Mensaje presidencial
Luis Barragán
Apenas principiando el año, son muchos los mensajes presidenciales. Diciéndose desbaratadores del golpe imaginario, nos cubren con diarias y prolongadas cadenas radiotelevisivas que no constituyen – en momento alguno – una rendición de cuentas.
Preguntándole a un parlamentario del gobierno, me respondió al vuelo: “eso pasó de moda, colega”. Y así parece, porque nadie espera una evaluación profunda y serena de un gobierno que tampoco la desea, habituados a la disparatada versión que tiene de las realidades.
Lo deseable es evaluar, constatar y deliberar, pero el ritmo de la crisis está marcado por una verdad irrefutable: no hay escenario disponible para la discusión. El mayor interés del gobierno nacional está en la feroz represión directa e indirecta de la protesta juvenil que atormenta, y no va a perder el tiempo en ventilar sus asuntos en el parlamento ni en la opinión donde escasean los medios independientes.
Respecto al régimen, consabido, tampoco existe en su seno la necesaria deliberación de un Consejo de Ministros. Peor, fue despedido el titular del despacho (des) industrializador, general Wilmer Barrientos, sin que “esté de moda” que algunos colegas suyos pregunten la razón de la sonora ausencia.
Vieja fórmula, si el medio es el mensaje ¿para qué indagar sobre contenidos, cifras y matices? La estampa de Nicolás Maduro a diario, a todas horas, intercambiando afables saludos con el personal militar, los ministros y demás funcionarios, dice (y sólo dice) ser suficiente.
Composición: Da Pink.
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