
Nos quedamos hasta casi culminar
el foro, pero – inevitable – hubo que marcharse a un par de reuniones de
distinto cuño. Suele ocurrir, gustamos de un novelista – por ejemplo – y, casi
inadvertidamente, con el tiempo, indagamos la opinión de los críticos. Por
supuesto, esto no nos convierte en expertos de su obra y, a lo sumo,
ingresamos a las filas de los más o menos avisados. Con las piezas de Julio Pacheco
Rivas, pasa algo semejante y, aunque la agenda del día marcaba otras
prioridades, fue necesario acudir al foro y escuchar versión múltiple y multiplicadora, la de los
especialistas.
Valga acotar, dimos una brevísima mirada a un edificio en
construcción, cercano al Espacio Cultural del BOD. Existe una familiaridad
innegable que, tratada por los artistas, añadidos sus críticos, nos lleva a una
realidad meditada, quizá depurada, definitivamente humanizada por la reflexión.
Las intervenciones fueron
satisfactorias, mas debemos esperar a la publicación del catálogo que
constituye la promesa de la curadora, Susana Benko, quien se extenderá en
aspectos que hoy, como en el día de la inauguración de la muestra, esbozó. No
obstante, retenemos algo que dijo, palabras más, palabras menos: un compendio
de ilusiones que nos lleva a la razón. Además, hay espacios reales que sirven
de soporte a los ficticios.
Por un momento, planeamos un texto para el lunes,
el día de nuestros artículos: digamos, esta asfixiante antología de realidades
que desembocan en una ilusión fallida. Así, la obra de Pacheco Rivas supone
una severa advertencia contra las falsificaciones. Hay espacios reales que generan los
ficticios, mas no al revés. La sola, maliciosa y maligna intención, hace de la
ilusión una estafa que no es, en propiedad, una limpia, espontánea,
transparente y genuina ilusión, sino el más torpe de sus simulacros. Una
estafa, en definitiva.
Posiblemente, con la muestra descubrimos o confirmamos
una perspectiva del actual orden político que, falsificador, viaja por nuestro
torrente sanguíneo, el de una sociedad en vías a la devastación, de la que quedará
ese paisaje constructivista, como dijo Bélgica Rodríguez para la primera etapa
del pintor, hasta llegar a una racionalidad necesaria que esta otra etapa, la
de la soldadura, deja ver como denuncia. Valga también la coletilla, nos pareció
interesante lo que ella dijo sobre el autodidactismo que no es tal cuando el
artista u obrante galopa incansablemente los museos. Como Pacheco Rivas hizo en
Europa.
Erminy se extendió innecesariamente. Comprensible, aunque contraproducente. La aperturista del evento abrió muy bien la puerta.
Nuevamente, muchas gracias Luis. Valoro mucho tu apreciación y este maravilloso registro del evento de ayer.
ResponderEliminarPor nada. Insistimos: agradecidos debemos estar con uds., pues, lo que hacen constituye una excepción en medio de la desolación de la crisis....
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