Luis Barragán
Inflación que castiga, así la nieguen ocultando enfermizamente las cifras, es necesaria la emisión de billetes de una más alta denominación. Abultados los bolsillos con los peligros que impone la delincuencia, la más modesta golosina obliga a contabilizar casi infinitamente el papel moneda para elevar los riesgos del comprador y del vendedor.
Necesidad que coincide con otra de cuño gubernamental: la emisión de dinero inorgánico, aunque pasa inadvertida una de descarada vocación política, como es la de garantizar que Chávez Fría acompañe diariamente aún a sus más fieros adversarios. Circula un proyecto de diseño del papel con valor nominal de 500 y 1000 bolívares que llevan marcado su rostro, como si bastara para domar el fenómeno inflacionario con esta masiva dosis mágico-religiosa.
El dato no constituye una banalidad más, porque el empeño persistente – desde 1999 – ha sido el de sembrarlo o forzarlo en el imaginario social, paradójicamente, a cualquier precio. Por lo menos, Guzmán Blanco hizo acompañar su prioritario perfil con el Bolívar en una moneda, pero – ahora – de significativa vestimenta militar, por lo que hemos visto, mas no confirmado, luce solitario como si fuese suficiente para trepar definitivamente al olimpo de la psiquis e identidad venezolana: toda una apuesta.
En nuestro país, fue inevitable la exaltación publicitaria de candidatos y mandatarios nacionales, pero jamás llegaron a la práctica inevitable de las democracias populares – como se les conocía – con la devoción a veces histérica de todo un culto a la personalidad. Y, a pesar que el extinto presidente no sirvió para engatusar al electorado en las recientes parlamentarias, por mucho que lo quisieran, apuntando a la responsabilidad de Maduro Moros, apelan al último cartucho simbólico: estamparlo en unos billetes al que también pronto le restarán otros “0” para enmascarar el altísimo y criminal costo de la vida.
Suponemos que la ocurrencia ha sido ponderada por los más eximios especialistas, psicólogos sociales y sociólogos, igualmente comprometidos en las ya viejas campañas por equiparar al extinto como expresión de la identidad nacional. Y, con la emisión de los nuevos billetes, se aventuran a explotar un medio técnico para consagrar ese espacio deseado en el imaginario, aunque – devaluado – puede traducirse en la pérdida de querencia de sus seguidores ya hartos de la saturación propagandística o en la desviación de la atención que incomoda tanto a su sucesor.
Fotografía: http://www.lapatilla.com/site/2013/06/13/y-este-billete-de-500-bsf-con-la-cara-de-chavez-montaje-o-realidad-encuesta/
07/03/2016
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