lunes, 12 de mayo de 2014

OTROS TIEMPOS

EL NACIONAL, Caracas, 9 de septiembre de 1998 / CULTURA
Despierta el germen latinoamericano
La música del siglo XIX retoma los salones venezolanos
Para rescatar el espíritu de aquella época, desde el lunes se realizará, en el Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos, el Congreso Iberoamericano de Musicología. 26 ponencias de expertos nacionales y extranjeros, 4 charlas de contextualización, 6 conciertos y un libro, conformarán este evento organizado por la Fundación Vicente Emilio Sojo
Francismar Ramírez Barreto

Aproximadamente entre los años 1800 y 1900 se gestó en los pueblos de habla hispana una modalidad de encuentro que, además de bailar, permitía conversar sobre la situación política del país en cuestión, tomar té o chocolate, escuchar al niño prodigio del momento, recitar poemas e imponer la moda. En esos espacios de confrontación también se hacía música, porque a diferencia de hoy en día y de la tradición europea de los conciertos públicos, en los salones decimonónicos el espectador era partícipe directo de la experiencia musical.
El estudio de este fenómeno será el hilo conductor del Congreso Iberoamericano de Musicología que se realizará entre el 14 y el 18 de septiembre, en la sala A del Celarg, con motivo del XX Aniversario de la Fundación Vicente Emilio Sojo, que actualmente preside Juan Francisco Sans.
La iniciativa de hacer este congreso es resultado del éxito que obtuvo la mesa del siglo XIX en el Congreso Nacional de Musicología, realizado el año pasado. Sólo que para esta oportunidad, expositores de España, México, Cuba, Puerto Rico, Costa Rica, Guatemala y Colombia, compartirán sus investigaciones en materia de música del siglo pasado, con los musicólogos venezolanos.
Para contextualizar a los participantes, cada día, a partir del martes, se iniciarán los talleres con una charla referente a la sociedad venezolana, por ser este el país sede del encuentro. El primer día le corresponderá a Elías Pino Iturrieta, con el tema de La Urbanidad de Carreño. El Corsé de las Costumbres en el Siglo XIX. El miércoles le tocará a Elena Plaza con La Política en la Venezuela del Siglo XIX. El jueves, Antonio López Ortega realizará un paneo por La Literatura Venezolana del Siglo XIX. Y el viernes, para cerrar la semana, Roldán Esteva Grillet hablará sobre El Paisaje Venezolano del Siglo XIX: de la Ilustración a la Imagen Romántica.
Como comenta Juan Francisco Sans, la mayoría de los historiadores de la música, entre ellos José Antonio Calcaño y Juan Bautista Plaza, han dejado de lado la música del siglo XIX, cuando realmente este segmento de tiempo fue el caldo de cultivo para la música que se ha desarrollado en el siglo que actualmente termina. "El problema con la música de salón, como dice Carl Dalhaus, es que se considera trivial. Dalhaus habla de ese concepto, así que cuando consideras algo trivial, es porque no le das importancia", insiste Sans.
Pero el planteamiento de los compositores del siglo XIX nada tiene de trivial. Así lo confirma el coordinador del Congreso, Sergio Delgado: "En Europa había cabida para la música académica: sonatas, sinfonías, conciertos. Pero eso no existe en América Latina, donde eso era la excepción. La música de salón es el génesis de lo que todos conocemos hoy: danzones, valses, rumba, aguinaldos, merengues rucaneaos, villancicos, danzas, canciones, contradanzas y otras manifestaciones".
Salón venezolano
De esta manera, en lo que respecta a Venezuela, la música de salón era el sitio de preferencia para el valse, hijo del fandango -mejor conocido como joropo- y el merengue. "No existe una verdadera valoración de ese repertorio, y por eso consideramos que es importante estudiarlo, tumbar esa barrera ideológica. Ritmos como el tango, la cuadrilla, la habanera, el tango-merengue, el tango-habanera, el pasillo colombiano, la bolera, la guasa, la polca, los lanceros, la mazurca y el propio son, están muy ligados a la producción de ese momento. Pero a nadie se le ha ocurrido estudiar esto, justamente por eso de lo trivial", afirmó Sans.
Varias razones confluyeron para la inexistencia de las sonatas, sinfonías y conciertos en América Latina y la Península Ibérica. Como indicó Sans, "siempre se ha pensado que la música latina es un reflejo imperfecto e inmaduro de la música europea, y eso no es así". La música latinoamericana tiene su propia vena, su propio camino.
Mientras en Europa un compositor belga podía llegar con rapidez a Italia, Austria o Alemania, en este continente era más complicado que Ramón Delgado Palacios, por ejemplo, se acercara a Bogotá o a Buenos Aires. Por otra parte, la ausencia de casas editoras que impulsaran verdaderamente la industria y la falta de salas de conciertos también produjeron la interrelación social, en los salones.
En el caso venezolano, para el siglo XIX se gestaba un movimiento muy nacionalista que apoyaba con rigor los conceptos de patria y nación, razón por la cual los salones se convirtieron además en sitios propicios para la confrontación del pensamiento político, poético e intelectual, a través de las tertulias.
Compositores como Pedro Elías Gutiérrez -creador del "Alma Llanera"-, José Angel Montero -autor de la primera ópera venezolana y de 15 zarzuelas ulteriores-, Ramón Delgado Palacios y Federico Vollmer -compositor de "El jarro mocho"-, o el cubano Ignacio Cervantes, fueron reconocidos por escribir las sonoridades que las damas de alcurnia danzaban en las reuniones de sociedad. Pero modalidades como la melopea, en la cual un pianista se enfurecía sobre las teclas, mientras un poeta se deleitaba con las palabras, también eran comunes.
En la actualidad, esa frontera entre lo más y lo menos popular no está tan delimitada. En el caso de los salones, no se trataba de una tendencia folklórica unidireccional, sino de una interactividad bidireccional que influenció todas sus aristas.
Como la Fundación Vicente Emilio Sojo tiene entre sus objetivos la investigación, para hacer visible ese proceso de recolección de datos, en los primeros días de diciembre se editará varios tomos con la recopilación de todas las ponencias de este Congreso y un compendio de partituras, puesto que cada expositor extranjero traerá una muestra relevante de la música de salón de su país. Igualmente, los expertos realizarán algunos conciertos durante las noches de la semana, para ejemplificar lo que durante el día expliquen con palabras.
Espacio para la discusión
El concierto inaugural del Congreso Iberoamericano de Musicología estará a cargo del Dúo Sans Palacios, con repertorio de música original para piano a cuatro manos. El martes, los participantes escucharán las charlas de los españoles Emilio Casares, María Antonia Virgili, Celsa Alonso y Ana Vega Toscano; los mexicanos Ricardo Miranda y José Antonio Robles; la cubana Ana Casanova, y el boricua Juvenal Correa-Salas.
El miércoles le tocará conversar al costarricense Jorge Acevedo; al guatemalteco Dietter Lehnhoff; y a los venezolanos Juan Francisco Sans, Mariantonia Palacios, Fidel Rodríguez, Manuel Antonio Ortiz, Freddy Moncada, Gustavo Colmenares y Miguel Astor.
El jueves, Alejandro Bruzual, Hugo Quintana, Aída Lagos y Viana Cadenas, representarán a Venezuela, junto a la colombiana Ellie Anne Duque. Y el viernes, el ecuatoriano Mario Godoy Aguirre, el chileno Jorge Martínez Ulloa, el español Ismael Fernández de la Cuesta y los venezolanos Mario Milanca y Felipe Sangiorgi, cerrarán el Congreso.
Las inscripciones se realizarán a partir del lunes 14 de septiembre, en la Dirección de Investigaciones del Celarg, piso 4. Con este encuentro también se celebran los 20 años de la Escuela de Artes de la Universidad Central de Venezuela. Los conciertos se realizarán en la sala 2 y las charlas en la sala 6. Avenida Luis Roche, Altamira.

EL NACIONAL, Caracas, 27 de septiembre de 1998 / CULTURA
De lo íntimo y lo doméstico
Einar Goyo Ponte

Durante la semana pasada se celebró en Caracas el Congreso Iberoamericano de Musicología, por primera vez con categoría internacional, y que contó con la participación de destacados invitados de España y de nuestros países vecinos. También fue novedoso el hecho de dirigir, bajo una misma temática -La vida musical en los salones del siglo XIX-, todas las actividades del evento y presentar un concierto al final de cada sesión. El tema señalado resulta de particular interés, porque permite explorar ese ámbito de lo íntimo y lo doméstico, que constituye un no despreciable venero de vida social y un documento acerca de nuestra idiosincrasia.
Las ponencias no se agotaron únicamente en el temario musical, sino que se programaron algunas que diseñaban todo un contexto socio-histórico, cultural y estético. Así se escucharon exposiciones sobre el Manual de Carreño, sobre la política, la literatura y la pintura de la época, al lado de las referentes a la canción lírica española, la música de los cafés, los bailes y danza, las revistas culturales de la época donde reposa buena parte de este acervo, entre otras no menos importantes.
Aquí vamos a referirnos a la parte propiamente musical del evento, invalorable ocasión de escuchar obras de nuestro pasado, muchas de las cuales ni siquiera disfrutan de una existencia en partitura debidamente editada. Estamos hablando de una música inequívocamente romántica, que revela la manera como se procesaron las tendencias que nos llegaban desde el Viejo Continente para mezclarlas con nuestra incipiente pero ya singular expresión.
En el concierto inaugural Juan Francisco Sans y Mariantonia Palacios interpretaron un excepcional repertorio de música para piano a cuatro manos, una de las formas más frecuentadas en los salones caraqueños del siglo XIX. Nos mostraron las cuadrillas y las suites de baile, los románticos y brillantes valses y los incipientes ritmos de una de las manifestaciones más características del acervo musical caraqueño: el merengue, producidos por las magníficas plumas de José Angel Montero, Federico Villena, Heraclio Fernández, José A. Gómez, Federico Vollmer, J.B. Cabrera y Juan Vicente Lecuna, ya en nuestro siglo. El hallazgo de esa noche fue el vals Bucles de oro, de Marcano Centeno.
La lluvia del día siguiente nos impidió asistir al concierto de música española con piezas de Albéniz y Granados, acompañando nombres menos famosos como Massarnan, Guelbenzu y Quesada, entre otros, a cargo de la pianista Ana Vega Toscano. Disculpas por esta infidelidad. El día 16, Ricardo Miranda ofreció un hermoso y muy riguroso recital sobre la música mexicana de salón, algunas de cuyas obras no conocían la ejecución pública desde el siglo pasado. Allí sentimos la influencia de Haydn y Beethoven en las variaciones de Del Corral y Elizaga, el ingenuo programatismo de Luis Hahn la impronta nacionalista del Jarabe nacional y La campaña de la Independencia, atravesados de Chopin y Liszt, de León y Elorduy, respectivamente. Esa noche los deslumbramientos vinieron de la infinita sutileza de la Reverie, de Guadalupe Olmedo, y del lírico virtuosismo de Manuel M. Ponce, con sus mazurkas y su Balada mexicana.
El jueves 18 escuchamos al barítono y musicólogo costarricense Jorge Luis Acevedo cantando canciones de salón de su patria, sencillas, simpáticas y acertadamente condimentadas como la comida de esas latitudes, como lo demuestra la Ensalada liberiana.
En la jornada final, Juvenil Correa Salas ofreció un no demasiado variado recital sobre las contradanzas cubanas y puertorriqueñas, con cierto desmedro, a nuestro juicio, de las primeras, sobre todo si se considera la talla de los dos compositores representados, Manuel Samuel e Ignacio Cervantes, y su riquísimo repertorio. Destacó, sin embargo, el Vano empeño de Juan Morel Campos, bastión del nacionalismo musical borincano. Luego José Vicente Torres cerró el evento con una hermosa velada de valses criollos, tocados de memoria, con una pericia y una sapiencia de estilo emocionantes. Destacaron Cierto curita, El guitarrero del maestro Sojo y la brillante Una duda de Federico Vollmer.

Reproducción: El Nacional, Caracas, 13/07/1961.


Nota LB: Cierto, otros tiempos y otros debates que trascendían a la opinión pública. Una sociedad libre y plural, registra el fenómeno. Y, con todos los defectos, por lo menos al compararlo con el presente, la tuvimos. No sólo era importante el escenario político, sino el de otros y más variados ámbitos. Las instituciones e instalaciones del Estado no eran para para el sectario proselitismo partidista, arriesgándose al costo político del peculado de uso. Había espacio para otras polémicas en medios independientes. Por cierto, fue difícil cargar desde Youtube el video: entre otros, ubicado el de nuestro interés (https://www.youtube.com/watch?v=o3bvX-Q8vkw), no apareció en la parrilla de selección (el dúo Sans-Palacios no aparece, a pesar de la indización, Orinoquia remite en la pizarra a otros videos, etc), por lo que optamos a la paciente subida en estos predios. La data de Youtube establece: Renata Cedeño: "Orinoquia". Piano: Duo Sans Palacios (María Antonia Palacios y Juan Francisco Sans). Fotografías de Roberto Sánchez Cabello. Un último punto: suele ocurrir, al clickear el texto, se amplía: aumentándolo desde la máquina, se lee mejor.

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