Antonio Sánchez García
Nadie lloró el brutal asesinato de los millones de rusos de todas las clases sociales, perseguidos, encarcelados y asesinados por la Cheka de Lenin y Stalin. Comenzando por la familia imperial, la aristocracia, la burguesía y las clases acomodadas, siguiendo por los kulaks, terminando por los campesinos pobres y los proletarios más desamparados. La primera matanza colectiva, el primer genocidio nacional del Siglo XX. La inmensa mayoría de las víctimas sin siquiera imaginar las causas de sus tragedias. Algunos de ellos tan abandonados a su suerte y confinados en sitios tan inhóspitos y aislados, que terminaron devorándose unos a otros, en el más salvaje y desesperado acto de canibalismo, por miles. Muy por el contrario: ¿cuántos poemas, cuántas canciones, cuántos ditirambos recibieron los asesinos? ¿Cuántas historias, cuántas novelas, cuántas obras de teatro se escribieron para ensalzar el brutal genocidio cometido? La apología del crimen político - si es de izquierdas - colma la literatura, la pintura, la música, el teatro y el cine de la primera mitad del siglo XX. Inolvidables las maravillosas obras de los grandes creadores al servicio de la apología del genocidio: Picasso, Malraux, Neruda, Bertolt Brecht, Sartre, entre los más grandes genios del siglo a la cabeza.

¿Quién lloró a los miles de asesinados por Fidel, Raúl y el Che Guevara? ¿Quién a las decenas de miles de cubanos devorados por los tiburones en las aguas del Caribe mientras intentaban escapar del infierno? ¿Quién a los millones de cubanos que debieron huir dejando abandonados sus bienes, productos de generaciones de esfuerzos? Nadie. Fidel Castro dictó la sentencia: los asesinados, encarcelados, devorados y desterrados ni siquiera eran cubanos: eran gusanos.
¿Cuánto duraron, en cambio el llanto, el lamento y las exequias del Che Guevara y Salvador Allende? ¿Cuántos los dedicados a Lenin y a Stalin? ¿Cuánto los declamados, cantados y publicados en honra a Mao, el Gran Timonel, a Ho Chi Min, a la Pasionaria?

No son teorías. Es la trágica realidad del desprecio, el menosprecio y el abandono de nuestra civilización y nuestra cultura en el que se han empecinado los hombres desde que la revolución socialista les sirvió el pretexto perfecto: derribar lo construido para sobre sus ruinas levantar lo por construir. La moral del porvenir en oposición y contraste con la moral del presente. El ideal desconocido por sobre lo conocido que nos rodea y determina.
El respaldo consiguiente, enceguecido y turbio, al crimen cometido, siempre en la expectativa de los resultados que vendrán. Aplaudir las matanzas, porque de ellos, los asesinos, será el reino de los cielos. Cantarle al Che y a Fidel mientras asesinaban a todo aquel que se les opusiera, seguir cantándoles mientras consolidaban la opresión y convertían a Cuba en un campo de concentración y travestir el crimen de lisonjas, de días y flores. Porfiadamente. Así, tras sesenta años de tiranía, Cuba no esté un milímetro mejor de lo que estaba bajo el dictador en miniatura, Fulgencio Batista. Es más: estando mucho peor.

Es el insólito maniqueísmo de las izquierdas. La abrumadora inmoralidad de las izquierdas. La amoralidad de las izquierdas. Una narrativa tan asentada en los entresijos de la hegemonía dominante, que resiste todas las pruebas de la veracidad, los brutales hecho cotidianos. Si se dice de izquierdas y obedece a los dictados del castrismo, del Foro de Sao Paulo, de los partidos socialistas, comunistas, ultra izquierdistas y compañeros de ruta no sólo tiene permiso para matar: tiene el derecho y la obligación de hacerlo.
Y lo hace abierta, desembozada, impunemente. Es una de las más repudiables taras de la conciencia contemporánea. Haberse habituado al crimen, al narcotráfico, al robo y al saqueo en nombre de la utopía. ¿Cuántos cientos de millones de cadáveres yacen en los campos del futuro feliz? ¿Cuántos esperan su turno? Pregúnteselo a los bardos y trovadores de las izquierdas. Sólo tiene que pagar la entrada.
Fuente:
http://opinionynoticias.com/internacionales/30315-los-trovadores
Cfr.
http://lbarragan.blogspot.com/2017/07/polvo-en-el-viento.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario