentado el país andino en la última década, los cambios culturales que la sociedad venezolana ha sufrido como consecuencia de la crisis de los partidos tradicionales y del inicio de una nueva era populista y personalista del ejercicio del poder, los cambios constitucionales destinados a apuntalar al nuevo régimen y asegurar su continuidad, entre otros muchos aspectos del presente político venezolano”.
Exhortado por Rivas Leone, Cansino ensaya su “propia caracterización de los hechos por él (Rivas Leone) analizados, y así intentar con humildad cerrar un círculo que el autor deja abierto deliberadamente”. Esta especie de metaprólogo de Cansino tendría la justificación en lo que el propio Cansino define como una tensión curiosa en la que se mueven los ensayos de Rivas Leone: “Por una parte, tratan de ser lo suficientemente prudentes a la hora de calificar los hechos; y por la otra, resultan implacables a la hora de describirlos. Quizá por ello, Rivas Leone se cuida de juzgar al chavismo como una tiranía personalista, pero al mismo tiempo demuestra que la democracia venezolana terminó sucumbiendo en manos de una nueva clase política, encabezada por Chávez, que supo imponerse hábilmente sobre la clase precedente, concentrada en los dos partidos históricos de la era de mayos estabilidad”. Cansino procede a calificar, “con mis propios adjetivos, lo que el autor prefiere, quizá para evitarse descalificaciones viscerales por parte de los aduladores de Chávez, describir con conceptos”; es decir, a completar o suplantar la razón académica de la neutralidad, el poco espacio que “a la divagación o aquiescencia ideológica” deja el enfoque politológico de Rivas Leone, por una mirada más política, comprometida y pasional, sostenida en la diferencia en que Cansino, al no ser venezolano, no tendría temor alguno por la recepción que pudiera hacer el chavismo de sus criterios y juicios. Donde Rivas Leone escribe correcta e ilustradamente: “la democracia venezolana experimenta en la actualidad una situación de bloqueo y postración institucional”, para Cansino significa “que la democracia venezolana simplemente feneció con la llegada de Chávez al poder, quien se encargó de sepultarla y crear en su lugar un régimen autoritario y tiránico de corte populista y personalista, disfrazado de decretismo plebiscitario”. Donde Rivas Leone afirma que “las reformas promovidas por Chávez afectan no sólo la gobernabilidad y funcionamiento de la democracia en Venezuela que se encuentra asediada y bordeando formas y estilos atentatorios contra su esencia y preceptos”, Cansino dice “que al buscar perpetuarse en el poder por todos los medios, Chávez se cargó la democracia, las instituciones y el Estado de derecho”.
Cansino en los comentarios de su metaprólogo a los seis capítulos de En los bordes de la democracia crítica y juzga, como complemento o suplantación, en un diálogo entre iguales, cada uno de los ensayos de Rivas Leone. Considera “correcta pero insuficiente”, en el capítulo sobre la crisis de representatividad de los partidos políticos venezolanos, en la última década del siglo XX, la correspondencia que Rivas Leone hace de esta con una tendencia global de una crisis de la representación, al no develar la importancia de “la corrupción desmedida y voraz de las cúpulas de los dos partidos venezolanos, AD y Copey, y como tal selló su virtual muerte política, abriendo el camino al régimen autoritario y personalista de Chávez”. En el capítulo sobre gobernabilidad e ingobernabilidad que Rivas Leone se explica mediante el análisis de “indicadores precisos” que permiten medir “la eficacia  y el desempeño del gobierno federal antes y durante el chavismo”,  Cansino prefiere estudiar el problema dentro de las teorías de las transiciones: del colapso de la democracia al inicio de una transición de un régimen democrático a un régimen autoritario, mediante el ascenso de Chávez al poder por la vía del sufragio. En el capítulo sobre el populismo, Cansino reconoce el impecable estudio de Rivas Leone de “los resortes antipolíticos y mesiánicos del discurso de Chávez”, pero resalta que Chávez “inaugura para América Latina un nuevo tipo de populismo, una síntesis de posiciones antipolíticas y nacionalistas y de posiciones socialistas, antiimperialistas y antineoliberales, quizás alentado por los problemas que ha dejado a su paso el neoliberalismo en la región”. Finalmente, en los tres capítulos restantes sobre el desborde de la militarización, los rasgos autoritarios del chavismo y las reformas constitucionales centradas en la reelección indefinida, Cansino sin desconocer la importancia y los resultados de la investigación de Rivas Leone, opta por unos apuntes personales en los que considera “un momento crucial que marca el fortalecimiento de Chávez y su afianzamiento en el poder: el efímero y muy sospechoso golpe de Estado del que presuntamente fue víctima en 2002”.
El relato personal de Cansino, enmarcado en la tensión entre democracia y tiranía, populismo y sociedad civil, servidumbre y libertad, civilismo y militarismo, recobra en el postchavismo –devenido tras la desaparición de Chavéz– una insospechada actualidad: al manifiesto desborde militarista del gobierno de Nicolás Maduro y su estela de represión, tortura y muerte, la sociedad venezolana representada en la vanguardia de sus jóvenes estudiantes y en la sociedad civil y en los partidos de la alternativa democrática le opone, democrática y pacíficamente,  sus deseos y voces y aires legítimos de libertad. En los bordes de la democracia, de José Antonio Rivas Leone, “un demócrata y un ciudadano”, se prefigura la misma preocupación: “Es la hora de que los ciudadanos decidamos nuestro futuro”.

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