jueves, 5 de octubre de 2017

INSULARIDADES

Los bueyes detrás de la carreta
Luis Barragán

Paradójicamente, los partidos tienden a no ser deliberantes e, internamente despolitizados,  apartidistas, dependiendo la obediencia del momento que se vive o calcula, mientras que a la corporación castrense  le ocurre todo lo contrario. Se dirá, los bueyes están detrás de la carreta.

Independientemente de la decisión adoptada por sus reducidas direcciones nacionales que, más de las veces, sintetizan dos o tres personas, en torno a los comicios regionales, lo cierto es que no hubo consulta previa alguna de los cuadros en distintos niveles. Vale decir, la discusión quedó vedada y la orden fue movilizarse para el cumplimiento de la tarea asignada.

El asunto nos remite a una situación resueltamente común en buena parte de las organizaciones partidistas, pues, no existe la colegiación en las decisiones adoptadas y, menos, la debida discusión de las circunstancias e, incluso, de los principios sometidos a prueba por las realidades. Nos sorprende que sean tan irregulares las reuniones   semanales de las diferentes direcciones, añadiendo que sólo excepcionalmente se declaran en sesión permanente ante la gravedad de los acontecimientos en curso.

Antes, las mejores y más sentidas posiciones, las que comprometen y efectivamente adhieren, fueron fruto de  la deliberación que, por lo general, justificaba la atención – además, informada – de los medios de comunicación que cada lunes interpelaban al vocero oficial de turno. Y, por personales que fuesen las opiniones de este vocero, debía expresar las del cuerpo de dirección.

Simplemente, la costumbre se perdió y las condiciones del régimen actual se impusieron, siendo tan presuntamente normal que se imparta una orden a secas, surgida del parecer exclusivo del que ordena, con absoluta prescindencia de un debate que pueda enriquecerla y legitimar su cumplimiento, así haya disensión.  Por lo demás, estas instancias de conducción pierden valor al militarizarse – digamos – espiritualmente al partido.

Por estos días, recordaba el amigo, que el comité nacional de un partido de gobierno debió pronunciarse en relación a algunos aspectos que concernían al mercado petrolero, por lo que citaron también a dos ministros adicionales al del ramo,  militantes de la organización. Éstos informaron con detalle y,  seguidamente, se marcharon, porque los integrantes de la dirección debían delibrar sobre el asunto para fijar una postura, ya que al fin y al cabo, representativos, fueron elegidos para eso.

Luego, nos preguntamos, ¿qué ocurriría hoy? Entre varias de las respuestas, posiblemente habría sesión para tener la ocasión de solicitar un favor al ministro que, de paso, siendo más importante que todos los directivos juntos, se queda, conduce la sesión e impone su criterio; no teniendo un interés personal e inmediato en el negocio petrolero, daría igual acudir o no acudir a la dirección, porque – apenas – se trata de un pronunciamiento ante la opinión pública; para qué informarse sobre una materia que, por más que tenga  implicaciones políticas, es una cosa de tecnócratas; o, simplemente, siendo tan numerosas las personas, quedaría fuera de las cámaras de televisión en un intercambio en el que el periodista poco o nada conoce del problema.

02/10/2017:

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