domingo, 17 de diciembre de 2017

REIVINDICACIÓN DE LA FAMILIA

De la familia venezolana
Luis Barragán

Por sagrada que la dijésemos, atribuido el fenómeno a la llamada post-,modernidad, abrimos el siglo con un creciente desapego a la familia, acaso, sólo comprometidos con su núcleo esencial.  La memoria y las relaciones familiares, tendieron a excluir a abuelos, tíos y primos-hermanos a los que, por cierto,  ya no se visitaban con la antigua frecuencia, replanteándose el parentesco a favor de un mayor relacionamiento, consecuencia y confianza con las personas que la vecindad y nuestra diaria actividad reportaban, fundados en los vínculos primarios de la simpatía y el simple interés utilitario.   

Ahora asistimos a su pretendida descomposición,  agudizado el fenómeno que cobra una distinta significación.  Orientados hacia una sociedad de la mera supervivencia, en la que una delación política, o que la pretexte, será la mejor cotizada por un régimen de fuerza, no habrá más parentela que la de una conveniente y circunstancial complicidad.

Se dirá que exageramos, mas todo poder totalitario encuentra su mejor póliza al irrumpir y contaminar el ámbito hogareño, inaugurando sonoras diferencias políticas que prevalecen por encima de cualquier solidaridad de sangre, incluso. Lo hemos visto y padecido en la centuria que corre, llegando a extremos a veces indecible, pues, toda lealtad, comenzando por la emocional, nos remite a ese poder que ha penetrado los poros de nuestras más modestas vivencias.

Ejemplo nada casual,  en aumento la antes impensable diáspora venezolana, la más elemental previsión es la de enviar a los hijos al extranjero para que salve un futuro que acá no tiene  garantía alguna. Interpelado casi infernalmente por la precaria situación personal que el régimen se empeña en radicalizar, algo más que una moda, como se ha dicho, la angustia ha llevado a alrededor de tres millones de personas, por lo que se sabe, a probar suerte más allá de las fronteras, aunque su desempeño frecuentemente no tenga correspondencia con la calificación académica y laboral que ha llevado en las alforjas.

Naturalmente, deben lidiar con el desarraigo y, como nunca antes, esparcidos por el planeta, nadie puede asegurar el reencuentro físico con los familiares – además – lejanos que ya reivindican y, mucho menos, frecuentarlos con la regularidad necesaria. Valga acotar, si no fuese por los servicios digitales que abaratan los costos de comunicación, muy pocos se sabría de ellos, porque no es difícil adivinar la inutilidad del Discado Directo Internacional, suponiéndolo un servicio endeudado en divisas que nos obliga a desechar la telefonía convencional. Por ello, la popularidad del WhatsApp hasta que la dictadura intervenga.

Todo proyecto totalitario se explica por la suprema preeminencia del Estado, convertido en pater familias. Es el dueño de todas las personas que subordina y sojuzga, como nunca ocurría, a modo de ilustración, con el menor de edad que se internaba para su educación militar, u ocurre con el que todavía ingresa para su formación sacerdotal en un seminario o el deportista confiado a las directrices de una federación que lo orienta y entrena.

El evidente rompimiento del cuadro familiar venezolano que ya nos remite con nostalgia a aquella noción escolar de la célula fundamental de la sociedad, supera los deslices de un libre, mero, pasajero y hasta ingenuo fenómeno cultural, para adentrarse en el deliberado propósito político de quienes, objetivamente, lo atentan con la salvedad de su propio entorno o clan, comprendido como una mafia que aspiran a ramificar.  Dirán, no hay más solidaridad que la de una complicidad de intereses que uniforma en la línea de la supervivencia, a cualquier nivel. Por ello, lentamente, anidaron la intolerancia política en el corazón de cada hogar, pues, por más que hubiese una vinculación sanguínea que aconsejaba la concordia por encima de toda discrepancia, lo básico era y es fundarla en una relación primaria de simpatía dizque ideológica, abonando ferozmente al culto de la personalidad.

El redescubrimiento de la familia,  por poca o mucha que se tenga, añadido el reclamo por una auténtica asunción del compromiso sacramental que contrasta con la otrora asignación de padrinos que hizo del niño bautizado la curiosa pieza de una subasta de circunstancias, como ocurrió en numerosos casos al utilizar a la propia Iglesia Católica dizque para incrementarla, al citar otro ejemplo, constituye una respuesta idónea y confiable. Recobrar la familia que se tiene, extenderla mediante los firmes lazos de una inquebrantable solidaridad, sin dudas, inspira e inspirará a la Venezuela diferente que deseamos construir.

En las vecindades de la Navidad, le deseamos a nuestro amable lector que la Buena Noticia llegue y fructifique en su hogar. Creyente o no, una mirada hacia la Sagrada Familia y los valores que representa, contribuirá a la superación de esta difícil realidad que nos convierte y convertirá en parteros de la otra, más humana.

Fotografías: LB, escenas de os ejercicios ignacianos realizados en la Iglesia de San Francisco, Caracas. Tiendas de encuentro (04/12/2017 y 30/10/17); muestra de los libros ofrecidos a los ejercitantes, como - desde la base - la Guía de los Ejercicios Espirituales del Padre José Martínez de Toda  (SJ), la autobiografía y ejercicios de San Ignacio de Loyola,  la Guía del Padre Ignacio Huarte (SJ). La muestra del 30/1017,  trae incluye un título del Padre José sobre un importante testimonio de su familia, integrada por otros sacerdotes y religiosas, que dejó atrás, en España.
18/12/2017:
http://www.opinionynoticias.com/opinionpolitica/31565-de-la-familia-venezolana 
http://lbarragan.blogspot.com/2017/12/reivindicacion-de-la-familia.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario