NOTITARDE, Valencia, 15 de diciembre de 2013
"Caminando con Cristo"
Dios vendrá y nos salvará (Mt. 11,2-11)
Pbro. Lic. Joel de Jesús Núñez Flautes
Estamos en el tercer domingo de adviento, llamado el "domingo de la alegría", porque ya está próxima la celebración de la Navidad, el recuerdo del nacimiento del Salvador de la humanidad. En este domingo se nos presenta la figura de Juan el Bautista como modelo de la espera dichosa y paciente del adviento. Juan se caracterizó por anunciar la llegada del Mesías y Redentor que vendría a liberar al hombre de su pecado. Por eso, estando preso en la cárcel por orden de Herodes Antipas manda a dos de sus discípulos a preguntar a Jesús: "¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro? Quizás San Juan Bautista tuvo una duda ante la actuación de Jesús que no respondía a la imagen del Mesías que él predicó a la gente y a sus propios seguidores en el Jordán. "El hombre más grande nacido de mujer", como Jesús mismo lo calificó había basado su predicación y anuncio del Mesías llamando a una conversión radical del corazón, hablaba de la llegada cercana del Reino de Dios y su juicio. Las imágenes que utiliza para hablar del Rey Mesías que está por venir son el hacha, el bieldo y el fuego. Pero todo esto no parecía encuadrar en la actuación de Jesús que se muestra compasivo y misericordioso con los pobres, los enfermos y los marginados de la sociedad de su tiempo. Pero esta actuación de Cristo viene a dar cumplimiento a aquello que anunciaba el profeta Isaías y que hoy nos presenta la primera lectura de este domingo: "He aquí que su Dios, vengador y justiciero, viene ya para salvarlos. Se iluminarán entonces los ojos de los ciegos y los oídos de los sordos se abrirán. Saltará como un ciervo el cojo y la lengua del mudo cantará…" (Is. 35,1-6.10). San Juan, era hijo de la cultura y expectativa mesiánica de su tiempo que anunciaba la llegada de un Mesías poderoso, que aplastaría a sus enemigos. Por eso, Jesús llega a decir: "Dichoso el que no se sienta defraudado por mí". Él viene a dar cumplimiento a lo anunciado por los profetas, el último de ellos y su precursor será Juan, pero desborda su anuncio, porque Dios mismo en persona se encarna, toma la condición humana, viene a compartir la fragilidad de nuestra carne, menos en el pecado. Dios manifiesta su poder en la debilidad y su preferencia por lo pequeño, lo pobre y lo marginado; en el escándalo de la cruz, es la verificación auténtica de la llegada del Mesías. Sin embargo, hay que decir que ante la duda momentánea de Juan, ante esa imagen que tenía del Mesías y que en un momento no encuadraba en la desbordante actuación de Jesús, ya había afirmado categóricamente ante sus discípulos: "Ese es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo". Jesucristo manda la respuesta a Juan a través de los signos y las obras que hacía, con lo cual San Juan constató que lo anunciado por los profetas desde antiguo se cumple en las palabras y milagros que Jesús dice y realiza a favor de los más desamparados, como signo de que Dios en persona ha venido a rescatar al hombre sumergido en la pobreza, en la marginación y la enfermedad mortal que le ha dejado el pecado.
La pregunta de Juan el Bautista sigue teniendo hoy eco en la humanidad. Hay muchas personas que todavía van detrás o en la búsqueda de un Mesías, de un salvador; a lo largo de la historia distintas ideologías han querido quitar de en medio el valor de la fe y proclamarse como los mesianismos ideológicos y concretos para la humanidad. Por ejemplo, el existencialismo ateo con su máximo exponente Nietzsche y la idea del superhombre que proclama la autosalvación del ser humano y rechaza la idea de un Dios trascendente que opaca la grandeza del hombre o el marxismo que afirma que la religión es opio, droga para el pueblo; la nueva religión es y debe ser el Estado, según esta ideología y donde se dé la lucha de clases, sin dominios religiosos, económicos o de cualquier tipo.
Ante los falsos mesianismos de la historia y ante aquellos nuevos personajes que pretenden autoproclamarse como nuevos mesías de la humanidad: hay que decir y mantener con fe profunda que Jesucristo es la única Salvación del ser humano. Dios se encarnó para que cada hombre, en su propia existencia, alcance la salvación. Por eso, el adviento es un llamado al estilo de Juan Bautista a la conversión, a luchar contra las estructuras de pecado que constatamos en nuestras vidas y en la sociedad, es un compromiso de amor hacia el más pobre y desamparado.
IDA Y RETORNO: Nuestra Arquidiócesis de Valencia está de júbilo porque desde ayer tenemos un nuevo sacerdote, el Padre Eduardo Pereira, que fue ordenado en su parroquia natal San Rafael de Bejuma. Que Cristo le regale un fecundo ministerio sacerdotal.
Agradezco a Dios y a la Virgen por la vida de mi querido Papá Juan Ramón Núñez, que hoy está cumpliendo 80 años. Que Jesús lo bendiga y asista siempre con sus dones. Felicito también a mi hermana Belkis y mi cuñado Oswaldo que hoy están cumpliendo 23 años de vida matrimonial. Dios los bendiga siempre.
Ilustración: Dalia Ferreira.
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