lunes, 20 de enero de 2014

23-E (III)

Del curioso  23 – E
Luis Barragán


Enseñanzas pretendida y suficientemente arraigadas, hubo épocas en las que la conmemoración de los consabidos hechos del 23 de Enero de 1958 pasaba inadvertida. Sólo las realidades que transcurren, obligan a reivindicar una fecha que, por cierto, incomoda demasiado al actual régimen, sobre todo por la cercanía del estelar festejo de la fracasada intentona del 4-F.

Respecto al derrocamiento de Pérez Jiménez, persiste la idea de un simple golpe de Estado, tal como suele decirse de otro capital evento: el 19 de abril de 1810. Sentimos que, por lo menos, no lo hubo según el canon, pues, activas y desentendidas las corrientes internas en las Fuerzas Armadas, cohabitando las representadas – a modo de ilustración – por Hugo Trejo y J. M. Castro León,  imposibilitado el llamado golpe de mano por una de ellas,  no hubo otra solución que deliberar en la sede de la Escuela Militar de La Planicie y convenir con la calle liderada por la Junta Patriótica que trastocó inmediatamente la Junta Militar en Junta de Gobierno, mientras el dictador emprendía camino al exterior.

Valga acotar, en ruta a la difícil transición accidentalmente  encabezada por Wolfgang Larrazábal,  la Junta Patriótica fue ampliada hasta permitir el significativo ingreso de la viuda de Isaías Medina Angarita.  Sentimos que la alianza de los partidos y la de los militares, conformadas al galope de los acontecimientos literalmente provocados, como ha de caracterizar todo esfuerzo y oficio político que no ha de depender exclusivamente de la fortuna, todavía merecen el concurso de los historiadores y politólogos capaces de sugerir otras perspectivas.

Ido el dictador, la prensa de entonces está agolpada de descubrimientos insólitos, como el de la documentación que versa sobre propiedades y negocios de los prohombres del régimen, al igual que de sus vicios. El saqueo de sus domicilios repitió la pronta respuesta de la población enardecida, como hemos visto a lo largo del historial republicano, incluyendo el de la biblioteca de Laureano Vallenilla, quien – además – se quejó por ello en sus memorias, aunque privilegió otros bienes para salvaguardarlos en el extranjero.

Fue Germán Carías y el fotógrafo apodado Superman, los que prestaron  atención en torno a las andanzas festivas del dictador en La Orchila, añadida la celebérrima motoneta, aunque  supuníamos que el precursor de la denuncia fuese Oscar Yánes. Suficientes testimonios de las diversiones del poder que nunca consiguieron una prueba contundente, convirtiéndose en mito. Sin embargo, el talante del mandatario, como el de otros que lo antecedieron y sucedieron, autorizan a imaginarlo en tales faenas, como no lo conseguimos con Betancourt, Leoni, Caldera o Luis Herrera, por citar algunos nombres.

Diferentes hallazgos ventilaba la prensa y, emulados los más conocidos filmes de espionaje,  hasta un reloj de pulsera grabador, perteneciente a Pedro Estrada,  destacaba en las pesquisas populares.  Un inventario que, después, se perdió expone las otras curiosidades del largo interín militar que no se compadecen con las del conocido Trienio, donde el presidente de la Junta Revolucionaria de Gobierno declaró de entrada y de salida, bajo juramento, sus bienes.

Los sucesos dejaron un número importante de muertos y heridos que, aún entrado el mes de febrero, ocurrían mediante las balaceras por azar en varios sectores de la ciudad. Llama la atención que la generalizada consternación, igualmente motivaba el pago de anuncios de misas “por los caídos en la Revolución”.

Finalmente, en los ya remotos años de nuestra militancia juvenil, no olvidamos el desenfado de ciertas figuras que, precisamente, eran grandes figurones de la dictadura, celebrando su caída décadas después. Uno en el estado Trujillo, u otro en Anzoátegui, nos sorprendían al verlos marchar un 23 – E como si nada, ocasionando en un caso el consiguiente problema disciplinario por el rechazo de nuestro grupo.
 http://opinionynoticias.com/opinionnacional/17973-del-curioso-23--e

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