Inevitable recuerdo
Rómulo
Gallegos, lo recordamos de repente, falleció un 5 de abril de 1969. Y
nos resulta familiar la ocasión, porque al día siguiente mi mamá me
llevó al Capitolio Federal para un primer saludo y una última despedida
personales. En capilla ardiente, no lo olvido, me impresionó su
ancianidad. Las gráficas, por entonces en boga, ofrecían una versión del
escritor vigoroso. Hice la larga cola con mi mamá,
quien me llevaba de la mano, para verlo por escasos segundos. Una cola
ordenada, en una ciudad tranquila que hallará motivo para la estridencia
décadas después, banalizando la muerte, intranquilizándose. A los
escolares nos atendían con extrema cordialidad y – hasta diría –
satisfacción por el personal de Palacio. Seguramente, después, me tocó
comentar en la escuela la visita y mi querida maestra Fredesvinda
Martínez, comentaría un poco más sobre la importancia del personaje.
Concluida la visita, apenas – por unos fogonazos – tengo en la mente y
en el corazón, el recorrido de vuelta a casa con mi madre, quien siempre
me decía “fijate, mi amor, por donde caminas”. Palabras de amor,
sencillas y tiernas… Coloco la gráfica en este álbum, porque Gallegos me
remite a mí mismo e hizo un instante instante, ese extenso y generoso
instante, donde mi mamá me llevó y me trajo con la mano tomada.
LB
Reproducción: En la gráfica de Ricardo Motilla, Rómulo Gallegos. Momento, Caracas, nr. 182 del 08/01/1960.
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