domingo, 22 de diciembre de 2013

PASTORAL DE BYTES

De las comunidades digitales cristianas
Luis Barragán


Paradójicamente,  las redes sociales no dispensan la interlocución deseada. Cotizamos y festejamos la infinidad de impresiones que dispensamos a diario, ensimismándonos.

Hay un amasijo de posturas efímeras que no somos capaces de reconstruir, dándole algún sentido. La telegrafía de estos días nos condena a una constante mudanza, banalizando nuestras incursiones.

Indudablemente, la tendencia es fiel reflejo del mundo real, donde el diálogo escasea. Ya no hay tiempo para el intercambio familiar o vecinal de comentarios, o porque el propio ejercicio de la razón está harto amenazado.

Prosperan numerosísimas comunidades digitales en torno a las más diversas e inimaginables materias, temas o trivialidades, pero se nos antoja que las de carácter religioso quedan muy atrás.  Inevitables, las hay aún cuando destacan y  acaso  las auspician los portales institucionales con pocas herramientas para la activa participación de su miembros y transeúntes.

Nos referimos a las creencias organizadas, las que tienen un convincente sustento teológico que escapa de la multiplicación de sectas u otras manifestaciones de una postmodernidad que tribaliza y asfixia.  Las cristianas y, específicamente, católicas esperan por un decidido relanzamiento que vaya más allá de una cuenta de Twitter, por ejemplo, ocupada del hecho noticioso, por lo menos, en idioma castellano.

La formación y el sostenimiento de sendas comunidades cristianas en el mundo digital, nos remiten a los orígenes de la Iglesia en el mundo real.  Comprensible, también son propensas a la frivolidad, amasando sensaciones e intuiciones que requieren de una sabia reorientación bajo la inequívoca inspiración de los Evangelios.

Intentamos crear y sostener pequeñas comunidades que, al contentarse con reseñar las homilías dominicales (por ejemplo, https://www.facebook.com/groups/376815057371/), apenas constituyen un atril.  Por algunas o todas  las razones que esgrimamos, no suscita el intercambio activo de sus integrantes y, por si fuese poco, lo reconocemos como un riesgo acaso innecesario, pues no estamos debidamente preparados para afrontarlo con la destreza y disposición deseada desde nuestra modesta feligresía.

Existe una incomparable oportunidad para la acción pastoral en las redes, por lo que sostenemos que también debe manifestarse una especialización del sacerdocio  en ellas.  Luce inmensa la tarea, pero urge la desinhibida actuación orientadora de las comunidades más numerosas, establecidas y persistentes.

Quizá estemos desinformados,  pero llama poderosamente la atención que no abunden tales comunidades alrededor de las parroquias eclesiásticas como quisiéramos, capaces de actualizar y reportar las valiosísimas homilías dominicales, ni de promover las actividades que adelantan, a pesar de los espacios gratuitos que la infopista dispensa.  Reconocemos el esfuerzo de inserción de muchos sacerdotes y religiosas a los que ciertamente no les alcanza el tiempo para responder los correos electrónicos, aunque la eficacia del mensaje requiere de una iniciativa organizada en esta vertiente de la llamada ecología gris.

Imposible pensar en una iglesia virtual, proveedora de sacramentos a distancia con sólo pulsar el teclado, pero están abiertas las fronteras de esta otra terrenalidad que es y, al mismo tiempo, no es, siéndolo. Jamás podrá sustituir la riqueza del encuentro personal y del compromiso comunitario: constituye una herramienta y un vehículo para también lograrlo.
Ilustración: Dalia Ferreira.
http://www.noticierodigital.com/2013/12/dip-barragan-han-sido-numerosas-las-emboscadas-del-oficialismo-despues-de-llamados-al-dialogo/

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