Del selfie parlamentario
Luis Barragán
La estrategia de subestimación y minimización de los comicios parlamentarios, adeudada la propia fecha de su realización, por un régimen temeroso de la libre manifestación de la voluntad ciudadana, agiganta el desafío para una oposición que, por cierto, ha de concebirlos como una tarea compartida con otras decididamente democráticas. Significa recuperar y reivindicar el debate mismo, ampliándolo y profundizándolo, en una sociedad constantemente amenazada y censurada.
Debate y parlamento constituyen un mismo fenómeno que no haya cupo en las dictaduras clásicas, empeñadas en la burda manufacturación de las leyes, la generosa aprobación de los créditos adicionales y la dócil autorización de los nombramientos que dice exclusivamente explicar al Poder Legislativo. Una campaña electoral ajena a toda polémica, entre propios y extraños, concuerda con el autoritarismo que abre una franca avenida para la experiencia totalitaria, anunciando lo que será la Asamblea Nacional para el próximo período constitucional, por lo demás, tan afín al desconocimiento que la institución gana en los estudios de opinión.
Digamos de una cierta campaña de preelaboración, pues, por una parte, a pesar de las nominales primarias abiertas que adelanta el oficialismo, la aparente representatividad de la plataforma prometida (jóvenes, mujeres, campesinos, etc.), la configuran como una maniobra destinada al absoluto control de la bancada por la promoción de nombres ajenos al oficio, cuyo único mérito – lo escribimos con todo respeto – es haber parido a un diputado lamentablemente fallecido, útil para agotarlo como un símbolo de agresión contra los adversarios; compartimentados, de otros que tardarán en contar con una perspectiva global hasta del partido que los consagró como funcionarios; condicionados, preferibles ante el riesgo de una postura crítica que lleva al decisor de Miraflores a la facturación política preventiva de posibles corrientes o tendencias; y, sin mención de otros, concordante con el sobrepeso ejercido por el Ejecutivo Nacional y las prerrogativas reglamentarias de las que goza la junta directiva de la Asamblea Nacional, sin precedentes.
De una superior dificultad para preverlo y sellarlo, por otra parte, la oposición ganadora puede tender a la conformación y reducción de sus grupos parlamentarios que pocos se resistirán, ya que – si fuere el caso – por mayor audiencia y sintoniza que se tenga con el país, excepto logren una eficaz y duradera alianza, las individualidades no sobrevivirán a la creciente agregación de intereses que facilita la adhesión inmediata a los partidos predominantes. Enflaquecerá pronto el testimonio de una curul solitaria, por bulliciosa que sea, ante el irreductible fenómeno de la política que requiere de experiencia e imaginación, por modestas que se crean.
Todo autorretrato que se pretenda, no puede soslayar las realidades que cursan a los fines de un parlamento tan necesario a la transición democrática. Ésta sabrá del fracaso, postergación o resuelto empuje, tomando la debida atención a la conformación democrática de la propuesta opositora, o la evidentemente autoritaria de la oficialista.
Fotografía: Detalle de la llamada Esquina Caliente de Caracas, en la que difícil tomar espontáneamente una gráfica. Otrora referente de agitación urbana, quedó reducida a la exhibición de videos para todo aquél que desee sentarse a diluir el tiempo. Éste es el ideal de deliberación que anima al régimen.
Fuente:
http://www.opinionynoticias.com/opinionpolitica/22679-del-selfie-parlamentario
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