EL NACIONAL - Domingo 15 de Diciembre de 2013 Opinión/8
El evangelio según Chávez
RAÚL FUENTES
Sugería Flaubert, en su Diccionario de lugares comunes, denigrar de la Academia y, al mismo tiempo, aconsejaba que se intentase pertenecer a ella, si se podía. No creo verosímil que Maduro, ni su antecesor, el teniente coronel Chávez, hayan tenido noticias de ese catálogo de tópicos compuesto con agudeza por el autor de Madame Bovary; pero sí llama la atención el empeño de estos sujetos en estigmatizar organismos y encuentros internacionales de fundamentada reputación o trascendencia cuando, como se dice prosaicamente, no aguantan dos pedidas para aceptar ser figurantes y comparsas en ellos. Hay, sin embargo, que diferenciar entre el entremetimiento del comandante eterno, que sí materializaba con su presencia en los mismos su condición de safrisco, y la sistemática dubitación hamletiana de Nicolás quien, de modo irresponsable, termina sacándole el cuerpo a citas concertadas en nombre de la República. Amenazó con cantar las cuarenta en la pasada Asamblea General de la ONU y fue notoria su defección; declaró cariacontecido que viajaría a Pretoria para rendir postrer tributo a Nelson Mandela y terminó enviando a su vicepresidente. Tal vez haya sido mejor así y nos haya evitado un ¡qué pena con ese señor! El habernos ahorrado un papelazo en Suráfrica mereció, en contrapartida, el que hayamos debido sufrir a todo lo largo de esta semana el incesante cacareo triunfalista del oficialismo, intentando tapar el sol con un dedo y magnificando su pírrica victoria en el país rural, ese que (invoquemos otra vez a Montejo) "no termina de enterrar a Gómez", y no admite que un sector cada vez más nutrido de la sociedad se decanta por la modernidad y rechaza su regresiva propuesta, la cual ahora gravita en torno a los dogmas revelados en un evangelio llamado Plan de la Patria, una sarta de vaguedades pergeñadas, al parecer, por el mismísimo Chávez como plataforma para "la gestión bolivariana socialista 2013-2019",que al principio causó estupor y después fue objeto de chercha, entre cuyos "objetivos nacionales e históricos" se propone "contribuir al desarrollo de una nueva geopolítica internacional en la cual cobre cuerpo un mundo multicéntrico y multipolar que permita lograr el equilibrio del universo y garantizar la paz planetaria". Y remata estableciendo su decisión de "contribuir con la preservación de la vida en el planeta y la salvación de la especie humana". ¡Óyeme, tú! Esta delirante compilación de frases hechas y consignas engañabobos es la que Cabello ha ponderado como "el documento más importante después de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela", una deleznable y adulante hipérbole que, dada la estatura intelectual de quien la emite, debe juzgarse como cantinflérico derroche de falta de exceso de ignorancia. Ese documento, que querían hacer ley (pero recularon porque no se puede caer en tan desmedido ridículo), es un panfleto preñado de lugares comunes que hubiese podido servir de inspiración a Flaubert para retratar a ese entrañable par de imbéciles que llamó Bouvard y Pécuchet.
Si de verdad estos patoteros que han secuestrado la cosa pública creen lo que están diciendo, debe asumirse como "normal" que Maryann Del Carmen Hanson Flores, actual minpopo para la Educación, acepte delegar en un temerario e ignaro chafarote la redacción de textos fundamentales para la formación escolar y permita una sistemática revisión y actualización del pasado para adecuarlo a ese presente sin futuro que hace de la patria, si no un chiste, un gimmick publicitario; y que, como si fuese poca la piratería demostrada por esta funcionaria en materia curricular, se atreve a diagnosticar como alienados a los varios millones de venezolanos que, en los grandes centros urbanos, hicieron sentir su voz, a través del voto, para decirle no va más al chavismo.
Es hora de pensar en serio que el país está siendo conducido no por políticos, sino por aventureros sin escrúpulos que han aceptado someterse al tutelaje de una Cuba subdesarrollada en lo económico, pero altamente sofisticada en lo político, cuyos dirigentes tienen muy claro que, como decía George Orwell: "No se establece una dictadura para salvaguardar una revolución; se hace la revolución para establecer una dictadura"; es hora de pensar con sensatez en estrategias para enfrentar las sandeces y vacuidades rojas con ideas convincentes que, expresadas con la belleza inherente a la sencillez, puedan aglutinar en torno al proyecto unitario a quienes, en un momento dado, se embelesaron con el discurso oficial. Tengamos presente que a Maduro no lo disfrazan las imposturas, sino que lo desnudan. Es hora de registrar el evangelio según Chávez en el inventario de las estupideces humanas.
Ilustración: http://ovario2.com/caricaturas-destacadas-2/
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