viernes, 3 de agosto de 2012

ASFALTO (3)

ECONOMÍA HOY, Caracas, 01 de Noviembre de 1995
La post – revolución de Octubre
Luis Barragán


François Furet ha dicho que la revolución es balance, contenido, continuidad antes que modalidad, acontecimiento, ruptura. Afirma en “Pensar la revolución francesa” (1980) que hay una ruptura de las conciencias que oculta la prolongación de los hechos: “el problema consiste pues en comprender cómo la continuidad aparentemente inevitable de un fenómeno se hace evidente a través de la discontinuidad aparentemente radical de la Revolución”.

Luis Ricardo Dávila señaló en “Imaginario político venezolano” (1992) la semejanza de los objetivos programáticos de los gobiernos de López Contreras e Isaías Medina con los impulsados por la Junta Revolucionaria de Gobierno surgida a raíz del golpe del 18 de Octubre de 1945, aunque en materia petrolera no lo es tanto en razón del destino de la renta. Expresa el autor en su furetiano ensayo: “lo que cambia a partir de esos días es la concepción misma de la acción política que pasa a fundarse en un nuevo imaginario y una nueva legitimidad organizados simbólicamente en torno al ´horizonte ´de la soberanía popular”.

Invertida la fórmula, podría asegurarse que la contrarrevolución consiste en la superficial discontinuidad de los hechos mientras que el poder se hace extensión del pasado. Encontramos una fuerte resistencia ante una situación que no puede solventar la exhausta renta petrolera. El aumento de la gasolina o la libertad cambiaria parecen caminos irremediables en la marcha de los acontecimientos. No es que el gobierno se está entregando o va a entregarse a los brazos del programa perecista, como especulan con facilidad y malicia ciertos comentaristas, sino que los hechos son irreprimibles y tan sólo merecen –siguiendo la hipótesis anterior- una carga (o descarga) simbólica tal que los reubique en la historia y la conciencia que de ella se pueda tener. Por vía ortodoxa o heterodoxa, están plenamente aceptados, pero hay una orfandad teórica (o intuitiva) que no permite el nuevo imaginario: ¿por qué esta vez las visitas al FMI no son reveladoras de la vocación neoliberal del gobierno y las anteriores sí?, ¿por la retórica defensiva de una sensibilidad social que, a juzgar por el presidente de la Comisión de Finanzas de Diputados, contrasta con el recorte presupuestario de importantes programas?, ¿es posible cabalgar el ´sálvese quien pueda ´impuesto en los últimos años?.

En el análisis realizado por Roberto Zapata sobre los valores del venezolano, pubicado por Conciencia 21, se evidencia un mayor interés por los asuntos menores (escándalos, peleas, rumores) que por los sustantivos de la vida política, económica o social del país: los políticos, partidos y gobiernos (ligados a los partidos), son los principales culpables de nuestros problemas y poco hacen para resolverlos. Sin embargo, el 57% no participa en asociación alguna y, los que se atreven, están inclinados a los grupos deportivos/recreativos (35%), organizaciones de la Iglesia (31%), asociaciones de vecinos (24%), sindicatos (22%), gremios profesionales (20%), partidos (20%), cooperativas (18%), grupos juveniles (10%).

Furet advertía (revista Vuelta, nr. 216 de noviembre de 1994), el déficit político de la modernidad, fundado en la ignorancia del bien común en aras del bienestar individual. Ejercicio de precisión, la contemporaneidad requiere de fuertes dósis de atrevimiento teórico que, al menos, compense la sobre – ilusión liberal.

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