El primer requisito de la paz es la verdad
Nicomedes Febres Luces
* Viendo la reunión que se dio anoche en Miraflores para hablar de la paz, pienso que fue convocada por la necesidad del gobierno de calmar los ánimos de la gente. No oí la intervención de maduro por lo que no puedo juzgarla, incluso deseo creer que es sincero su anhelo de paz. Me bastó con la intervención de Aristóbulo, quién no tan veladamente amenazó a la oposición con tierra arrasada, al “empresario” Pérez Abad, el presidente de Conindustria, una institución de maletín que sirve al régimen y a seudo empresarios tracaleros para obtener dólares preferenciales, diciendo que la economía del país va mejor que nunca y declarándose socialista, o a Jorge Rodríguez manifestando que la oposición son cuatro gatos locos para notar que aquello fue una encerrona. Siento que también había gente que fue creyendo de buena fe en la imprescindibilidad del diálogo, y dijo verdades en tono mesurado y respetuoso. Así que cada quién fue a la reunión con lo que tenía en el corazón. Los que tenían la verdad, fueron con ella, los que dijeron mentiras, también fueron con ellas y cada quién es responsable de lo que carga en el corazón y en los labios. Creo que los pocos voceros de la oposición lo hicieron como representación sectorial y de sitios puntuales, y todos dijeron verdades. Probablemente si me hubiesen invitado habría ido, pero hubiese desenmascarado las mentiras allí mismo, manifestando que mientras el gobierno no asuma la verdad de lo que sucede, eso no es más que un show politiquero. Hubiese dicho por ejemplo, que el socialismo no aparece en la carta magna, por ende el intento de su instalación es motivo de violación del pacto social en Venezuela. Me habrían criticado los presentes, pero les digo: Con la verdad ni ofendo ni temo y me quedo sentado allí, para más arrechera de ellos. Total, que pese a mi gran deseo honesto de paz y diálogo, sigo apoyando a los estudiantes en sus justos reclamos por un futuro mejor.
* La foto del día es una seña o ficha de la hacienda La Floresta, ubicada en lo que es hoy la urbanización homónima. Servía para comprar en la pulpería de la hacienda, y a lo mejor, en algún local comercial del cercano pueblo de Chacao. Esas fichas eran emitidas porque la escasez de monedas menudas siempre fue un gran problema para el comercio menor. Las fichas eran impresas en la casa del Cuño en Caracas, controlada por el Estado. Se hacían de latón o de plomo. A su alrededor se armó toda una leyenda negra, la cual en parte era cierta, pero también hay una leyenda blanca de la cual no se habla. La historia muestra que los grandes tracaleros siempre se han arropado con la bandera nacional para cometer sus fechorías, incluso en el tema religioso. Esa ficha es de 1920.
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