sábado, 21 de diciembre de 2013

DESCOMPOSICIÓN

EL NACIONAL - Jueves 17 de Octubre de 2013     Opinión/9
A PRIMERA VISTA
El fascismo para Gramsci
JUAN BARRETO CIPRIANI

Para Antonio Gramsci, uno de los pensadores de izquierda más agudos con relación a la cuestión fascista, la posición de un ala ideológica de derecha de la pe queña burguesía constituyó la base de masas para una contraofensiva reaccionaria contra el movimiento obrero y socialista. Para Gramsci la presencia del fascismo ocurre por la combinación de la agitación y propaganda demagógica de los sectores medios de derecha y un plan de revancha de la gran burguesía, contra cualquier intento de revolución socialista.
(Cualquier parecido con la oposición venezolana no es pura coincidencia).
La victoria del fascismo en Italia 1922 se ha de considerar, pues, no como una victoria conseguida sobre la revolución, sino como la consecuencia de la derrota producida a las fuerzas revolucionarias por sus errores, debilidades y defectos intrínsecos.
El fascismo, como movimiento de la reacción armada que se propone el objetivo de disgregar y desorganizar a la clase trabajadora para inmovilizarla, entra en el cuadro de la política tradicional de las clases dirigentes italianas, y en la lucha del capitalismo contra la clase obrera.
Socialmente el fascismo encuentra su base social en la pequeña burguesía urbana y en una nueva burguesía agraria surgida de una transformación de la propiedad rural en algunas regiones.
Esto, y el hecho de haber encontrado una unidad ideológica y organizativa en las formaciones militares en las que revive la tradición de la guerra antiobrera, que sirven en la guerrilla contra los trabajadores, permiten al fascismo concebir y ejecutar un plan de conquista del Estado.
En sustancia, el fascismo modifica el programa de conservación y reacción que siempre ha dominado la política de derechas solamente con un modo distinto de concebir el proceso de unificación de la fuerza reaccionaria. Este propósito corresponde con la voluntad de resistir a fondo a todo ataque revolucionario, lo que permite al fascismo recoger las adhesiones de la parte más decisivamente reaccionaria de la burguesía industrial y de los terratenientes agrarios.
En el campo político, ante todo, la unidad orgánica de la burguesía en el fascismo no se realiza inmediatamente después de la conquista del poder.
Fuera del fascismo quedan los centros de una cierta oposición burguesa al régimen autoritario de derecha. Por una parte, no queda absorbido el grupo que tiene fe en la solución democrático-liberal del Estado. Es decir, los moderados reformistas democráticos quedan fuera progresivamente de cualquier alianza con el fascismo.
El fascismo se ve obligado a luchar contra estos grupos democráticos y moderados sobrevivientes, dando lugar a una fisura en el bloque de las fuerzas conservadoras y antiproletarias, que en determinadas circunstancias puede favorecer el desarrollo y la afirmación del proletariado organizado como clase política revolucionaria como tercer y decisivo factor de una situación política.
En el campo económico, el fascismo actúa como instrumento de una oligarquía industrial y agraria para concentrar en las manos del capitalismo el control de todas las riquezas del país. Esto no puede hacerse sin provocar el descontento en la pequeña burguesía, que, con el advenimiento del fascismo, creía llegado el tiempo de su dominio.
El fascismo para Gramsci adopta toda una serie de medidas para favorecer una nueva concentración industrial, y a éstas corresponden otras medidas a favor de los sectores de propietarios agrarios y contra los pequeños y medios cultivadores (impuestos, arbitrios sobre el trigo, "batalla del trigo").
La acumulación que estas medidas determinan no constituye un crecimiento de riqueza nacional, sino que es expoliación de una clase en favor de otra, esto es, de las clases trabajadoras y medias a favor de la plutocracia.

EL NACIONAL - Jueves 11 de Julio de 2013     Opinión/8
A PRIMERA VISTA
Fascismo imperial
JUAN BARRETO

El presupuesto militar de Estados Unidos representa 47% de los gastos militares mundiales. Pasemos revista a algunos datos: según cálculos conservadores, Estados Unidos ha gastado en 13 años de guerra contra el "terrorismo", es decir, Irak y Afganistán, más de 2 billones de dólares. Si comparamos esta astronómica cifra con lo que se necesitaría para acabar con el analfabetismo en el mundo (unos 49.000 millones); o con lo que se podría invertir en ese país para erradicar la pobreza de unos 50 millones de norteamericanos (300.000 millones de dólares), nos damos cuenta de cuán alta es la cifra.
Paradójicamente, si este país reduce en apenas 20% el gasto militar, desaceleraría su economía en esa misma proporción, dejando en la calle a un millón y medio de trabajadores y produciendo la quiebra de industrias como el acero, la informática, la farmacéutica y hasta el ramo de la alimentación y la confección. El imperio se halla atrapado al interior de su propia paradoja al haber amarrado el carro de su destino al caballo de la doctrina de "la guerra eterna".
Mientras Washington espía, el fraude del "sueño americano" vive su implosión, con millones de personas desempleadas y miles de ellas en las calles, el despliegue de la sociedad de control fascista y armamentista sobre las pretensiones del sector de las altas tecnologías, son explotadas hasta sus últimas consecuencias, el "enemigo" puede ser despachado a través de un dron.
Como señala Ignacio Ramonet: "Nos lo temíamos. Y tanto la literatura (1984, de George Orwell) como el cine de anticipación (Minority Report, de Steven Spielberg) nos habían avisado: con los progresos de las tecnologías de comunicación todos acabaríamos siendo vigilados. Claro, intuíamos que esa violación de nuestra privacidad la ejercería un Estado neototalitario. Ahí nos equivocamos. Porque las inauditas revelaciones efectuadas por el valeroso Edward Snowden sobre la vigilancia orwelliana de nuestras comunicaciones acusan directamente a Estados Unidos, país antaño considerado como `la patria de la libertad’. Al parecer, desde la promulgación en 2001 de la ley `Patriot Act’ (2), eso se acabó. El propio presidente Barack Obama lo acaba de admitir: `No se puede tener un 100% de seguridad y un 100% de privacidad’.
Bienvenidos pues, a la era del `Gran Hermano"...
Así se va despertando el monstruo fascista del imperio. Gilles Deleuze, en febrero de 1977 advertía que las ideas autoritarias vienen al relevo, y a la revancha; hay un ritornello, un remake, de las ideas del conservadurismo reaccionario ante el agotamiento de las institucionales demo-liberales y el Estado del bienestar, y producto de la crisis de la posguerra y el miedo a las nuevas ideas socialistas, luego de superada las crisis de la caída del Muro de Berlín.
El neofascismo en el mundo constituye entonces una posibilidad histórica, en la medida en que el modo de enfrentar la crisis de la hegemonía capitalista sea una solución de fuerza contra el avance de los sectores populares en la conquista de cambios democráticos reales de la estructura de poder social.
En una crisis histórica, en que se combinen a la vez los factores económicos con los políticos; es decir, una crisis general de autoridad, se traduce en una crisis de la eficacia de las ideologías burguesas, dando lugar a que los sectores medios vivan un extremo momento de tensión entre la opción capitalista y la opción socialista defendida por los sectores populares. De esta manera la hegemonía burguesa utiliza como masa de maniobra a los sectores medios, difundiendo una ideología reaccionaria que anhela la certidumbre de la verticalidad autoritaria, y que sacrifica la democracia política por la autoridad concentrada en una solución de fuerza.
¿Será entonces que el norteamericano medio ­y el mundo entero­ debemos sentirnos seguros, pues un gobierno fascista nos está vigilando?

EL NACIONAL - Jueves 22 de Agosto de 2013     Opinión/7
A PRIMERA VISTA
Fascismo: comunitarismo sin comunidad
JUAN BARRETO CIPRIANI

El fascismo como un virus va mutando, va cambiando su constitución de acuerdo a los territorios en que le toca proliferar. Es decir, tiene un componente regional que lo hace singular ante el otro fascismo que constituye al Fascismo como aparato de dominación.
El fascismo niega la democracia porque para el fascista no se trata de construir un régimen de mayorías, ni de darle poder al pueblo, sino de usar el gobierno como una "suma de individuos" amalgamados en un proyecto determinado por los intereses de clase y que se consideran asimismo como lo más excelso de la raza.
"La comunidad fascista consuma el crimen de la asimilación a la fuerza y de la identidad incontestable", dice Bataille. A lo que el fascista llama libertad, el comunista lo llama asimilación. El exterminio de la alteridad no es visto por el fascista como crueldad, sino como un mal necesario en una comunidad que reivindica el orden y la unidad en todas las dimensiones sociales. La sociedad homogénea es la sociedad útil, "así en el orden actual de las cosas, la parte homogénea de la sociedad está formada por los hombres que poseen los medios de producción o el dinero, es en la llamada clase capitalista y burguesa donde se crean los hombre útiles a la sociedad, en las clases medias se crean sujetos intercambiables y reductibles a esta operación, en tanto que entidades abstractas intercambiables".
El fascismo no tiene afuera, es una comunidad de un adentro constante y perpetuo, una comunidad pensada de esta manera sólo conoce puertas, muros, cierres, rejas, barreras. Es una comunidad sin aperturas, cerrada sobre si misma e imponiéndose desde allí a los otros.
La guerra de Irak, la invasión a Siria, el genocidio contra Palestina, la invasión a Libia y a Panamá, no son más que manifestaciones de ese fascismo que asume lo otro como amenaza. Recordemos la frase de Le Pen. "Habrá que escoger entre una Francia para los franceses o una Francia para todos".
Por todo ello, el fascismo combate de frente al internacionalismo obrero, (comunismo/socialismo) desde una posición chovinista y creando un pseudo-nacionalismo de carácter popular, y a su vez se asumen como la síntesis de la sociedad toda; también sustraen las consignas y las banderas socialistas como estrategia para mimetizarse con las luchas y reivindicaciones de las clases subalternas, tratando de conciliar lo irreconciliable.
En Venezuela, los representantes de la ultraderecha suelen dar muestra de eso, ya que en el mismo discurso pueden asumir símbolos y consignas de la tradición izquierdista y patriótica, a pesar de ir dirigido a los estratos más altos de la pirámide social.
"En Italia no hay ricos, no hay pobres. Hay italianos" decía Mussolini; y en Venezuela Henrique Capriles Radonski dijo en su campaña "los venezolanos estamos unidos, en una sola Venezuela" decir que "aquí no hay derechas, ni izquierdas" es una pirueta mental para pretender que se crea que también ellos defienden al obrero. Se les oye defender la propiedad porque sienten al país como una propiedad de sus familias, por eso cuando dicen "están acabando con el país, están regalando nuestra riqueza", en realidad quieren decir están acabando con mis negocios.
Es necesario entender como el fascismo se vertebró como anticomunismo radical.
El historiador alemán Ernest Nolte sugiere que el fascismo no debe ser reducido a la simpleza del anticomunismo, pero propone que el fascismo es un comunismo a la inversa, comunitarismo sin comunidad. Individualismo exacerbado mostrado en un escenario de masas. Es decir; el fascismo trata de que salvemos entre todos mi individualidad, por lo cual, de manera natural choca con el comunismo que plantearía a un individuo que se realiza desde y con la comunidad y no al individuo que usa a la comunidad para auto realizarse.

EL NACIONAL - Jueves 15 de Agosto de 2013     Opinión/8
A PRIMERA VISTA
Los estratos socio-psicológicos del fascismo
JUAN BARRETO CIPRIANI

Los modelos de referencia e identificación primaria dependen de las impresiones y emociones con las que asociamos las ideas, de manera que el fascismo es también una formación discursiva que echa raíces profundas en los modos de producción de los procesos de subjetivación, a los que el pensador francés Félix Guattari llama formaciones colectivas del inconsciente, modos que actúan como dispositivos de referencia y de respuesta, y constructores de mundos semióticos que gobiernan el gusto y direccionan las predilecciones afectivas o políticas.
Son devenires singulares de las personalidades represivas, muy propias de la psicología y la personalidad de aquellos que escogen funciones sociales en donde el mando y la jerarquía son fundamentales. Guattari recuerda que Freud hablaba de los fragmentos discursivos marcadores que hacen la personalidad. De allí tomó Freud la idea de analizar los sueños, para extraer el núcleo semiótico dominante capaz de funcionar como atractor extraño que organiza en retículas de pensamiento la enunciación y la interpretación, que es vista como individualizada pero que actúa como articulador social de las identidades colectivas.
Los estratos socio-psicológicos del fascismo se movilizan en la dirección de conservar las seguridades y esto instala a la subjetividad en el lugar donde el deseo es sacrificado a favor del orden, por miedo a que el deseo rebase sus propios límites y se convierta en deseo revolucionario.
Tal vez por esto, algunos sectores de las fuerzas armadas en América Latina, en donde el concepto de disciplina, jerarquía, orden y autoridad están por encima de otras consideraciones éticas e ideológicas, han sido susceptibles al devenir fascista, convirtiéndose en élites testamentarias colocadas por encima de la sociedad. Los imperios han encontrado fácil caldo de cultivo en militares ambiciosos con escasa formación intelectual y debilidades en los aspectos ideológicos.
Las fuerzas armadas de América Latina formaron cuerpos con una historia marcada por funciones de represión interna, proclives a simpatizar con las ideas fascistas. (Léase: El Chile pinochetista o la Argentina de Videla) El Estado absoluto y el orden absoluto son anhelados y fantaseados como fórmulas para administrar el bien común y salvaguardar los intereses nacionales en estos estamentos autoritarios. De allí, la importancia de abordar el estudio de los ámbitos sociopsicológicos que dan lugar a la emergencia del fenómeno reaccionario y fascista. Wilhelm Reich afirmaba que las clases medias ansían el orden a falta de poder, desprecian a las clases trabajadoras y al pueblo, le temen mientras envidian a la burguesía cuyo polo de identificación desean. Pero el no poder acceder a los beneficios de la condición burguesa y al intentar alejarse a como dé lugar de la condición de clase proletaria, optan por la doctrina de un Estado que les brinde seguridad y les permita mantener sus privilegios como sector intermedio para, desde allí, ascender en el estatus de clase dominante.
El fascismo estimula una suerte de individualismo organizado a partir de una comunidad reaccionaria. La llamada meritocracia o los segmentos de la tecno-burocracia son proclives aspirantes a la estructura socio-psicológica de corte reaccionario. Su "no toma de partido" es de suyo una toma de partido por un régimen autoritario en el que sus ideas están por encima de cualquier saber. Es en los momentos de crisis en los que se rasga el velo frágil de opacidad presente en la sociedad y se desenmascaran las contradicciones de clase, los sectores de la sociedad que vivían al margen de las contradicciones se sienten asaltados en sus estilos de vida, y sienten en peligro lo que consideran sus logros vitales más importantes, su ilusorio ascenso social y su estructura de clases.

EL NACIONAL - Jueves 01 de Agosto de 2013     Opinión/7
A PRIMERA VISTA
¿Existe el peligro neofascista en Venezuela?
JUAN BARRETO CIPRIANI

En Venezuela, el peligro reaccionario de los sectores medios resulta recurrente gracias a las expectativas vertidas sobre la distribución de la renta petrolera y a la naturaleza rentista del Estado, desde el cual han surgido numerosas capas medias, absolutamente divorciadas de la producción y cuyo único vínculo con la sociedad es el parasitismo y el disfrute de la renta en actividades no productivas. Todo esto es el caldo de cultivo que incuba el escenario del "fascismo criollo".
El discurso fascista recurrirá a la descomposición política que la crisis genera en las capas intermedias para captar su base de apoyo. Al proyecto revolucionario le toca una urgente caracterización de las fracciones de clases de las capas medias para pensar en antídotos concretos que neutralicen el fascismo. A diferencia del Cono Sur, la clase dominante no ha podido ensamblar una doctrina militar, y una clase político-militar alternativa ha tenido que refugiarse en aventuras golpistas y en sabotajes con poco aliento.
Si la burguesía penetra con éxito el aparato militar del proyecto revolucionario bolivariano, la realidad se manifestaría de una manera distinta. No jugarían tan sólo a desbordar los canales de control del sistema político sino que avanzarían de una vez al total aplastamiento de las fuerzas populares.
Como toda doctrina política, el fascismo también evoluciona, aunque el neofascismo conserva rasgos y matices del fascismo tradicional. El fascismo es más bien un devenir, una práctica social y política que va diseminándose y copa los espacios de poder de la llamada "sociedad civil", así como varios espacios de los aparatos del Estado.
Como pensaba Manheim, el fascismo es la respuesta a un "momento crítico o crucial".
Se constituye la violenta respuesta de masa de la burguesía cuando se siente acorralada por el proletariado, cuando siente que ha perdido el control del sistema democrático liberal, movilizando como onda de choque a las clases medias anteriormente apartadas de la vida política pública.
Pero el bloque fascista no está exento de contradicciones.
Unos ven al fascismo como necesidad coyuntural y otros, como proyecto histórico. En la Alemania nazi, algunos políticos eran partidarios de sumar a amplias capas de plebeyos y proscriptos a los beneficios del Estado para garantizar la identificación de sectores de las masas con el proyecto fascista, mientras que otros eran más proclives a un gobierno de élites a favor de la promoción de las clases medias, de modo que dentro del fascismo también hay tendencias enfrentadas y contradicciones, y no puede ser leído como un bloque monolítico y que no se actualiza.
Se activa y actualiza la base de masas del fascismo con el ascenso de los sectores populares que pugnan por la transformación del poder de Estado capitalista hacia un poder de Estado de transición hacia el socialismo.
En este cuadro coyuntural se está instalando un neofascismo, en comparación con el cual el antiguo quedará reducido a una forma folklórica. En lugar de ser una política y una economía de guerra, el neofascismo es una alianza mundial para la seguridad, para la administración de una "paz" no menos terrible.
Gilles Deleuze, en febrero de 1977, advertía que las ideas autoritarias vienen al relevo y a la revancha. Hay un ritornelo, un remake de las ideas del conservadurismo reaccionario ante el agotamiento de las institucionales demo-liberales y el miedo a las nuevas ideas socialistas.
El neofascismo en América Latina constituye entonces una posibilidad histórica en la medida en que el modo de enfrentar la crisis de la hegemonía capitalista sea una solución de fuerza contra el avance de los sectores populares en la conquista de cambios democráticos reales de la estructura de poder social.
Ilustración: Chema Madoz.

Breve nota LB: JB ha publicado una serie de artículos sobre la materia. No hemos tenido tiempo de leerlos y ponderarlos. Sobre todo el relacionado con Gramsci. Es el problema: el tiempo para ponderarlos y, sobre todo, contrastarlo con su ejercicio de poder. "Por sia", guardamos los textos. Quedan pendientes.

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