EL IMPULSO, Barquisimeto, 1 de febrero de 2014
Papeles
Jorge Euclides Ramírez
Tengo libros que me han acompañado buena parte de mi vida, letras sobre papel que contienen esencias íntimas que algunos escritores develaron para muchos en el intento de reinventarse ellos mismos. Allí están caminando solos entre los estantes de mi pequeña biblioteca, algunas veces a la mano y otras escondidos entre otros libros de temática diversa como si necesitaran intercambiar ideas para darme lecciones sobre la universalidad temática que debemos tener los periodistas como ruta y destino. Varios de estos libros de cabecera tienen anotaciones manuscritas y dobleces que son testimonio de las conversaciones y análisis que hemos compartido con los autores en el silencio y la distancia mutua desde donde nace la magia de los encuentros dialecticos de la inteligencia. Son papeles, simplemente papeles que el paso del tiempo ha puesto grisáceos o amarillentos. Los libros son amigos que reclaman tiempo y dedicación, los de poemas admiten un vaso de güisqui o una copa de vino, los de ensayo son mas circunspectos y no admiten un esparcimiento especial, las novelas tienen un mundo propio y allí nos convertimos en parte del elenco de personajes y el viaje lo hacemos con la sensibilidad puesta al servicio de la mano que escribe. Son papeles, simplemente papeles que algún día, ya cada vez más próximo, serán un desperdicio que alguien tirará al basurero o venderá por peso para el reciclaje. Entre estos papeles, en una caja blanca y pequeña están unos amigos especiales que relaman, sin merecerlo, un sitio preferente en los estantes. No tienen el rango de importancia de los libros pero son presumidos porque saben que forman parte inseparable de este organizador de viejos papeles. Son mis artículos publicados en el papel de EL IMPULSO, ellos están muy tristes, casi de duelo porque hoy dos de febrero es una fecha marcada por los editores como tope para la circulación del periódico. Abro la caja y con ellos en la mano me pongo a repasar temas y momentos. Cada uno de ellos parece renacer dándole también aliento a los recuerdos que lo contextualizan. Están los que tienen a Carora como epicentro y el oleaje de sensaciones telúricas elabora un mapa vital que recorre edades y paisajes con la diligencia emotiva que solamente podemos encontrar en la palabra escrita porque ella contiene claves cripticas que no pueden ser descifradas ni por las fotos ni la música, artes que la superan en evocación pero no en introspección. Muy tímidos porque asumen ser un tema poco universal los artículos sobre ganadería también están abatidos pero callados, imaginan que nadie les echara en falta y por ello quieren despedirse sin dramatismo. Les explico que ellos tienen más lectores de lo que piensan ya que han accedido con buen pie en las redes sociales y que si quisieran pudieran sobrevivir en este escenario, no obstante ellos se mantienen aferrados al papel porque alegan haber nacido de la misma inspiración romántica de sus hermanos. Ellos también son del mundo del papel y apuestan a subsistir sobre la alfombra mágica de la tinta impresa. Quienes no se rinden ni están tristes son los religiosos, incluidos los relatos anuales en tributo a La Divina Pastora. Ellos están convencidos que todo se solucionará en el momento preciso y que el próximo domingo, que es su turno, saldrán a la calle para conversar sobre Dios y su misericordia. Pero todos son simplemente papel y aunque están ansiosos y comunicativos nada pueden hacer encerrados en su cajita blanca, ellos viven cada semana cuando uno del grupo habla por todos. Son papeles y aunque han saltado a galaxias digitales siguen siendo papel porque su corazón y sus manos son de la era Gutenberg, son papel como es La Biblia, como las Partidas de Nacimiento, las Actas de Bautismo y de Matrimonio, son papeles y están en vela esperando una noticia de última hora que convierta su tristeza en alegría. Yo estoy entre ellos, frente al teclado sin poder darles ánimo porque también estoy triste. Para todo evento, gracias a quienes han conversado con mis amigos durante los domingo de muchos años y Dios permita tengamos nueva cita la próxima semana.
Nota LB: Hay más de una persona que puede darse por aludida. Papeles. Libros. Papeles. Más allá de los libros, un poco más fáciles de ordenar, están los papeles de casa. Los archivos desordenados, traspapelados y traspapeladores de toda índole que dicen no encontrar cupo. Viejas notas, recortes de periódicos, monografías anteriores y posteriores a la era de la impresión laser. Papeles. Papeles que aparecen, sorprendiéndonos, y desaparecen, desesperándonos. Viejas facturas, mezcladas con otras antiguas diligencias. Y siempre nos prometemos, algún día habrá depuración y escaneo. Frecuentemente, hay jornadas que culminan en el cesto de la basura, pues, entre las mareas, los botamos a ciegas para no comprometernos, porque los hay resueltamente olvidados al lado de otros que probablemente añoramos, pero nos condenarían a repetir la tarea. Flota de papeles, entre las mareas de más papeles. Hay, por cierto, papeles más ordenados, pero con el cesto cercano, debajo de cada curul: en cuestión, el papel del parlamentario.
Pieza: Luis Pons, Art Basel Miami Beach. Fotografía: LB, AN, Caracas, 13/09/2013,
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