domingo, 12 de abril de 2015

OQUEDAD DE UNA PRÉDICA

Del (anti) comunismo
Luis Barragán



“… Todas las plataformas de las oposiciones
progresistas en el Este [tienen] un punto esencial
 común: poner en primer plano, como objetivo
 prioritario sobre cualquier otro, la exigencia
 de derechos humanos, libertades y democracia”
Fernando Claudín (*)


La propuesta marxista-leninista sabe de un monumental fracaso histórico y, luego del derrumbe euroriental de dos o tres décadas atrás, conocemos mejor las intimidades de los regímenes que ahuecaron la prédica y,  faltando por conocer a los que sobreviven, todavía encuentra a agresivos defensores. Por cierto, defensores que niegan el derecho de otros a sostener su propia utopía  liberal, por citar un ejemplo.

Hay sobradas lecciones sobre la experiencia comunista en el mundo, añadida su amarga herencia, siendo muy legítima la discrepancia que no puede equipararseautomáticamente a ninguna postura reaccionaria, cómplice con los más sórdidos intereses para preservar los privilegios que, sencillamente, nunca se han tenido. Valga la paradoja, a juzgar por lo que ocurre en Venezuela, los que proclaman las bondades del comunismo, protagonizan no sólo un retroceso de la democracia y de las libertades públicas, justificando la represión, sino rinden  el  testimonio de un estilo de vida frecuentemente sustentado por el pillaje que facilita sus ventajosas posiciones de poder, contrastante con la transparencia, disciplina y – sobre todo - austeridad de buena parte de sus adversarios.

Se ha pretendido del disenso, un delito e, incluso, Rigoberto Lanz convirtió asombrosamente el anticomunismo en un temible caso psiquiátrico. Ni siquiera aceptó otra significación para el término, acuñado y propagado a principios de los años cincuenta del XX como equivalente a toda resistencia al cambio social, por lo que  desestimó aportes de reconocidos historiadores, como Luis Cipriano Rodríguez, militante del PCV, quien hizo una interesante catalogación del anticomunismo, admitidas – por lo menos – las buenas intenciones reformistas.

Hay quienes se acomplejan por una postura anticomunista, temiendo la sanción moral de los interlocutores que pregonan una abierta posición antiliberal, como pueden concebirla antisocialcristiana o antisocialdemócrata, festejándola. Habida cuenta de la pobreza teórica, de la debilidad ideológica o de la flagrante indiferencia por el pensamiento de numerosos parlamentarios oficialistas, operando el chantaje, temen por el directo insulto personal y todo el lenguaje escatólogico trastocado en argumento.

Tenemos noticias de algunos estudios parciales sobre el discurso parlamentario en los últimos años, a pesar de no publicarse los Diarios de Debates por más de una década. Nos aseguran, igualmente destaca el anticomunismo como extorsión moral para una oposición que ha elevado las banderas de los derechos humanos, la libertad y la democracia en un socialismo más real, vivo e inmediato, que los históricamente conocidos. 

(*) “La oposición en el ‘socialismo real’. Unión Soviética, Hungría, Checoslovaquia, Polonia: 1953-1980”, Siglo Veintiuno Editores, Madrid, 1981: 365.

Fuente:
http://www.opinionynoticias.com/opinionpolitica/22223-del-anti-comunismo
Reproducción: Tribuna Popular, Caracas, 16/01/1987. Tiempos remotos, brindis de fin de año en la sede del PCV: por encima de las diferencias políticas, comparten - entre otros -  Guillermo Morón, Jesús Sanoja Hernández, Héctor Mujica, Domingo Alberto Rangel, Eloy Torres,Jesús Paz Galarraga, embajador Vladimir Goncharenko, David Nieves,Ignacio Luis Arcaya, Jesús Faría.

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