EL NACIONAL - Miércoles 09 de Mayo de 2012 Opinión/7
Europa. La huida hacia atrás
ANÍBAL ROMERO
Las élites europeas han actuado con suprema irresponsabilidad y los electorados pasan factura. Desde Platón sabemos que las democracias decaen bajo el impacto de la demagogia. Ahora bien, la frivolidad política tiene dos caras, y bien decía Schumpeter que la mayoría de las personas, la mayor parte del tiempo, "piensan sobre política con la mentalidad de un niño de 7 años". Los electorados comparten la culpa, pues confunden la realidad con sus deseos.
Allí se centra el mal europeo: en la voluntad de evasión. En paralelo, Europa, donde se labró la libertad, ha sucumbido a otra pasión, la de la igualdad. Y por desgracia se trata de una pasión generalmente movida por la envidia y el resentimiento, motores a su vez de todo socialismo digno de tal nombre. Empujada por la voluntad de escapar a la realidad y por la pasión igualitaria, Europa marcha a tientas hacia el abismo de la radicalización política y la bancarrota financiera.
Francia es un caso emblemático. Las agencias de prensa y grandes órganos noticiosos, una vez más, han perdido la pista del significado de las elecciones francesas. No acaban de caer en cuenta de que todos los candidatos a la Presidencia, sin excepción, y cada cual a su manera, prometieron lo mismo: preservar un tal "modelo social" que está en quiebra desde hace rato, asfixiado bajo una montaña de deudas y la conducta infantil de un electorado malcriado, al que nadie se atreve a decir la verdad.
A lo anterior se suma el tema de Alemania y su visión de la austeridad, como único camino efectivo a una sana recuperación económica. El atolondrado Sarkozy y el desvaído Hollande acudieron a toda suerte de chivos expiatorios para dar sustancia al vacío de sus mensajes, y el proceso terminó por incluir a la señora Merkel, la única dirigente política de cierta entidad en el actual circo europeo.
Hollande solicita un "pacto a favor del crecimiento" como alternativa al ya existente pacto de austeridad, sellado hace pocos meses por los atemorizados líderes de Europa en medio de severas turbulencias. Traducido a su sentido real, el famoso "pacto por el crecimiento" es un llamado a repetir todas las torpezas y desatinos que llevaron a Europa al punto en que se encuentra. Lo que quiere Hollande es multiplicar las recetas de aumento del gasto público, endeudamiento y complacencia al infantilismo político que, precisamente, decretaron la quiebra de los inflados e insostenibles Estados de bienestar.
Podría decirse con cierta razón: no todos podemos trabajar tan duro y ahorrar tanto como los alemanes; pero, en tal caso, a Francia, Italia, Grecia, España y Portugal, entre otros, les vendría bien reconsiderar el tema del euro y vislumbrar el retorno a sus monedas nacionales, antes de que el peso del tótem les aplaste. Pero allí está el problema: sostener el Euro se ha convertido en una especie de tabú, tan intocable como nefasto.
De modo que Europa, habiendo abandonado el amor por la libertad, aferrada a la pasión igualitaria, y empeñada en cerrar los ojos ante un mundo globalizado e indispuesto a esperarla, huye afanosamente hacia atrás, en busca de las certidumbres y quimeras que por décadas plácidamente la adormecieron. La irreversible crisis del modelo socialdemócrata golpea sin piedad al viejo continente y lo seguirá haciendo. Entretanto, Barack Obama reproduce en Estados Unidos el fracaso europeo, y en tres años y medio de gobierno ha multiplicado la deuda más que durante los 8 años de Bush. ¿Pero qué son 5 trillones de dólares para un mesías al que resulta obligatorio cantar loas?
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