Insufribles,
unos lo halagan hasta el cansancio, mientras que otros lo fustigan
hasta el hastío. Con todas las coincidencias y las diferencias aparte,
Teodoro Petkoff es un dato indispensable en más de medio siglo de
historia venezolana. Pertenece a esa estirpe de la dirigencia política,
presente en todas las corrientes: el pensante y el hacedor, el líder de
la reflexión creadora y el corajudo a toda
prueba. Más de una vez lo escuchamos desde los palcos del Congreso. Una
ventaja, por cierto, la de una franqueza que más de una vez se hizo
humor corrosivo, creador. Cualquier pendejo que lo entrevistaba, salía
con las tablas en cabeza si se le ocurría una necedad. Antes del libro
de Checoeslovaquia, hay que ver la densidad de muchas de sus entrevistas
de prensa, que sorprende. Recuerdo una confrontación extraordinaria
entre él y Abdón Vivas Terán (conservo una vieja fotocopia), a propósito
de Chile: ambos retrataban la calidad de aquella otrora dirigencia
emergente. Podrá decirse de todo, e – incluso – que se equivocó con este
régimen, como creo, presumiéndolo con algo de sensatez al principio. Y
hélo ahí, con sus ochenta y tanto años de dignidad presentándose en el
tribunal. La fotografía es de principios de los sesenta. Solía ocurrir,
el periodista no supo el nombre del dirigente estudiantil. Ningún pecado
cometía, pues, era muchos y valiosos.
LB
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