jueves, 2 de abril de 2020

CUADERNO DE BITÁCORA

Quizá no sea el término, pero  siempre nos ha intrigado las viejas fotografías del anonimato. Incidentalmente aparecen personas en la remota prensa y nos preguntamos si alguna vez se percataron de la noticia. Al menos, de la noticia para la casa. De una aparición que vieron centenares de personas en un instante. O, mejor, si hijos, nietos y biznietos saben de las gráficas. Algo semejante ocurre con los videos. Por ejemplo, el concierto de  Led Zeppelin  en el Madison Square Garden hacia 1971 (https://www.youtube.com/watch?v=9BlGnzGICNQ). Entre las miles de personas,  por azar, el camarógrafo y el director coincidieron en enfocar a una muchacha que celebró un momento de la interpretación de Robert Plantt.  ¿Qué hará hoy? ¿Cómo se llama? ¿Qué será de sus herederos? ¿Asumirán como normal esta celebridad de un instante de la joven cómodamente sentada y atenta a la banda? ¿Ya será cosa olvidada?   Si nos vamos al video de Deep Purple  de 1970 (https://www.youtube.com/watch?v=OorZcOzNcgE), ocurre algo apenas semejante. Casualmente, las dos otrora muchachas ven en primera fila al grupo en su audición televisiva. Lucen inconmovibles y el paneo nos revela a un público – digamos – convencional. A lo mejor, aburridas mientras el conjunto rockero ejecuta una pieza harto convencido de marcar una pauta universal y novedosa para la música. Suponemos que era un programa de variedades que contrató a los populares "extraterrestres". Más de 83 millones han visto esta versión youtubeana. Sin embargo, cuando observamos a   los Beatles, con todas las personas que finalmente  irrumpen alrededor  (https://www.youtube.com/watch?v=A_MjCqQoLLA), apreciamos que las hay de todo. Claro, fue el propósito. Para propios y extraños.  Mientras persista la leyenda del grupo, persistirá la legendaria aparición de las personas anónimas, excepto que la tradición oral de la familia ya lo tomen como algo normal que la abuela o el abuelo expusieran su  juventud para los hoy incrédulos herederos.  Puede decirse,  en el primer ejemplo, que tratamos de una muchacha y su acompañante, fieles seguidores de los zepelines. En los otros dos, se nota el contraste: las melenas y el atuendo del grupo, respeto al público restante. Intérpretes que lucen de vanguardia.   Y aparentemente lo fueron, pues, los “mechúos” también estuvieron estigmatizados en su tiempo. Valga acotar, ¿por qué de pronto sonríó la zepelina para la mirada satisfecha del compañero de butaca?  ¿Apareció en una pantalla gigante del escenario o deliró con las cuerdas de Page y Plantt? Poirot, Poirot, el tiempo de la cuarentena no ha rendido como para hacer tan necias preguntas?


(LB)

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