Escribe Alfonso Mijares, mostrando las vicisitudes gráficas, en su extraordinario grupo de El Valle:
"Una mañana, cuando unos vecinos de la Mesa de Infraestructura hacíamos un recorrido de inspecciones por el Tamarindo y otros barrios me lo encontré. No lo conocía, primero escuché el ruido amortiguado de una lata arrastrándose por la calle, el sonido se acercaba, voltee hacia arriba, y lo ví.
Venía todavía por allá arriba, arrastrando una gran plancha de zinc llena de bolsas de basura y peroles diversos. Bajando lentamente, en cada casa los vecinos lo paraban y ponían una bolsa más en su gran plancha de zinc, también le pagaban con algún dinero, el montón iba creciendo, pero el bajaba tranquilo, dándose su tiempo, cuando llegó a donde estábamos me presenté y creo que me dijo que se llamaba Jesus, pero no estoy seguro de su nombre, le decían "El Pollo".
La querida Omaira Sanchez, que andaba con nosotros y que tiene su carácter, me dijo que él se encargaba de acarrear toda la basura del barrio hasta el contenedor que está abajo comenzando la calle, que no se metía con nadie, que era un hombre tranquilo y silencioso, ella le brindaba de vez en cuando el almuerzo o el desayuno.
Y él con el dinero ganado se compraba su droga...
Hablé con él, nos tomamos un café y una empanada, sonreía y poco me dijo, hablamos un ratico. Me autorizó para tomarle las fotos.
Le dije a Omaira que en qué podríamos ayudarlo, ella se me quedó viendo, como quien sabe la cosa y me dijo: -"Ya veremos Alfonso, yo al menos le brindo su almuerzo de vez en cuando y a veces lo regaño y hablo con él". Así es Oma.
No lo volví a ver, me dice Jose Rodrigo que se fue a Barquisimeto , que él intentó ayudarlo, que a veces le daba el almuerzo, pero que por la dependencia de la droga, en algunas oportunidades hizo algunos robos pequeños y que mas de una vez se llevó su buena golpiza por eso.
Lo cierto es que ya no está en El Tamarindo, que se fue, que cuando se fue no estaba nada bien.
No sabía esta historia y debo confesar que lo confundí con otro que llamaban "Corroncho", a quien un día lo encontraron muerto en Sta Rosalía, tirado en un puesto de teléfonos públicos. Pero en el fondo, El Pollo y Corroncho, son la misma historia, la misma soledad, los mismos fracasos y los mismos caminos perdidos.
Desgraciadamente aún hay muchos Pollos y Corronchos, a veces pasan y resultan invisibles para muchos, nadie los incorpora a su visión del mundo.
Para ellos no se si existen navidades o felices cumpleaños, solo la noche de la vida tal vez. Solo el silencio y la indiferencia. Nos dicen mucho con sus pasos, son tan valiosos y humanos como cualquiera. Y para el que quiera oir, también enseñan mucho.
Existen. Y con sus andar cansado también hacen historia. Son gente nuestra. Siempre que subo, aunque se que ya no está, mis ojos lo buscan y lo extraño sin haberlo conocido.
El pollo y el Corroncho: Vida dolor caminos perdidos soledad y muerte. Por allá van, subiendo otras calles diferentes. Ellos también son historia nuestra. Gracias a Rodrigo, que me sacó de la confusión que originalmente tenía...."
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