LA RAZÓN, Caracas, año XX, nr. 1001 del 16 al 23 de marzo de 2014, pp. 1 y 6
Luis Barragán, diputado: “La MUD
ha de replantearse de acuerdo a las circunstancias actuales”
“El gobierno sospecha de todo y de todos”
“Se inventan mecanismos de
investigación y persecución, replanteándolos constantemente como si fuese el
problema que en verdad no lo deja dormir”
Enrique Meléndez
El diputado Luis Barragán afirma
que si es de hablar de la violencia, como lo destaca el presidente Nicolás
Maduro, o de los antivalores, que predominan en nuestra sociedad, muy azotada
por la delincuencia, son las plantas televisoras y radiales del oficialismo las
principales responsables.
“El lenguaje del poder es tan
violento, sistemáticamente agresivo, de una brutal o sofisticada persecución
contra toda disidencia u oposición que, por supuesto, acarrea consecuencias sociales que el oficialismo no puede
desmentir ni evadir, por más que se queje e inculpe a los demás”, expresa el
diputado Barragán.
El diputado Barragán fue miembro por
tres años de la Comisión Permanente de Cultura y Recreación de la Asamblea
Nacional, y repentinamente lo transfirieron finalizando esta semana a la
Comisión de Política Exterior. No olvidemos, se incorporó plenamente a raíz del
allanamiento a la inmunidad parlamentaria de Richard Mardo.
El presidente Nicolás Maduro aseguró que una de las causas de este
flagelo estribaba en el hecho de que las telenovelas fomentaban una serie de
falsos valores ¿Qué piensa usted?
-Evidentemente
que Nicolás Maduro no entiende ni asume responsablemente la realidad
venezolana, porque si hablamos de violencia
son las plantas televisoras y radiales del oficialismo las que
principalmente siembran a la sociedad de antivalores.
“El
lenguaje del poder es tan violento, sistemáticamente agresivo, de una brutal o
sofisticada persecución contra toda disidencia u oposición que, por
supuesto, acarrea consecuencias sociales que el oficialismo no puede desmentir
ni evadir, por más que se queje e inculpe a otros. Además, luce propiamente
como un estereotipo de la Venezuela contemporánea, acusar a las telenovelas y a
las plantas televisoras del sector privado, sin que el Estado sepa de una
autocrítica seria y rigurosa que permita – incluso – evaluar la pertinencia de
una hegemonía comunicacional que no social,
asfixiante”.
“Digamos, un examen de conciencia necesario para enmendar la plana, en lugar de mentir colosalmente. El creciente monopolio de medios que ejerce la cúpula de un PSUV prácticamente confundido con el Estado, desemboca y explica una guerra psicológica que tiene importantísimas e indeseables consecuencias. Luego, las crecientes tasas de homicidios de esta larga década y media, se ofrecen como un dato estructural del modelo socialista en boga, junto a la elevada inflación, el desempleo real, etcétera”.
“Sostenemos, por una parte, que la producción de telenovelas del sector privado nacional ha disminuido – valga el término – dramáticamente: ya no las exportamos, como ocurría lustros atrás. Esto es fácil de constatarlo a través de informes especializados y recientes como los del Observatorio Iberoamericano de la Ficción Televisiva (OBITEL) al comparar el llamado contexto audiovisual de los países de la región, de acuerdo a los volúmenes que nos fueron obsequiados”.
“Una autoridad en la materia, como es el profesor Antonio Pasquali, por otra, cita un interesantísimo y revelador estudio: entre los1950 y 1990, tiempos de la Guerra Fría, con predominio de la programación fílmica estadounidense, la tasa de homicidios en Venezuela fue de 9,08 por cada cien mil habitantes, mermando a partir de 1995. No obstante, la tasa de homicidios en el año 2000, se eleva a 26,4 por cada cien mil habitantes; en 2005, a 45 por cada cien mil habitantes; en 2010, a 57 por cada cien mil habitantes; en 2013, a 79 por cada cien mil habitantes”.
“Casi 25 mil muertes violentas hablan del cierre de 2013, en un país en el que colapsó la industria telenovelística – además – de exportación. Faltando poco, cuando se supone que el Estado vela por la integridad física de los reclusos, siéndole más fácil que salvaguardarla en las calles, las cárceles venezolanas exponen cifras espeluznantes de muertos y que sepamos, no guarda correspondencia alguna con las horas que sus victimarios – encerrados - ahora acumulan frente al televisor para gozar de la serie favorita, reduciendo al absurdo el alegato gubernamental”
“Por cierto, el ministro Rodríguez Torres señaló que la tasa de 2013 era sólo de 39 por cada cien mil habitantes, pero no indicó cómo arribó a una cifra que contrasta con la del Observatorio Venezolano de la Violencia, entidad que tiene el mérito adicional de señalar y especificar la metodología empleada. Valga acotar, algo que no extraña debido a la recurrente manipulación estadística del gobierno: suele maquillar los números, forzar las ecuaciones, subestimar las evidencias, en materia económica, de salud, vivienda, empleo, etc. La caída de la URSS, recordemos, fue precedida por la estrepitosa e inocultable insinceridad de sus estadísticas”.
“ Cornelius Castoriadis decía que el político es prisionero de sus palabras. Y cada vez que habla Nicolás, se nota la angostura de una cárcel ideológica en la que parece sentirse tan a gusto”.
“Digamos, un examen de conciencia necesario para enmendar la plana, en lugar de mentir colosalmente. El creciente monopolio de medios que ejerce la cúpula de un PSUV prácticamente confundido con el Estado, desemboca y explica una guerra psicológica que tiene importantísimas e indeseables consecuencias. Luego, las crecientes tasas de homicidios de esta larga década y media, se ofrecen como un dato estructural del modelo socialista en boga, junto a la elevada inflación, el desempleo real, etcétera”.
“Sostenemos, por una parte, que la producción de telenovelas del sector privado nacional ha disminuido – valga el término – dramáticamente: ya no las exportamos, como ocurría lustros atrás. Esto es fácil de constatarlo a través de informes especializados y recientes como los del Observatorio Iberoamericano de la Ficción Televisiva (OBITEL) al comparar el llamado contexto audiovisual de los países de la región, de acuerdo a los volúmenes que nos fueron obsequiados”.
“Una autoridad en la materia, como es el profesor Antonio Pasquali, por otra, cita un interesantísimo y revelador estudio: entre los1950 y 1990, tiempos de la Guerra Fría, con predominio de la programación fílmica estadounidense, la tasa de homicidios en Venezuela fue de 9,08 por cada cien mil habitantes, mermando a partir de 1995. No obstante, la tasa de homicidios en el año 2000, se eleva a 26,4 por cada cien mil habitantes; en 2005, a 45 por cada cien mil habitantes; en 2010, a 57 por cada cien mil habitantes; en 2013, a 79 por cada cien mil habitantes”.
“Casi 25 mil muertes violentas hablan del cierre de 2013, en un país en el que colapsó la industria telenovelística – además – de exportación. Faltando poco, cuando se supone que el Estado vela por la integridad física de los reclusos, siéndole más fácil que salvaguardarla en las calles, las cárceles venezolanas exponen cifras espeluznantes de muertos y que sepamos, no guarda correspondencia alguna con las horas que sus victimarios – encerrados - ahora acumulan frente al televisor para gozar de la serie favorita, reduciendo al absurdo el alegato gubernamental”
“Por cierto, el ministro Rodríguez Torres señaló que la tasa de 2013 era sólo de 39 por cada cien mil habitantes, pero no indicó cómo arribó a una cifra que contrasta con la del Observatorio Venezolano de la Violencia, entidad que tiene el mérito adicional de señalar y especificar la metodología empleada. Valga acotar, algo que no extraña debido a la recurrente manipulación estadística del gobierno: suele maquillar los números, forzar las ecuaciones, subestimar las evidencias, en materia económica, de salud, vivienda, empleo, etc. La caída de la URSS, recordemos, fue precedida por la estrepitosa e inocultable insinceridad de sus estadísticas”.
“ Cornelius Castoriadis decía que el político es prisionero de sus palabras. Y cada vez que habla Nicolás, se nota la angostura de una cárcel ideológica en la que parece sentirse tan a gusto”.
“No soy especialista en la materia, aunque me ha interesado indagarla por el trabajo legislativo que hemos intentado hacer. La telenovela, como en otros ámbitos del arte, estereotipa o estigmatiza para bien o para mal, según la calidad del producto, pudiendo influir profundamente en la sociedad. Hay telenovelas, guionistas y hasta actores extraordinarios, al lado de los peores y hasta mal intencionados. Importan tres datos: la libertad de elegir, ponderándolas adecuadamente; la posibilidad de debatir, porque no debe contentarnos el sólo e interesado juicio del gobierno que, al condenarlas, no las hace mejores que las del sector privado, por lo que apuesta también por estigmatizarlas para liquidarlo, sin competir; y, paradójicamente, el régimen alienta el consumismo electrodoméstico, aunque no consumimos los insumos básicos como los alimentos y medicamentos. Una sociedad consumista, sin consumo”
“Contamos con una experiencia que satisfizo mucho al país, la llamada telenovela cultural, algunas décadas atrás. De modo que no todo ha sido un infierno. Empero, sin tener moral para ello, el gobierno se ha convertido en el telenovelero mayor, versionando sus propios fracasos, pretendiendo esconder las realidades que nos agobian. Una tragicomedia, pues, que se dice interminable aunque ya estamos en los capítulos postreros”.
- Es muy acertada tu observación, porque suscita otras que nos interrogan. Unos se quedaron y no tuvieron la posibilidad de escapar, como el prohibido Rachmaninoff, condenados a aceptar las imposiciones y caprichos del estalinismo, por no citar el caso de la pintura como he tenido ocasión de conversar con Nicomedes Febres sobre la antigua URSS. Mucho tememos que, en el caso venezolano, es demasiado pedir un planteamiento estético más o menos organizado, meditado, coherente, semejante al llamado realismo socialista.
“La alta burocracia cultural, por lo que ha demostrado, no tiene idea de lo que fue y significó esa polémica y, mucho menos, cuenta con la intención de provocarla, imponiendo orientaciones, pues, eso genera trabajo. Está más cerca del consabido caso de Heberto Padilla, y del socialismo real en su sentido literal: se trata de un privilegiado presupuesto público que los une, y de aprovecharlo al máximo mediante un populismo cultural sin límites, exprimiendo toda la demagogia que les sea posible”.
“La actual dirigencia socialista no guarda relación con los fundadores del Partido Comunista de Venezuela, en cuanto a la hondura de pensamiento, por ejemplo. Decidieron equivocadamente la lucha armada, impulsaron un proyecto que estruendosamente ha fracasado en Cuba, pero tenían una estatura y compromiso muy diferente a los actuales conductores del Estado”.
“No es lo mismo, nuestro caso, plantear en la Asamblea Nacional el Proyecto de Ley Orgánica de Cultura en condiciones tan adversas, con una manipuladora dirección de debate, la estridencia de los palcos y los repetidores de consignas, que haberlo hecho – por ejemplo – con Héctor Mujica. Y hago la observación con mucho respeto y consideración, pero – el texto sancionado y los videos lo demuestran – la cultura del oficialismo tiene por esenciales requisitos la hegemonía del Estado y el presupuesto público a subastar en la vasta clientela política”.
Hace poco fue creado un organismo, que se va a ocupar de decidir lo que
debe salir o no debe salir en los medios de comunicación; de acuerdo a lo que
considera el régimen que atenta o no contra su imagen, y un organismo de este
tipo de censura en el gobierno de López Contreras se intentó establecer, y el
pueblo venezolano se levantó. ¿Significa esto que volvemos a una época
semejante a la gomecista?
“Acá nos estamos metiendo en profundidades, porque en nombre de la post-modernidad se hacen todos estos desafueros, pegando un salto (antes impensable) hacia la pre-modernidad. La relación ciudadanía - Estado no es igual hoy a la de ayer, cierto, pero retrocedemos a etapas que creímos haber superado en Venezuela. El gobierno actual se inventa mecanismos de investigación y persecución, replanteándolos constantemente como si fuese el problema que en verdad no lo deja dormir. Tiene una perspectiva conspiratorial de las personas, el mundo y las cosas que asombra. Sospecha de todo y de todos, moliendo los recursos del Estado, botando un dineral que no es para cuidar de la vida de los venezolanos, precisamente”.
“Acá nos estamos metiendo en profundidades, porque en nombre de la post-modernidad se hacen todos estos desafueros, pegando un salto (antes impensable) hacia la pre-modernidad. La relación ciudadanía - Estado no es igual hoy a la de ayer, cierto, pero retrocedemos a etapas que creímos haber superado en Venezuela. El gobierno actual se inventa mecanismos de investigación y persecución, replanteándolos constantemente como si fuese el problema que en verdad no lo deja dormir. Tiene una perspectiva conspiratorial de las personas, el mundo y las cosas que asombra. Sospecha de todo y de todos, moliendo los recursos del Estado, botando un dineral que no es para cuidar de la vida de los venezolanos, precisamente”.
“López Contreras, un tanto inseguro ante la situación, intentó celebrar la transición reprimiendo a la población, bajo un formato e intereses que heredó, pero hubo la reacción del 14 de Febrero, una magnífica y pujante movilización popular que forzó al lopecismo a administrar, limar o aminorar sus orígenes gomecistas”.
“Además,
se trataba de un gobierno, si valiese la comparación, que tuvo en su gabinete a
figuras como Rómulo Gallegos, Alberto Adriani o Tulio Chiossone, sin
equivalentes actuales. Cual sucursal del G-2, la mayor atención la dispensan
hoy a las entidades y mecanismos de inteligencia, seguimiento y persecución de
toda disidencia, penetrado el medio cultural”.
“Permanece
el espíritu del 14 de febrero de 1936, el espíritu del 23 de enero de 1958; el
espíritu de la inconformidad, de la protesta y de la lucha. Hay una cultura
democrática imposible de pulverizar, así detengan, manden a la peligrosa cárcel
de Puente Ayala, a los jóvenes que pacíficamente protestaron a la delegación
cubana de la Serie del Caribe, tratados tan injusta y abusivamente como
delincuentes comunes”.
Usted forma parte de un grupo de
parlamentarios que se han dado en llamar “La Movida Parlamentaria”. ¿Este es el
primer paso para una salida de la MUD, un organismo muy cuestionado hoy en día,
en un futuro próximo?
-
De hecho, La Movida Parlamentaria está integrada por independientes y
militantes de partidos que forman parte de la MUD. Deseamos un proceso de
discusión que contribuya a relanzar la unidad para que se haga viva y
eficaz, yendo más allá de las direcciones
partidistas que hacen la MUD.
“La
MUD, coordinada por Ramón Guillermo Aveledo,
quien cuenta con todo nuestro respeto y admiración, ha cumplido un
decisivo e importante papel en materia electoral, pero ha de replantearse de
acuerdo a las difíciles circunstancias actuales. Los directivos de los principales partidos
sindicalizados, que conforman y deciden
la Mesa, deben reconocer que necesitamos ampliarla porque la unidad como
sentimiento y mandato va mucho más allá, urgiendo de la pluralidad de los
ámbitos ciudadanos (laborales, gremiales, vecinales, etc.).
¿Usted es el diputado suplente de Richard
Mardo? ¿Cómo ha sido su trayectoria política?
-
El injusto allanamiento de Mardo, acarreando su suspensión e inhabilitación
política, nos llevó a ocupar la curul que siempre ha sido de trabajo, pues,
constando el récord de asistencia a la Comisión de Cultura y nuestras modestas
intervenciones en las sesiones plenarias, hay una continuidad de esfuerzos. Tareas
que asumimos con vocación y sentido de responsabilidad en una Asamblea Nacional
que debe parlamentar, no parlar; controlar, no acatar; legislar, no habilitar; y presupuestar, no
fiar.
“Siempre resultante de los comicios internos, desempeñé tempranas responsabilidades en las direcciones regionales y nacionales de la Juventud Demócrata-Cristiana, sobre todo en el ámbito ideológico. En la adultez, ejercí la Secretaría de la Fracción Parlamentaria durante el dificilísimo cierre del Congreso de la República y, más tarde, la Subsecretaría General Nacional del Partido de la cual me separé en circunstancias no menos difíciles de la vida interna. Y, a sabiendas de los agudos problemas generados por este socialismo rentístico, decidí renunciar como militante de la organización con la prudencia que ameritaba un acto irrelevante para el país: discrepamos de la línea desarrollada por el partido, alejada toda rectificación, que – además – asistió al monólogo de Miraflores, sin que – por lo menos, algo que se hizo recurrente - yo fuese consultado, aún siendo un diputado en funciones y adscrito a la bancada socialcristiana. Nuestra nostalgia es por el futuro que necesita de compromiso, imaginación y audacia para construirlo”.
Respondiendo una interrogante formulada a través del correo electrónico, la entrevista fue relizada aproximadamente mes y medio antes. No se había publicado por escasez de papel.
ResponderEliminar