Del sentido trascedente del arte
Nicomedes Febres
* Cuando la aviación nazi bombardeó al pequeño pueblo de Guernica, un villorrio del país vasco, durante la guerra civil española, no sabía el estigma perpetuo que dicha acción representaría para su nación ante el mundo civilizado. Blanca Royo, superviviente del exterminio de Guernica, su pueblo natal, me contaba con lágrimas en los ojos lo que ella vivió aquella aciaga noche siendo una niña. Picasso, con su Guernica, cada día nos impide echar en el olvido esa noche de infamia. Cuando Andy Warhol, recortó una foto de Marilyn Monroe y la llevó al lienzo transformándola en “su” Marilyn, tampoco sabía que esa pieza iba a representar una época, el ingreso de los valores de la cultura de masas al arte y el esplendor de su gran nación. Eso es con mucho una función primordial del arte, sintetizar en una imagen un tiempo y una sociedad. La exposición de Antonio Briceño inaugurada ayer en Los Galpones, dedicada a nuestros héroes y mártires representa lo mismo para la tragedia venezolana de estos aciagos meses. Antonio reunió un grupo de jóvenes torturados por los cuerpos represivos del régimen y los colocó a cada uno frente a la cámara de vídeo para que recordaran en silencio todo su sufrimiento durante el momento del martirio. La gestualidad facial de los torturados, muchachos y muchachas, solo recordando aquél horror sufrido en mano de sus captores fue suficiente para introducirnos en esos antros del terror. En esas lágrimas, en ese apretar de ojos, en el acto de enjugar el llanto, en el parpadeo, está dicho el tormento que este gobierno produjo en nuestros jóvenes mártires, pero en cuyas pupilas también brilla aún la esperanza. Allí estamos todos nosotros reflejados, desde los indiferentes que creen, que por ser pusilánimes, el terror nunca les tocará, hasta los renacidos como memoria colectiva: Basil, Roberto Redman, Geraldine, Génesis, Wilmer, Alejandro Márquez, Yaremi y todo el medio centenar de muertos caídos por la libertad. En medio de la penumbra, solo la luz de las pantallas orientaba al numeroso público, que con lágrimas en los ojos, observaba con sacro santo silencio y recogimiento todo aquel dolor producto de la tortura. Incluso, varios simpatizantes del régimen presentes se retiraron avergonzados ante la realidad. Otro, poco avispado, me preguntó: quién hizo esto, como indagando por el autor; y yo le contesté en voz queda: Ustedes lo hicieron, esto lo hicieron ustedes, a lo que rompió en sollozos.
Antonio trabaja con nosotros desde joven y pese a que aún lo es y lo será por bastante tiempo más, es brillante y muy profesional, pero como ha hecho una gran labor fotografiando las etnias americanas en vías de extinción y su cosmogonía, fue elegido para representar a Venezuela en la Bienal de Venecia, por lo que fue estigmatizado y acusado por muchos de simpatizar con el régimen. Con esta muestra, Antonio en vez de caer en dimes y diretes, decidió fijar posición con su obra, y su obra dentro de cien años, cuando las palabras se las haya llevado el viento, seguirá vigente y será uno de los testimonios relevantes de la grandeza de la juventud que dio testimonio de martirio en su lucha por la democracia y la libertad en esta larga y negra noche de la patria que pronto concluirá. Gracias Antonio, por éste, tu testimonio que nos representa a todos los que, con la frente en alto, luchamos siempre por la libertad. Gracias en nombre de la Venezuela libre del futuro, donde todos seremos hermanos. Que Dios te bendiga
* La mala foto es un testimonio de la muestra.
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