EL NACIONAL, Caracas, 29 de enero de 1998
Bye, bye, Frankfurt
Carlos Colina
Adorno, Horkheimer, Marcuse y, posteriormente, Habermas, se cuentan entre los principales representantes de la denominada Escuela de Frankfurt. Esta última cimentó una de las tradiciones teóricas más importantes de la comunicología de los últimos cincuenta años. En la interpretación del papel de los medios de comunicación en la sociedad sus aportaciones son indudables pero más sus desaciertos y equívocos.
A pesar de algunas tendencias homogeneizantes, la tradición cultural occidental contiene hoy día una amplia gama de formas culturales y valorativas; es decir, ha alojado un cierto nivel de diversidad y heterogeneidad. A contracorriente de todos los vaticinios apocalípticos no se han podido anular las particularidades culturales y lingüísticas. La globalización no ha sido ajena a procesos de re-localización e hibridación cultural.
Es verdad, en Occidente se produjo una jerarquización de valores favorable a la racionalidad instrumental; lo cuantificable, lo medible y tangible, lo eficiente y lo óptimo se colocaron en el primer plano. No obstante, la variedad cultural no ha dejado de existir. Un error de los frankfurtianos ha sido pensar que la supuesta tendencia omniexpansiva de la racionalidad instrumental lograría efectivamente sus propósitos. Aparte del ``totalitarismo invasor de la ratio'' otro desatino ha sido antropomorfizar la dinámica de dicha racionalidad, que pasa a ser una especie de persona actuante y pensante, todopoderosa y ubicua.
También es verdad que los medios de difusión masiva de tipo tradicional han sido vehículos de mensajes homogeneizantes, pero la corriente principal se ha visto contrarrestada por contratendencias. Por otra parte, si ciertos valores pasan a ocupar un lugar secundario no implica que no tengan presencia y actualidad. Un tipo específico de racionalidad ha tendido a implantarse pero no es la única que atraviesa la sociedad; de hecho, observamos racionalidades locales y parciales. Las resistencias culturales y las resignificaciones hicieron que las diferencias y la multiplicidad no desaparecieran. La complejidad se hizo más presente que nunca. Empero, podemos decir que diferencia y complejidad no son ni han sido equivalentes a plena pluralidad democrática.
El manido concepto de masificación se pone en entredicho si observamos que la telemática y el telemarketting permiten la individualización de las estrategias publicitarias. Hoy día, la televisión generalista (masiva) coexiste con la televisión temática (especializada). En los llamados nuevos medios y en los nuevos usos de los medios de difusión tradicionales, la fragmentación y la segmentación son fenómenos vigentes.
Como muchos marxistas, los frankfurtianos conciben la sociedad como una máquina clásica, con engranajes que, en perfecta sinergia, reproducen la dominación. Es la versión inversa del funcionalismo, en donde el gran aparato constriñe a la adaptación. Sin embargo, ambos enfoques permanecen presos del viejo paradigma científico y de su concepto de orden. El nuevo paradigma incluye lo aleatorio y otros tipos de orden que se alejan de la armonía y regularidad clásicas.
No se comprende cómo una tendencia teórica que se definió primigeniamente como negativa haya tenido tantos adeptos. No se entiende cómo resurgen continuamente sus seguidores. Si antes los frankfurtianos excomulgaron al cine de un concepto elitista del arte y despotricaron del jazz, ahora los neofrankfurtianos anatematizan al rock y a los videos de Michael Jackson como tendencias diabólicas. Si a la escuela fundacional hemos de reconocer potencia intelectual, a su tradición le debemos la detención y negación del pensamiento en algunos círculos del saber.
Existe un tópico que señala que no creyeron en el hombre. Rectificamos; pensaron que ciertas capacidades estaban en pocas manos y ``las masas'' eran plastilinas unicolores que no aprendían en su devenir y en su relación con los medios. Reformulamos; creyeron en algunos hombres y subestimaron a otros.
Occidente no generó un hombre unidimensional. Unilateral es la visión de los frankfurtianos sobre las sociedades occidentales, el poder, el ser humano y la ciencia. Esta última no se ha caracterizado únicamente por los intentos continuos de control y dominio de la naturaleza y el hombre. Es también, por ejemplo, el avance sobre enfermedades de todo tipo. La nueva ciencia reivindica lo cualitativo y reconoce sus límites. La incertidumbre la traspasa como atraviesa a la realidad. Incluye lo improbable; llueve sobre Lima y nieva como nunca antes sobre algunas ciudades mexicanas.
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