
Del concurso de fusiles
Luis Barragán
La dictadura tiene por empeño el de celebrar una guerra civil a la población que se le resiste, procurando no
declararla, así incurra Arias Cárdenas en algo más que un desliz verbal al
faltarle argumentos. Desesperando por un concurso de fusiles, saben muy bien de
una oposición desarmada que ha apelado a los medios no violentos para una
sostenida, histórica y corajuda protesta ciudadana.
Por lo demás, la clara amenaza de una conflagración interna tampoco parece
corresponderse con las realidades que asoman las fuerzas represivas que, lejos
de una típica conducta de marcialidad, tiene por único amparo el empleo harto
ventajoso de las armas letales y presuntamente no letales. Reina la sospecha de
la flaca formación y el escaso entrenamiento, por ejemplo, de los efectivos de
la GNB que, por la jerga, la misma compostura y las prácticas de rapiña tan
parecidas a las de los grupo de paramilitares que la auxilian, por decir lo
menos, avisan de una particular disciplina que nos retrotrae a las históricas
escaramuzas de pillaje, a las vandálicas faenas que se ofrecieron como escenas
muy venezolanas de las viejas guerras civiles antes de 1903.
Siglo y tanto después del triunfo de Gómez en Ciudad Bolívar, asistimos a
escenas semejantes. Afortunadamente fotografiada por Carlos Garcia
Rawlins de Reuters, en medio de la desgracia, algo más que una aprehensión, a
la peligrosísima Paula Colmenares, menor de edad, le afincó un motorizado de la
GNB todo el peso de su bota a la espalda y, desde el pavimento, la levantó un
tropel de soldados (¿son otra cosa?), como nunca hacen con los – ciertamente –
peligrosos delincuentes que nos azotan.

14/07/2017:
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