domingo, 5 de abril de 2015

HUMOR REPRESENTATIVO

La importancia de llamarse Julián Pacheco
Ox Armand


Semanas atrás, falleció Guillermo Rodríguez Blanco. Para muchos nada dirá, pues se le conoció como Julián Pacheco. Las nuevas generaciones no imaginan la popularidad que alcanzó el comediante, principalmente entre finales  de la década de los cincuenta y, en medio de la violencia venezolana que poco a poco amainó, a lo largo de los sesenta.  La radio constituía nuestro medio por excelencia, aunque Julián – junto a Chuchín Marcano – contribuyó al despegue definitivo de la industria de la televisión que, luego, abaratándose el costo de los aparatos, reinó en todos los hogares también modelados – a la postre -  por las nunca bien ponderadas telenovelas. Sin embargo, es una deuda contraída por la academia, la mayor importancia del personaje reside en su registro lexicográfico, propio de las barriadas populares urbanas. Probablemente, quien oiga las viejas grabaciones tendrá que adivinar las palabras y le sorprenderá los tonos y gestos que empleaba, incluyendo la vestimenta y el modo de caminar. Existe una enorme distancia entre el malandro de hoy que impera en los extensos sectores marginales, convertida la pobreza en un gigantesco negocio, y don Julián, típico representante de la inocente viveza del sobreviviente que creció buscando oportunidades para superar sus ingratas condiciones de vida. Confirmamos aquello del pobre, pero decente que contrasta con el pobre que, además, debe soportar las condiciones impuestas por la violencia hamponil de claras conexiones con aquellos que la gerencian desde los sectores más acomodados de la urbe. Utilizando un término pequeño-burgués, en el siglo XXI se suma la indecencia a la pobreza definitivamente sentenciada por el socialismo a agravarse.

Limpias palabras y difíciles palabrejas que alarmaban a los lingüistas, constituían el repertorio de Juilián, típicas de las barriadas caraqueñas todavía no intoxicadas por el inglés inicialmente petrolero que las castigó. Fue vocero de la vivencia y comunicación que emblematizó a La Charneca, frente a todo el país, en ese tránsito experimentado de la ruralidad dominante a la urbanización que la renta costeó.  Pequeño ejercicio, pueden buscarse algunos de los programas radiales del comediante y compararlos, por ejemplo, con las películas venezolanas de los setenta y ochenta, hasta llegar a las más recientes que versan sobre los azotes de barrio. Imperceptibles, los cambios son dramáticos y propios del malandrín que hacía alguna travesura para sobrevivir y el literal soldado de las bandas delincuenciales de ahora, con su lenguaje y estilo. Puede verse el muchacho de barriada que procuraba hacer bien las cosas de una etapa y de otra.  No sé hasta qué punto, representativos de la Venezuela moderada por los precios injustamente moderados del petróleo, todavía con las costumbres del medio rural que  forzó a la migración hacia las grandes y medianas metrópolis; la Venezuela intoxicada por las bonanzas petroleras que, por lo menos, contó con el masivo plan de becas de Fundayacucho; la Venezuela desesperada de la añorada y larga post-bonanza, en la que ser pobre es un crimen rentable para la demagogia gubernamental que ha descuartizado las gigantescas divisas petroleras para sostenerse. Cada una de esas Venezuela (s), respecto a la lexicografía en expansión, tiene su propio registro así ya no haya el comediante exitoso que nos lo reporte, al menos, con la fuerza y credibilidad de Julián Pacheco. Valga acotar, es muy distinto el lenguaje poblado de arcaísmos de la Venezuela de antes, refiriéndonos a los estratos menos ilustrados, que de la Venezuela de ahora, donde protagonizan las más gruesas obscenidades, adjetivándose y conjugándose en una dinámica que los especialistas – entiendo – comienzan a estudiar.

El humor fue el más recio instrumento de Julián que, al fallecer Marcano, dedicó los espacios radiales, al comentario deinitivamente político, pues atendía el reclamo de los sectores populares que se identificaron con él. Presuimos, en vía al retiro laboral, que la jerga se agotó ante las nuevas realidades que, por momentos, por cierto, actualizó el Eudomar Santos de Franklin Virgüez.

Fuente:
http://www.opinionynoticias.com/opinionnacional/22168-la-importancia-de-llamarse-julian-pacheco
Reproducción: Julián Pacheco, según Luis Noguera h., Momento, Caracas, nr. 181 del 01/01/60.

No hay comentarios:

Publicar un comentario