De un viejo allanamiento
Luis Barragán
Consabido, la inmunidad
parlamentaria está destinada
a la protección de la propia Asamblea
Nacional (AN), por cierto, en solfa con una larga tradición venezolana, cuyo
allanamiento resulta imposible de banalizar. Y esto ocurre cuando so pretexto
de cualesquiera actividades de sus integrantes, incluso, ajenas y hasta
anteriores a las responsabilidades parlamentarias adquiridas y ejercidas, la
medida pretende responder a una circunstancia que el incompetente poder
establecido simplemente no sabe manejar, desbordándose. Y, por ello, falaz y temerario, fuerza los hechos, inventando investigaciones y delitos que lo
conducen a una insostenible fantasía.
Lo peor es que, olvidados los
grandes precedentes, el atrevimiento lleva a los sectores más avisados del
oficialismo a invocar los allanamientos acaecidos a principios de la década de
los sesenta (siglo XX), prácticamente reconocidos los de la presente centuria
como parte de una absurda revancha histórica.
En la intimidad, pocos desmienten las intenciones que los llevó el año
pasado a desaforar a los entonces diputados María Mercedes Aranguren y Richard
Mardo, como la desesperada aprobación de la ley habilitante o los comicios
municipales que estaban pendientes, por no citar la grave amenaza que pesa
sobre la corajuda diputada María Corina Machado que les genera una
extraordinaria angustia.
Tiempo atrás, logramos atrapar el
comentario distraído de un presunto asistente administrativo o legislativo, en el ascensor
de la sede administrativa de Pajaritos, que se quejaba de una tarea impuesta
por su jefe. Alegaba que la investigación que le pidió, junto a otras
diligencias personales, superaba sus posibilidades de tiempo y especialidad,
habida cuenta que la “primicia” podía darla alguna dependencia de la AN o de un
ministerio, deslizando un apellido: Pulido.
Recordamos que, al indagar el
allanamiento de Teodoro Petkoff por 1961, hubo quien enfatizara el que se hizo
en 1948. Y quizá no fue casual que el tomo correspondiente del Diario de
Debates de aquél año, no estuviese en la estantería del Archivo Histórico de la
AN, acaso traspapelado por más de media centuria, y – como están las cosas –
mal podemos aventurarnos a buscarlo en la sede de la Biblioteca Nacional,
ubicada en una zona que se ha hecho peligrosa para el opositor por más años
acumulados que tenga como investigador.
Todavía no sabemos si el
allanamiento a la inmunidad del otrora senador Antonio Pulido Villafañe fue el
precursor, como lo aseguraron en 1961, pues, parece que Luis Beltrán Prieto
Figueroa arriesgó o perdió la senaduría en 1937. Lo cierto es que, adelantando la conclusión,
el de Pulido Villafañe ni remotamente se acerca a los que hoy pretenden con la corajuda diputada, por más que
prediquen un milagro con la ecuación.
De acuerdo a la prensa de la
época, el 17/05/1948 fue lanzada una granada desde la platabanda de la casa
nacional de Acción Democrática que, al caer, estalló y mató a la señora Rosa
Gaspar de Martínez, e hirió a otra. Sin dudas, un acto terrorista que fue
atribuido al Frente Nacional Anticomunista con el que estaba real o aparentemente
familiarizado Pulido Villafañe.
El sepelio constituyó un
justificado acontecimiento que estuvo precedido por una movilización partidista
que partió de la Plaza de Las Mercedes hasta la de la Concordia, en el centro
histórico de Caracas, teniendo por orador central a Domingo Alberto
Rangel. Hubo un repudio general al
hecho, añadido Rafael Caldera, y fueron
muchas las detenciones, agregado Germán Borregales.
El 24/05/48, el partido de
gobierno celebró un acto en el Nuevo Circo, donde Rómulo Betancourt denunció al
aludido Frente y a su “hermano mellizo el COPEY”, asegurando que la
conspiración deseaba la cancelación de las licencias de exportación de
maquinarias y alimentos en Estados Unidos para perjudicarnos. Tres días
después, amén de autorizar el viaje del Presidente Gallegos al país del norte,
el Congreso consideró el allanamiento de Pulido Villafañe, quien – en su
primera y frustrada intervención – descalificó a sus impugnadores y los señaló
como integrantes de una “Cámara Checa Revolucionaria”.
El caso fue remitido a la
Comisión de Relaciones Interiores, propuesta por el senador Jesús González
Cabrera, y, bajo la presunción del delito de instigación a la rebelión del
Ejército, haciendo caso del cargo formulado por el Fiscal Segundo, Jorge Cruz
Bajares, le fue allanada la inmunidad a Pulido Villafañe. Desapareció, en medio
de las variadas situaciones que desembocaron en el derrocamiento de Rómulo
Gallegos, reapareciendo muy después como funcionario de la dictadura.
Jamás la Asamblea Nacional podrá
realizar y legitimar su trabajo de allanarse con facilidad la (s) inmunidad (es) de quienes – nada más y
nada menos – ejercen la representación
de la soberanía popular, por más que las consignas del momento digan
justificarlo. En última instancia, equivale
a una banalización de los problemas políticos que los decisores ni siquiera
logran aprehender, manifestando una ya dramática incompetencia para domeñar
cada coyuntura y sus naturales complejidades.
Fuentes:
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