EL CARABOBEÑO, Valencia, 08 de enero de 2014
La mirada del cameraman
Milagros Socorro
De pronto, da la impresión de que la cámara se desliza con el ritmo de la piedad. Se detiene en unos pobres muchachos, que emplean un domingo de sus vidas en acudir a la Asamblea Nacional para gritar mientras hablen los diputados de oposición, esto es, para caracterizar la canalla.
En la primera sesión de 2014, la diputada María Corina Machado hace una intervención muy concisa, muy pertinente y de una valentía verdaderamente asombrosa, dado que allí, muy cerca, en los palcos y galerías se encuentra en gran número lo que el diputado Luis Barragán ha denominado “el relleno parlamentario”: una pobre gente “exclusivamente administrados y manipulados por el oficialismo”, como dice Barragán, que están allí para “gritar, amenazar y vituperar al diputado opositor con la venia y el regocijo de la dirección de debates”.
La grabación en video de este domingo 5 de enero lo muestra en todo detalle. La diputada Machado afirma: “Estamos constatando cómo se pretende aniquilar la democracia y demoler la república. Hemos visto cómo se está designando esta directiva y esta secretaría, que nos han negado el derecho de palabra, apagando la voz de un pueblo al que quieren callar”.
El lente capta los palcos y galerías. Los asistentes están tranquilos. Algunos lucen, incluso, absortos en la exposición de la parlamentaria, que exhibe una notable capacidad expresiva y pulcra dicción.
Machado testifica con voz firme y sin excesos histriónicos los atropellos de la secretaría de la Asamblea contra el derecho de expresión de los diputados democráticos y el derecho a la información de la sociedad, vulnerado por la prohibición de entrada de los medios al hemiciclo, así como el uso del canal de televisión de la AN “para atacar la dignidad humana de los diputados” de oposición.
La visita sigue callada, expectante. La cámara los recoge con lentitud para mostrarnos su humildad.
“Esta directiva completamente cómplice del gobierno más corrupto de la historia de Venezuela”, dice Machado. Y entonces empiezan los gritos. Es como si esa gente de tan precaria condición no soportara escuchar la más mínima mención al latrocinio que se produce ante sus ojos y con su venia.
“Cientos de planteamientos, cientos de denuncias hemos formulado”, sigue la diputada Machado sin alterarse, con el tono de quien está cumpliendo con su deber y no habrá morralla que le impida hacerlo. “Y ni uno solo ha sido investigado ni sancionado”.
La bulla aumenta. “La indolencia que hemos visto...”.
El cameraman se demora en unos muchachos de estampa proletaria que sobreactúan su diversión.
“...ante denuncias como la de la Refinería de Amuay. El horror de las fronteras, donde la guerrilla está asesinando a niños venezolanos y que aquí se han negado a investigar. El año pasado, cada 20 minutos asesinaron a un compatriota venezolano y aquí se han negado a atender los planteamientos que hemos hecho para discutir y corregir esta situación. Lo mismo con la humillación de la escasez y la inflación. Es una Asamblea absolutamente sumisa al poder, que ha entregado una Ley Habilitante...”.
En este punto, los militantes del alboroto se exacerban. Empiezan a gritar: “Chávez vive...” como si reconocieran que el muerto se prolonga en los crímenes que Machado señala. El cameraman se concentra en ellos, a quienes vemos mientras la diputada persiste en sus graves acusaciones. Los gritones son la ilustración viva de aquella frase de Bolívar: instrumento ciego de su propia destrucción.
Diosdado Cabello se suma a los chillidos y aplausos. El camarógrafo parece tener presente lo que dijera Hermann Escarrá en 2009: “... las acciones tumultuarias que permanentemente observamos y los atentados contra la libertad de expresión”.
O lo que pronosticara el mismo Escarrá en 2007, sobre la Reserva: “...al final su movilización será frente a la resistencia, frente a la disidencia ciudadana en Venezuela, frente a la oposición en Venezuela”.
La intervención de María Corina Machado, lección de responsabilidad y coraje, tuvo lugar menos de 48 horas antes del asesinato de Mónica Spear, que ha conmocionado al país. Y cuando aludió a las muertes por violencia, el relleno parlamentario, con Diosdado Cabello a la cabeza, intentó acallarla.
Cómo no mirarlos con lástima. Cómo no observarlos con la desolada dilación que les dedicó el anónimo cameraman.
http://www.analitica.com/va/politica/opinion/7200466.asp
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