Guido Sosola
Quien deseé curiosear sobre las posturas políticas de la Iglesia Católica venezolana, puede adentrarse – por ejemplo - en la colección impresa del diario La Religión o el periódico que lo sucedió (todavía no entendemos cómo fracasó el gran diario), los trabajos eminentemente históricos de Manuel Donís Ríos, en la tesis doctoral de José Rodríguez Iturbe sobre el Modus Vivendi de 1964, o – entre otras fuentes – la colección completamente digitalizada y disponible de la revista SIC del Centro Gumilla. Sobre todo ésta que ejemplifica otro de los itinerarios, pues, en una etapa, fueron los jesuitas afines a la democracia cristiana, y, en otra, a las tesis del socialismo cristiano, hasta que, en el presente siglo, el chavismo – dándole esa calificación por comodidad – los sumergió en una inevitable contradicción.
Prosperó después de los ’60 del ‘XX, una teología política de alcance continental teniendo al brasileño Hélder Cámara por el más conocido emblema, en medio del auge de Jacques Maritain, referente del Concilio Vaticano II y del papado de Pablo VI, aunque la enfebrecida lectura de Mounier, Lepp y Teilhard tendía a radicalizar a los sectores socialcristianos. A la vez, los sectores marxistas, convertidos en insignes denunciantes de la violación de los derechos humanos y de la situación de los pobres que hoy escandalosamente callan, tuvieron por insignes propagandistas a Ernesto Cardenal y, más tarde, a Frei Betto, movilizándose tras la expulsión del Padre Wuitack, enredado con los subversivos obstinados de entonces, o caracterizándose por la conducta marcadora, como la de los párrocos universitarios. Y todo esto, hasta que llegó, bien elaborada desde Lima, la teología de la liberación, destacando Gustavo Gutiérrez, entre otros, aunque – entre nosotros – Antonio Pérez Esclarín, ahora sorprendente desde las páginas de El Universal, marcó importantes pautas militantes.

Por estas décadas, destacando su voz como Arzobispo de Valencia, referente de la godarria urbana acomplejada frente a la merideña y carabobeña, Jorge Urosa Savino volvió a Caracas y tan conservador, como lo fue el salvadoreño Oscar Arnulfo Romero, le ha tocado la dura travesía del – antes – insospechado siglo XXI, desde la perspectiva de la teología política que lo acunó, acaso, adinistrando las inevitables tensiones entre la escuela que dejaron Wojtyła y Ratzinger, y la escuela que no termina de concretarse, como la de Bergoglio. No por casualidad, la tesis doctoral de Urosa, publicada a mediados de los ’70 por Monte Ávila Editores, fue sobre Teilhard de Chardin: érase la teología política que se quiso absolutamente sobre bases científicas.

Reproducción: El Diario de Caracas. Fotografía: Globovisión, 23/03/2013.
20/09/2017:
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http://www.diariobarquisimeto.com.ve/erase-la-teologia-politica-por-guido-sosola https://venezuelaunida.com/erase-la-teologia-politica-por-guido-sosola http://www.diariobarquisimeto.com.ve/guido-sosola https://www.noticiafinal.com.ve/index.php/2017/09/20/erase-la-teologia-politica-por-guido-sosola
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