viernes, 3 de abril de 2020

¿QUÉ NO SE PUEDE DECIR DEL CASO VENEZOLANO

Editorial
Uso oportunista del estado de alarma

Viktor Orbán, primer ministro de Hungría, ha logrado que el Parlamento de su país, en el que dispone de mayoría, apruebe la prolongación por un periodo indefinido del estado de alarma, promulgado previamente para combatir la crisis del coronavirus. Esta prolongación le concederá, entre otras atribuciones, la posibilidad de suspender leyes a su antojo o de endurecer los castigos a los medios de comunicación y periodistas que publiquen informaciones que “puedan obstaculizar la defensa contra el virus o las medidas del Gobierno para combatirlo”. Dicho de otro modo, puede suponer un avance más en su deriva autoritaria, guiada por el afán de acumular el máximo poder posible, aun a costa de que ello suponga una progresiva erosión de las libertades civiles.
Esta última operación parlamentaria de Orbán no sorprenderá a quienes hayan seguido su trayectoria, marcada por el conservadurismo social y el ultranacionalismo. Desde que recuperó el cargo de primer ministro en el 2010 –ya lo había sido entre 1998 y el 2002–, Orbán se ha distinguido por su populismo, su pulsión autoritaria y sus frecuentes choques con las autoridades de la Unión Europea. De hecho, su Gobierno ha recibido sucesivas sanciones comunitarias, por motivos que van desde su acoso a los medios de comunicación independientes hasta la discriminación de la minoría gitana, pasando por su política insolidaria ante la emergencia migratoria causada por la guerra de Siria y la diáspora de su población.
Son muchos los países –entre ellos España– que han decretado el estado de alarma para hacer frente a la Covid-19. Y eso significa que sus gobiernos asumen poderes excepcionales sobre todos los estamentos nacionales, ya sean civiles o militares, públicos o privados. Es decir, sobre ámbitos que regularmente funcionan con autonomía y que en la emergencia pueden verse totalmente privados de ella. Ahora bien, la tentación de hacer un uso oportunista del estado de alarma originado por el virus, y a tal fin alargarlos indefinidamente, no tiene justificación ni es de recibo en una democracia avanzada.
Se ha especulado mucho respecto a los efectos que tendrá esta crisis en la sociedad occidental, sobre cómo la cambiará. Se ha hablado del mayor control digital de los ciudadanos y de la pérdida de libertades que dicho control supondrá.
Quizá sea ahora pronto para dibujar ese horizonte. Pero no lo es en absoluto para reafirmar el compromiso con las libertades civiles y los principios fundacionales de la Unión Europea. Para rechazar cualquier uso oportunista e interesado de los estados de alarma. Y para recordar en todo momento que el poder extraordinario asumido en esta crisis por los gobiernos dentro del ordenamiento constitucional es, además de extraordinario, excepcional y transitorio.

Fuente:
https://www.lavanguardia.com/opinion/20200401/48232593247/uso-oportunista-del-estado-de-alarma.html
Fotografía:  Nuevos pacientes con coronavirus en Hungría el domingo por la mañana  https://infostart.hu/belfold/2020/03/15/ujabb-koronavirusos-betegek-magyarorszagon-vasarnap-reggelre

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