Recientemente, después de postergar por una o dos semanas su discusión, la Asamblea
Nacional aprobó un Acuerdo alusivo al 70 aniversario del relacionamiento
venezolano con la Federación Rusa. Parece una verdad a medias, porque
aperturamos esa relación con Rusia, ciertamente, a propósito de la Unión
Soviética, pero - manía de rigor aparte - nos preguntamos dos cosas:
una, si no hubo la relación diplomática anterior con la Rusia Imperial;
otra, si en propiedad, fue semejante
relacionarse con Rusia en el contexto de la Unión de Repúblicas
Socialistas Soviéticas (URSS), algo que el sentido común nos lleva a
concluir, fue diferente. Tuvimos la paciencia de escuchar la sesión
parlamentaria y fue ocasión para realzar el
cuño y bolchevique del régimen venezolano.
Hasta nuevo aviso, entendemos que las
relaciones con la URSS se establecieron a mediados de la década de los
'40 del XX (no precisamos si con Medina o la Junta Revolucionaria),
después rota en el marco de la Guerra Fría. Restablecidas después, de
nuevo se rompieron por efecto de la pugna bipolar. Es con el primer
gobierno de Rafael Caldera que volvemos a entendernos por la vía
diplomática, ocasionando el viaje de Carlos Andrés Pérez (I) a Moscú.
Valga la coletilla, tiempos en los que la Agencia de Prensa Nóvosti
tenía sede en Caracas y distribuía gratuitamente, entre varias
publicaciones, "Índice", como lo mostramos con una nota de 1978.
Acotemos, naturalmente históricas han sido las relaciones del marxismo del patio con la URSS, pero - al referirnos al Estado y su inevitable continuidad - el régimen actual no debe evadir ni esconder las diligencias y los diligenciantes que procuraron el restablecimiento y la normalidad de las relaciones diplomáticas. El problema ha sido de la pereza, creemos, para reinterpretarlas adecuadamente según el canon. Prefieren taparse los ojos e inventarse un aniversario traido por los pelos.
LB
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